Por Fernando Gómez *
Luis Caputo se paró frente al micrófono y anunció lo que había dejado de ser un rumor hacía un par de días: el FMI había acordado un nuevo programa de endeudamiento externo con la Argentina.
Durante toda la jornada de ayer, Caputo y su socio Santiago Bausili ubicado al frente del BCRA, habían vendido casi cuatrocientos millones de dólares a poco más de 1100 pesos, sabiendo que el día lunes, esos mismos dólares valdrían mucho más. Hechos que resultan impunes por ser el correlato del saqueo de la Argentina por parte de los mismos personajes que aseguran el funcionamiento sistémico de esta destrozada democracia.
No hay ningún misterio. No lo había antes del anuncio, no lo hay después. Argentina tiene su economía enferma de extranjerización y un sistema político moldeado para ser permeable a toda injerencia colonial.
A pocos años del nacimiento del Fondo Monetario Internacional, Perón ya advertía que no se trataba de un organismo financiero internacional para asegurar el crédito a las Naciones parte, sino un “engendro putativo del imperialismo”. Una herramienta diseñada por Estados Unidos para asegurar su hegemonía en el orden global unipolar que, a menos de un siglo, se encuentra en pleno desmoronamiento.
El FMI consolidó su injerencia en la Argentina una vez asegurado el golpe de estado de la revolución fusiladora contra Juan Domingo Perón. Desde aquel entonces, Argentina lidera el ranking de países que suscribieron programas con el organismo, y por miles de millones de dólares, encabeza la lista si consideramos el monto otorgado en préstamos.
El volumen de dólares otorgado por el FMI a la Argentina, no testimonia ningún tipo de salvataje económico. Por el contrario, es el síntoma de la importancia geopolítica de la riqueza nacional para los intereses de Estados Unidos. Una Nación enorme en territorio, rica en recursos estratégicos y con una ubicación privilegiada para el despliegue de cualquier potencia que pretenda consolidarse hegemónica.
El FMI es el histórico garante de la injerencia política y económica de los intereses de Estados Unidos en nuestro país. Es la enorme condena que arrastra nuestro Pueblo sobre sus espaldas. El gendarme de cada programa de miseria planificada ejecutado en nuestro país desde 1955 hasta nuestros días.
Javier Milei es una persona con una enfermedad mental inocultable, Luis Caputo un vulgar defraudador que adquiere relevancia por la impunidad con la que regresó a consolidar los dispositivos institucionales que autoricen delitos descarados cometidos por los grupos económicos contra las finanzas nacionales.
Son apenas una circunstancia ínfima de una historia mucho más antigua. Son los que ponen la cara en un nuevo capítulo del saqueo colonial. Es responsabilidad de un pueblo para que estos personajes no cuenten sus días hasta el reemplazo por un nuevo experimento, y sean el último mojón de un ciclo oprobioso para la enorme mayoría de nuestro pueblo.
Saqueo y consecuencias
El FMI le facilitará dólares a la Argentina que serán utilizados para asegurar la demanda de esa moneda extranjera por parte de un puñado de corporaciones económicas. Para que eso ocurra, el día lunes el gobierno suprimirá cualquier restricción a la compra del billete norteamericano (levantar el cepo), autorizará el giro al extranjero y asegurará la dolarización de las carteras de empresas multinacionales.
Asegurará un precio máximo para que se compren los dólares (fijar bandas) y cada vez que el precio supere esa suma, venderá los dólares que tenga a su disposición.
Cuando no queden dólares, en la Argentina solo quedará deuda externa.
Cuando los costos de la devaluación repercutan en los precios a un consumo que ya está por el suelo, tensionen sobre el bolsillo de trabajadores que tienen sus salarios atrasados e impidan que millones de jubilados puedan sobrevivir con lo que reciben de jubilación, el gobierno se enfrentará a una tragedia social de proporciones críticas.
El tiempo en que tarde en consumarse este saqueo, apenas, estará determinado por el ritmo de los anuncios de apertura de cada uno de las decisiones que fueron anunciadas en la jornada de hoy, pero el guion de la película no admite demasiadas variantes.
No se trata de hacer un ejercicio de futurología. Se trata, apenas, de revisar una y otra vez cada una de las intervenciones del FMI a lo largo de nuestra historia.
Nuestro pueblo pagará el costo de la dolarización de carteras con mayores precios en cada uno de los productos que componen una canasta cada vez más básica. Nuestro pueblo pagará con sus sacrificios la deuda que quede, una vez que los grupos económicos se queden con los dólares del préstamo. Nuestra riqueza pagará con extranjerización y nuestra economía con la primarización de su funcionamiento, siempre a manos de esos mismos grupos económicos.
Es responsabilidad del movimiento nacional construir una nueva herramienta capaz de producir política por fuera de la dinámica sistémica que autoriza que nuestro país viva en un eterno retorno de dolor y sacrificio.
Las próximas semanas auguran tensión económica. El futuro cercano promete postales de profundo dolor social. Es indispensable que la reflexión en caliente que se pueda generar en la coyuntura, permita construir un aprendizaje estratégico indispensable que permita recuperar certezas en el terreno ideológico, convicción el plano práctico de la acumulación de poder en clave de organización popular y comenzar a transitar la necesidad de generar un fuerte punto de inflexión en nuestra historia.
Para pensar en nuestro futuro, no hay que conformarse con cerrar una etapa en las urnas. Es indispensable empezar a diseñar un futuro en el que la soberanía nacional y la dignidad de nuestro pueblo, no termine en el altar de sacrificios de las decadentes pretensiones de los Estados Unidos.
(*) Editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.
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