Por Fernando Gómez *
“El que fuga capitales es un héroe” dijo hace apenas un año atrás Javier Milei en la exhibición que le había organizado Eduardo Elsztain en el Foro de Llao Llao, en el hotel de su propiedad, ante el selecto grupo de empresarios que conducen efectivamente, con el permiso de Estados Unidos, los destinos económicos de nuestro país.
El editorial de infoNativa que narraba aquel encuentro se llamaba “Vivir con permiso”. Decíamos allí que “Javier Milei les ofreció la tierra prometida a los empresarios reunidos en el Foro Llao Llao, que sueñan con sacrificar los intereses nacionales en el altar de una rentabilidad sin límites por pura radicalidad ideológica. También desnudó debilidades. La mental, la política y la institucional.
Javier Milei exhibió todo lo que precisa la oligarquía que saquea la Argentina, un personaje sin reparos ideológicos que se despreocupe de acumular poder con la gestión efectiva de su presidencia, que viva con limitaciones en la comprensión de los acontecimientos para no darse cuenta que las decisiones del Poder Ejecutivo no las asume ni él, ni su hermana, ni el zonzo de Adorni.
En definitiva, un personaje que viva con su permiso y asuma todos los costos políticos, sociales y económicos producidos por la ejecución de un programa diseñado para satisfacer sus intereses. Javier Milei es el golem que construyeron para ocultarse detrás.
El boludo que absorba los costos de la crisis, catalice el hartazgo social y sea lo suficientemente extravagante, para que se pueda identificar en razones estéticas los motivos de su decadencia, y sean pocos los que señalen el programa económico impuesto, como razón única de las consecuencias dramáticas de la tragedia social a la que están empujando a nuestro pueblo.”
Un año después, en la reunión del Foro de Llao Llao, Milei ya no “transita sus días fascinado por los atributos y la vidriera que le ofrece un cargo cuyas funciones no ejerce”. Y aquellos empresarios que disfrutaban de un experimento extravagante, empiezan a dudar de la eficacia de su audacia política, y comienzan a cubrir sus rastros en reparo de las eventualidades que les pueda deparar una crisis integral, cuyas derivaciones no alcanzan siquiera a comprender.
El derrumbe de la mitología del libremercado
Hace unas semanas atrás J.D. Vance, vicepresidente de Estados Unidos, explicaba el fracaso de la globalización para sus propios intereses. Sin ningún reparo, exponía que el sistema que ordenó la economía mundial en las últimas cuatro décadas tenía como objetivo que los países ricos produjeran bienes complejos y que los países pobres las manufacturas.
Explicó, sin pretensión autocrítica, que las corporaciones económicas que parasitaron sobre ese sistema impuesto a sangre y fuego por Estados Unidos, se hicieron adictas a la mano de obra barata que le ofrecían las naciones periféricas, las que al mismo tiempo, habían logrado germinar experiencias como las que hoy se verifican en China, transfiriendo en su favor experiencia y tecnología suficiente para desafiar hoy los intereses norteamericanos.
Ni había mercado libre al fabricarse la ilusión de la globalización económica, ni hay posibilidad alguna de dejar librado a los asuntos corporativos el diseño del destino manifiesto de Estados Unidos, parece intentar convencer Vance a sus tecno optimistas aliados de Silicon Valey.
Elon Musk, Donald Trump y los conservadores de la MAGA, la Heritage Fundation y su “Project 2025”, Vance y sus cómplices de Silicon Valey, constituyen una alianza pegada con los mocos de las necesidades recíprocas ante el desafío global que se les avecina. Pero sus propias contradicciones, pueden asegurar que la crisis que acompaña el ocaso de la breve hegemonía norteamericana en el mundo, no solo ha comenzado, si no que difícilmente se detengan.
El 2 de abril, Donald Trump anunció la tablita de aranceles con el que desacomodó los fundamentos del comercio mundial de las últimas décadas y llamó al episodio el “Liberation Day”. Las finanzas globales crujieron, las tecnocorporaciones que acompañan la aventura prepotente de Estados Unidos perdieron fortunas en sus cotizaciones bursátiles. Elon Musk enfundó la motosierra en el fondo de su egocentrismo y comenzó su retirada forzosa de la escena gubernamental, augurando dar una batalla cultural en medio del desmoronamiento de sus pretensiones de ajuste estructural sobre el Estado.
Mientras Estados Unidos busca ordenar los desencuentros de una maltrecha alianza para la recuperación de su protagonismo mundial, las principales economías del mundo transitan un recorrido antagónico a las pretensiones norteamericanas. Las perspectivas de acuerdo entre enemigos históricos como Japón, China y Corea del Sur, marcan con nitidez la reorganización de la arquitectura económica global y el desmoronamiento de los fundamentos políticos que hasta el presente edificaban un orden geopolítico.
Y en medio de un tiempo marcado por las transformaciones profundas que se producen al ritmo de una crisis sistémica, en nuestro país se perdió completamente la brújula.
Cipayismo al cuadrado
El 2 de abril, en el acto que tendría que homenajear a nuestros veteranos de guerra de Malvinas, reivindicar su soberanía y denunciar la ocupación colonial británica, el que le escribió el discurso a Milei hizo todo lo contrario.
Con las dificultades habituales, el personaje que ocupa la presidencia, repitió argumentos que la diplomacia británica pretende imponer a la Argentina desde antaño. El paroxismo de la entrega lo marcó la autorización discursiva al latiguillo de la autodeterminación de la población implantada como ariete colonial de la ocupación de nuestro territorio.
Terminó su discurso e inició un nuevo viaje a Estados Unidos en medio del quilombo generado por los anuncios de Donald Trump que describíamos en el anterior apartado.
Milei viajó once veces a Estados Unidos desde que comenzó su mandato. Un viaje cada cuarenta días de gobierno, tiempo en el cual no pisó ni una sola vez doce provincias que conforman nuestra Nación. Viajes sin destino, además. Premios ridículos, encuentros fortuitos para arrancar una fotografía que lo exhiba como bufón de cualquier personaje con un ápice de poder en la dinámica institucional de la decadente potencia que conduce los destinos de occidente.
Cada nuevo viaje de Milei, exhibe con mayor nitidez el deterioro del experimento político impuesto en Argentina, pero también la debilidad a la que expone al país la permanencia de un subnormal en el ejercicio de la presidencia.
Milei ya no estaba enfocado en el mundo en que vivía al momento de ser sentado en el sillón de Rivadavia, y para suma de sus padecimientos, el mundo que no comprendía se desmoronó en sus catorce meses de mandato. El problema es que la apariencia institucional que ostenta, compromete los destinos de nuestro país en un momento crítico de la historia.
Éste último viaje es un síntoma de esta particular bisagra del experimento. Milei viaja en búsqueda de los dólares del FMI que le demandan las corporaciones a las que hace un año las llamaba “héroes” por demandar los dólares que ahora precisa para financiarles la fuga de capitales.
El FMI le ofrece los dólares pero para financiar el desguace del SWAP con China, lo que implica que el nuevo endeudamiento es de suma 0. Los empresarios reunidos en el Hotel Llao Llao sufren pérdidas siderales a manos de los aranceles de Estados Unidos, ven en perspectiva una contracción en la dolarización de sus carteras y el desmoronamiento del mundo en el que estaban acostumbrados a hacer negocios hasta hace una semana atrás.
Y Milei, que buscaba una foto con Trump, es celebrado por atrofiados mentales en redes sociales por sacarse fotos con mujeres rubias de escotes fatales, en el hotel de Donald Trump en Miami, por el que pagó una suma descontrolada de dólares para recibir un premio financiado por personajes de segunda categoría de la nómina de activos de la CIA.
Milei regresará al país sin plata, sin foto, sin jueces en la Corte y con la idea peregrina de hundir al país en un delirante acuerdo de libre comercio con Estados Unidos que vulgarizaría nuestra autonomía como Nación soberana.
Libre comercio, suicidio económico y destrucción del empleo
“Estados Unidos comenzó un período de ultra proteccionismo con el fin de repatriar capitales y recuperar industrias para fortalecer su mercado interno. Es por esto que aplicó aranceles a casi todos los países del mundo y así beneficiar a las empresas yanquis” sostiene el analista económico y dirigente del Encuentro Patriótico, Rodolfo Pablo Treber.
“Esto no aplica al caso argentino, dado que no le vendemos ningún bien industrial que ellos puedan sustituir. Aunque los payasos del gobierno intenten vender como una conquista que no se le cobren aranceles altos o la idea de alcanzar un pacto de libre comercio, lo estrictamente cierto es que a los Estados Unidos no le interesa cobrárselos” sostiene.
“La geopolítca yanqui está orientada a la industria automotriz (China, México, Brasil y Europa), ciencia, electrónica y tecnología. En cambio, la Argentina les vende materias primas y energía que siempre son necesarias en una etapa de desarrollo” aclara en forma gráfica para concluir que “la Argentina no se encuentra en absoluto beneficiada con un acuerdo de libre comercio con EEUU sino que, al contrario, se ve altamente perjudicada porque ellos podrían vendernos cualquier producto, sin pagar impuestos, aniquilando el flaco entramado productivo que nos queda y destruyendo más puestos de trabajo”.
Libre comercio con EEUU es suicidio económico, más primarización, más pobreza.
Vivir en otra
Desde hace una década, Eduardo Elszstain fundó un Foro con sus socios del enclave de negocios “Endeavor Argentina”, Federico Braun (La Anónima), Marcos Galperín (Mercado Libre), Martín Migoya (Globant), Karina Román (Román), entre otros. Desde el año 2016, el Foro se llama formalmente Llao Llao y tiene lugar en el lujoso hotel de estilo canadiense al que arriban entre 70 y 100 empresarios cada mes de abril.
Los aranceles sobre los alimentos, la pérdida de las acciones globales en manos de la guerra comercial desatada, el retroceso de las grandes tecnológicas ante el abroquelamiento interno de Estados Unidos, habrán sido analizadas con algo más de complejidad en el Foro de Llao Llao que culmina con el cierre de esta edición, que en el discurso que Javier Milei trazó entre medio de murmullos en el espectaculo montado en la mansión de Donald Trump.
El derrumbe del experimento Milei se exhibe en el hermetismo del encuentro, al que se suma la ausencia de invitados del sistema político, como gesto elocuente de un síntoma en esta coyuntura.
El mundo transita tiempos críticos. En cada rincón donde se busca condicionar la organización de un nuevo sistema mundo, las Naciones buscan fortalecerse para asegurar su rol y su propia existencia.
Los movimientos nacionales en cada rincón del planeta están llamados a construir respuestas indispensables para sus propias naciones. En nuestra Patria, el movimiento nacional precisa reconstruirse de su desertificación ideológica, poner en el centro de sus debates las urgencias populares y las necesidades nacionales.
No hay nada más alejado de estas prioridades que el rumbo emprendido por una clase dirigente que solo puede mirar su propio ombligo, que busca en el camino del electoralismo vacío la autoreferencia de sus propias necesidades y asfixia toda militancia posible en el posibilismo de una democracia raquitizada.
A Milei se le esta venciendo el permiso que le concedieron los patrones para disfrutar las mieles de los atributos presidenciales. Y en medio de todo este ruido, sería imperdonable que el movimiento nacional termine atrapado en la dinámica de una dirigencia que sólo aspira a exhibirse como opción de gobierno a esos mismos patrones.
(*) Editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.
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