Israel, Irán, Estados Unidos. El asesinato de Nasrallah, junto a otras provocaciones israelíes, desataron una réplica contenida iraní. Cómo procederán los aliados de cada espacio en Asia Occidental. Tramo corto y mediano plazo, dos instancias bien distintas
Por Gabriel Fernández *
Las provocaciones israelíes en Asia Occidental han logrado un éxito parcial. El objetivo del gobierno que orienta Benjamín Netanyahu es, desde hace tiempo, involucrar a la República Islámica de Irán y a los Estados Unidos en la contienda directa. En ese punto, el Estado ocupante coincide con las grandes corporaciones financieras y armamentísticas que anhelan la expansión bélica. Sin embargo, la paciencia multipolar, característica del proceder persa, y las necesidades electorales al interior norteamericano, sofrenan la aspiración.
Pero ¿Por qué parcial? Aunque estamos ante una escalada -los misiles iraníes fueron enviados sobre Tel Aviv y numerosos distritos del país- los Estados Unidos lograron obstaculizar buena parte de la misma. Así, Irán va quedando satisfecho con la réplica mientras se dedica a su prioridad inmediata, la reorganización del Eje de la Resistencia tras el asesinato del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, y la atribulada potencia del Norte se presenta como propulsora de paz en la región al tiempo que sigue pertrechando a su aliado.
Cuando se analizan algunos movimientos guerreristas se pierde de vista que mientras Irán y sus cercanías evidencian crecimiento económico estructural, Israel -Estados Unidos, Reino Unido, parte de Europa- ofrecen vectores a la baja. Por dentro, la situación hebrea es aun más complicada pues su persistencia hostil, aunque se sostiene a puro respaldo externo, carece de la dinámica de una nación industrial en progreso. Asimismo, por mucho que se presente como víctima de hostigamiento, su accionar visible la recluye en un aislamiento trascendente.
Con ese panorama y recordando lo apuntado aquí acerca de lo dramático del corto plazo -el período más riesgoso ha señalado el presidente ruso Vladimir Putin- es pertinente aseverar que Israel no está en condiciones de afrontar la continuidad del ataque sobre Gaza, aunque también Cisjordania, y al mismo tiempo lanzarse a una operación de largo alcance contra el Líbano. Mucho menos de carácter terrestre y menos todavía después de las elecciones de noviembre en los Estados Unidos.
Créase o no, hoy mismo los informantes ligados a la organización político militar con presencia parlamentaria que caracteriza a los chiitas del Líbano, sonríen cuando se les indaga acerca de un litigio abierto en territorio. “Israel sólo puede avanzar con su Fuerza Aérea” responden, y explican que “no hay posibilidad de que tropas de infantería dobleguen a la institución más potente del Eje de la Resistencia si todos tienen los pies en la tierra”. En verdad, quienes equiparan a Hezbollah con cualquier banda irregular del desierto, desconocen su azorante potencial.
¿Un ataque nuclear sería el cisne negro? Bueno, se trataría de un cisne gris entonces; pero si, es una tremenda opción barajada por las corporaciones. Han demostrado su capacidad de intromisión en zonas internas de todos los protagonistas, y vale advertir que multipolares y occidentales poseen arsenales de importancia. Por tanto, la prevención y el temor de tantos analistas están justificados, siempre y cuando no se transmuten en anuncios espectaculares que identifiquen un me gusta con una noticia genuina.
Desde el crimen de Qasem Soleimani en Irak a manos de los Estados Unidos hasta el de Nasrallah a cuenta de Israel, el democrático espacio atlantista ha presentado una sólida capacidad de Inteligencia y variantes tecnológicas apreciables a la hora de hacer uso de los datos recogidos. En todo el tramo, que incluyó otros delitos, Irán y sus asistentes en el rincón del ring, han mostrado tendencia a caminar la lona, usar un jab potente pero jab al fin y evitar el infighting para que el estadio entero no vuele por los aires.
Es que se viene otra reunión de los BRICS ampliados, en Kazán, y los asistentes -los históricos y los recién llegados- dan cuenta de indicadores que solo pueden encauzarse y desplegarse a través del control de los estados, la inversión productiva y el comercio en paz. Irán, como sus asociados, cree en el futuro, mientras el agonizante espacio occidental y sus jefes autoimpuestos -el espacio financiero que comanda la Organización del Atlántico Norte (OTAN) que ha disciplinado a la Unión Europea (UE)-, solo consigue beneficios mediante la desarticulación de la vida política pública, la transferencia de recursos y las guerras.
Todo puede suceder, claro, ya que esta última franja tiene con qué. Su debilitamiento, ostensible desde 2008 – 2010 hasta la actualidad, no implica una caída en el aquilatamiento de armas ni en la erradicación de las tecnologías destinadas a las formas de destrucción más intensas. También, porque a veces las provocaciones funcionan y por mucho que razonen, los apremiados caen en la trampa.
Nunca el devenir estuvo tan abierto. Nunca la humanidad afrontó un riesgo mayor.
Pero los números suelen plantear su lógica y la misma, hasta ahora, ha resultado irrebatible. Mientras los guerreristas bombardean, sus adversarios siguen empeñados en fabricar bienes de producción y consumo.
Esa (sana) costumbre capitalista.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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