Por Valeria Rodríguez *
Tres meses después de las elecciones en Israel, aún no se pudo conformar gobierno. El domingo se anunció el inicio de negociaciones entre distintas facciones políticas cuyo objetivo es destronar a Netanyahu.
El líder de la oposición a Netanyahu, Yair Lapid, obtuvo el apoyo del nacionalista de línea dura Naftali Bennett para negociar la formación de un gobierno de “cambio” con partidos ideológicamente diferentes.
Una de las negociaciones tiene que ver con la alternancia de poder, es decir el nuevo gobierno estaría encabezado por Bennett en los primeros dos años, con Lapid como ministro de Relaciones Exteriores en esta etapa, Benny Gantz como ministro de Seguridad, Avigdor Lieberman como ministro de Finanzas, Gideon Saar como ministro de Justicia y Elite Shaked como ministro del Interior. Luego, en los próximos dos años, Lapid se convertirá en primer ministro en lugar de Bennett, pero aún el acuerdo no ha sido cerrado y hay tiempo hasta el miércoles ya que es el día en el que se cierra el plazo para formar gobierno.
Los escenarios son variados, dentro de ellos, dos muy importantes. El primero es que Netayahu sea desplazado del poder, lo cual lo llevaría a enfrentarse a la justicia que pretende encarcelarlo por 10 años debido a casos de corrupción y malversación de fondos públicos.
Si bien la conformación de un nuevo gobierno sin Netanyahu podría traer algunos cambios en la política doméstica de Israel, la política hacia Palestina no cambiaría demasiado.
El segundo escenario importante es que no se pueda formar gobierno, lo que permitiría a Netanyahu mantenerse en el poder como gobierno de transición y se llamaría a elecciones nuevamente que serían las quintas en menos de dos años.
Un sistema segregacionista
Para analizar el sistema político israelí tenemos que comprender su naturaleza como ocupante. Es decir Israel nació de una ocupación de tierras construyendo kibutz, cuyas comunidades eran principalmente europeas, por lo tanto su naturaleza es segregacionista desde sus inicios.
Israel no cuenta con una constitución formal pero sí con una serie leyes básicas cuyo estatus sirven para organizar el sistema político así como los derechos y deberes de sus habitantes.
Su sistema es semiparlamentario y las últimas elecciones se desarrollaron el pasado mes de marzo, siendo estas últimas las cuartas elecciones en menos de dos años. Esto fue posible por la disolución del gobierno solicitada por el ministro de guerra Benny Grantz, quien pidió esto al congreso (Knesset) para ir a elecciones.
Benjamin Netanyahu, el actual primer ministro, mantuvo su poder durante estos últimos años por el apoyo de la administración de Donald Trump con quien trabajó prácticamente en equipo para lograr algunos de los compromisos tomados para el mantenimiento del gobierno, que tardó más de tres meses en conformarse pero los desacuerdos en cómo llevarlos adelante fragmentaron aún más la “estabilidad” del mismo.
Uno de los aspectos a tener en cuenta es que la sociedad israelí está profundamente fragmentada. Si bien la segregación a los palestinos es extrema, ya que que viven en condiciones infrahumanas, perseguidos y constantemente asediados, al interior de la sociedad israelí existen grandes segmentaciones entre los ciudadanos como es el caso de los judíos nacionalistas, los ortodoxos, los judíos de color, los judíos árabes e incluso los judíos antisionistas. Además existen fragmentaciones al interior da cada uno de esos grupos como es el caso de los ultraortodoxos, los ultraortodoxos nacionalistas, los ultraortodoxos antisionistas, etc.
A esto se le suman organizaciones como Btselem que en enero de este año publicó un informe en inglés sobre el apartheid en Israel y estas fragmentaciones dentro de la misma sociedad que profundizan la violencia interna entre ellos. Por lo tanto no estamos hablando de una sociedad heterogénea sino complejamente dividida.
Eso explicaría que Netanyahu, a pesar de su imagen negativa, todavía mantenga el 40 por ciento de aceptación en la sociedad israelí. Incluso esta semana se difundió una encuesta, realizada en un universo de 684 israelíes, que arrojó que el 72 por ciento piensa que los bombardeos a Gaza deberían continuar.
Es importante recordar que durante el mes de abril, Netanyahu mandó al ejército de ocupación a reprimir el barrio Sheij Al Jarra y la mezquita de Al Aqsa para incentivar a la resistencia palestina a que responda y de esa manera iniciar el bombardeo a Gaza.
Está acción le permitió continuar con el gobierno de transición mientras boicoteaba las negociaciones. Pero lo llamativo de esto es que las coaliciones negociadoras no se opusieron a los bombardeos, sino que salieron a criticar a Netanyahu una vez que entendieron que la situación con la resistencia palestina ya no era lo que fue anteriormente.
Durante los bombardeos, el presidente israelí, Reuven Rivlin, eligió a Yair Lapid como encargado para iniciar las negociaciones de un gobierno de coalición.
Lapid es uno de los opositores de Netanyahu y pertenece al partido “Hay futuro”. Como encargado de las negociaciones para conformar gobierno, comenzó con Naftalí Bennet, del partido Nueva derecha, y demás partidos con posiciones ideológicamente diferentes.
Si las negociaciones tienen éxito, y finalmente se conforman las coaliciones, el Bloque del Cambio apoyará a 57 miembros de la Knesset de la coalición, así como el apoyo externo de la Lista Árabe Unificada, liderada por Mansour Abbas, que tiene cuatro miembros y demandas económicas como el aumento de los presupuestos para los planes de lucha contra el crimen en la sociedad árabe, el aumento de los seguros y otras asignaciones. Esto significa que el gobierno debe formarse con la aprobación de 61 miembros, que es el mínimo requerido (mitad+1). En caso de no poder conseguirse se llamará nuevamente a elecciones.
Pero lo que se debe señalar es que a pesar de que Netanyahu deje el poder, hay cuestiones que no van a cambiar. Por ejemplo Bennett, durante el anuncio de las negociaciones, dijo que su Gobierno “no se retirará de Cisjordania, ni temerá una operación en Gaza si es necesario”.
Bennett adopta un discurso religioso de línea dura, lidera el partido de la derecha pro-asentamiento y busca anexionar partes de la Cisjordania además de tener una posición más dura hacia Irán. Bennett formó parte del gobierno de Netanyahu, que colapsó en 2018, y desde 2013 ha ocupado cinco carteras del gabinete, la más reciente de seguridad en 2020.
Los intereses de Estados Unidos
La administración Biden, a diferencia de Trump, busca un gobierno que se muestre un tanto más dialoguista ya que las situaciones de violencia interna entre israelíes están siendo cada vez más notorias, incluso muchos analistas sostienen que podría desencadenarse una guerra civil o una desintegración de la sociedad por un lado, y una guerra regional por otro.
Por lo tanto para Washington esto podría ser muy peligroso ya que afectaría sus intereses en la región y por lo tanto apoya un gobierno de coalición sin Netanyahu. En este contexto es posible leer el éxito de los esfuerzos de acercamiento entre las diferentes facciones políticas en contra del actual Primer Ministro.
Para Estados Unidos es importante que haya un gobierno menos guerrerista, aunque la posición en torno a Palestina no cambiará ya que hay cuestiones como la construcción de asentamientos que no se detendrán pero que podrían hacerse parcialmente con un nuevo gobierno, al igual que la anexión de Cisjordania.
No se puede dejar de tener en cuenta que la resistencia palestina se encuentra en un momento diferente, incluso con el apoyo de muchos israelíes. Por lo tanto el nuevo gobierno deberá adecuarse a la nueva realidad que traspasó las fronteras de Asia Occidental. Ahora la cuestión de Palestina no es ignorada y la balanza se inclina a su favor, ya que quedó a las claras el accionar segregacionista de Israel.
Biden comprende muy bien que debe acomodar sus decisiones a la mayoría de los miembros de la ONU, que durante la última reunión del Consejo de Derechos Humanos votó a favor de Palestina para conformar un comité de investigación por violaciones de los derechos humanos por parte de Israel.
(*) Política internacional en Feas, Sucias y Malas (sábados de 9 a 12 por Radio Gráfica)
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