Por María Laura Morales
Desde hace 15 años La Nuestra Fútbol Feminista sostiene su praxis dedicada al fútbol en el barrio de Güemes en la Villa 31 de la ciudad de Buenos Aires. Comenzaron sus prácticas a partir de una demanda de las mujeres de la comunidad local y en la actualidad son más de 300 jugadoras que tienen en claro que jugar al fútbol es un derecho humano.
En diálogo con Radio Gráfica, Mónica Santino, ex jugadora de fútbol y directora técnica de La Nuestra contó que en aquellos tiempos era mucho más difícil que ahora poder usar ese lugar porque la chancha es el espacio público más importante en un barrio, es el lugar público por excelencia. “Cuando llegamos nos dimos cuenta que las mujeres aparecían poquito, que los varones seguían jugando por arriba de ellas y que de alguna manera era la muestra de lo que pasaba en los clubes. Todas veníamos de historias difíciles por haber jugado torneos de AFA y por haber luchado un montón por el derecho a jugar”, dijo Santino.
En la actualidad son aproximadamente 300 jugadoras que saben que jugar es un derecho humano y lo hacen con perspectiva de género, porque el fútbol las empodera. Santino explicó que el deporte es una herramienta para combatir la violencia por motivos de género que es cotidiana. “Tenemos cuerpos poderosos, establecemos un lenguaje y vínculo entre nosotras, se trata de un deporte colectivo con todo el arraigo que tiene en nuestra cultura, para nosotras es una manera de ser libres, ser felices y saber que las tareas de cuidado no tienen que estar sobre nuestras espaldas, tenemos derecho a jugar desde un punto de vista político y revolucionario ocupando el espacio público en una barriada”, remarcó.
En el 2007 todas ellas pusieron la pelota en movimiento, ocuparon el espacio y resistieron en las canchas, usaron códigos barriales para poder permanecer y con el tiempo lograron no sólo sostener los días y horarios de entrenamiento, martes y jueves de 18 a 20 horas, sino también que cada vez se vayan sumando nuevas jugadoras.
Son muchos los avances que se han logrado en estos últimos tiempos en nuestro país en relación a los deportes y los géneros. En la actualidad, a las mujeres y diversidades no les da vergüenza decir que son futbolistas, cada vez más niñas se suman a realizar la práctica y hasta algunas escuelas bonaerenses la están incorporando en su curricula. “Es muy importante para las generaciones que vienen poder jugar, hablar de educación sexual integral en el deporte”, dijo Santino mientras que recordó que fue allá en el 2015 con el “Ni Una Menos” el momento bisagra en el que se visibilizó la vulneración de muchos derechos de mujeres y diversidades, entre ellos el derecho de jugar.
Hubo algunos hitos en la conquista de derechos: el anuncio del fútbol profesional, el surgimiento del deseo de las niñas a jugar, los partidos televisados por señales del Estado, la doble clasificación consecutiva de la Selección Argentina y la creación de áreas de género en clubes, por mencionar algunos.
En relación a las demandas, Santino enfatizó la existencia de la brecha que todavía es inmensa ya que la mayoría de los planteles no cobran en su totalidad un sueldo por jugar. “Hoy no podés vivir del fútbol, cobramos entre 40 a 50 mil pesos, estamos equiparadas con los varones de primera C”. Además, contó que falta estructurar divisiones inferiores, ocupar los lugares donde se toman decisiones y los espacios de dirección técnica porque aun cuando repasas los equipos de fútbol femenino la mayor parte de los directores técnicos son varones. “Atrevernos a hablar del poder dentro de una institución deportiva es uno de los desafíos que tenemos por delante, discutir la gobernanza feminista en los clubes”, remarcó.
En este sentido recordó que el año pasado La Nuestra organizó un encuentro de gobernanza feminista para poder pensar y compartir saberes y conocimientos, para transmitir cómo hay que pararse frente a un grupo, en los lugares de liderazgo.
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