Por Osvaldo Jara
En los últimos días, el Girondis de Burdeos volvió a ser noticia. El histórico club francés descendió a la cuarta división y peligra la continuidad laboral de sus empleados al no poder hacer frente a sus problemas económicos. Esta SAD no es la única que se encuentra en dicha situación en ese país ya que el Olimpique Lyon puso en venta la totalidad de su plantel para evitar la quiebra.
Estos movimientos producidos en las últimas semanas dan cuenta de las condiciones imperantes. No pueden ser interpretados al margen de una lógica integral dada por un deporte cooptado por las corporaciones. Las SAD, la formación de una dirigencia enajenada, los negocios millonarios y las nuevas tecnologías al servicio de gigantes comerciales son algunos de los elementos en juego.
Es cierto que una parte mayoritaria de la comunicación – y sus comunicadores – auspician de guardaespaldas de estos intereses. De esta manera morigeran cualquier circunstancia que puedan afectarlas. Sin embargo, las fisuras al interior de este entramado permiten observar el estado de situación.
La fiesta y la fachada
El cierre de los Juegos Olímpicos de París fue prioridad para la agenda mediática del mundo. La ceremonia de clausura contó con la participación de las delegaciones deportivas, colaboradores, artistas y dirigentes. La pretendida espectacularidad producida cuando el actor Tom Cruise bajó desde la parte superior del Stade de France anticipó la grandilocuencia de los próximos juegos de Los Àngeles (2028).
La mayoría de los medios y periodistas “especializados” del mundo coinciden en el éxito del evento que reunió a diez mil deportistas de doscientos países. El brillo de la ciudad, la modernidad de los estadios, la cantidad de aficionados y la masividad lograda a través de los medios y las nuevas tecnologías son algunos de los elogios esbozados. Estos “logros” son continuidades de las supuestas virtudes del Comité Olímpico Internacional (COI): espíritu amateur, fair play, convivencia interracial, confraternidad, entre otras. Estas consignas construyen el imaginario pergeñado por la diplomacia olimpista. Se impone un orden establecido capaz de interferir en la dimensión económica y política de los países.
Pero más allá de los esfuerzos por sostener este discurso cada cuatro años suceden eventos que se encargan de desmentir esta pretendida pureza. Cada vez resultan más evidentes sus contradicciones.
Tanto el COI como las otras multinacionales deportivas cuentan con una estructura que les otorga beneficios. Este mecanismo asegura el mantenimiento de un statu quo que, sin embargo, no se mantiene estático.
En estos Juegos de París la gran novedad fue el paso de las delegaciones nacionales por el Rio Sena durante la inauguración. Se trató de un hecho inédito dado que en anteriores ediciones estas se realizaban dentro de un estadio. Sin embargo, el mismo Sena fue la pieza del escándalo unos días más tarde.
Durante meses se discutió sobre la conveniencia de utilizar este afluente para la apertura y la disputa de algunas competencias. Efectivamente, las previsiones de los estudiosos sobre la peligrosidad de utilizarlo fueron confirmadas.
A pesar de las garantías dadas por los organizadores algunos deportistas sufrieron problemas estomacales. Las continuas suspensiones de entrenamientos y eventos debido al alto nivel de contaminación resulta un claro ejemplo en este sentido. El equipo mixto de triatlón belga se autoexcluyó luego de que una de sus atletas, Claire Michel, fue internada bajo un grave cuadro.
La geometría del poder
El mundo del deporte se rige bajo las premisas del COI, ya desde sus inicios. En junio de 1910 expulsó a Manuel Quintana, hijo del ex presidente argentino y representante ante esta organización, debido a que ese año nuestro país organizó una competencia deportiva de distintas especialidades denominada “Los Juegos Olímpicos del Centenario”. La utilización de la palabra “olímpicos” fue razón suficiente para tal medida.
Esta arrogante atribución atravesó los tiempos y se acentuó con el correr de las décadas. El COI devino en una multinacional con mayor preponderancia y posibilidades de influir, condicionar y someter a sus afiliadas.
Es cierto que este mecanismo no es sencillo de identificar cuando existe una cosmovisión monolítica que lo favorece.
En el discurso inaugural de los mencionados juegos su titular, Tomas Bach, sostuvo el supuesto espíritu de unir a los distintos pueblos de manera solidaria y más allá de las diferencias. “En un mundo desgarrado por guerras y conflictos, es gracias a esta solidaridad que todos podemos unirnos esta noche, uniendo a los atletas de los territorios de los 206 Comités Olímpicos Nacionales y al Equipo Olímpico de Refugiados del COI”, dijo Bach.
Debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania la organización internacional suspendió al Comité Olímpico ruso en octubre de 2023. La decisión se fundamentó en que el sancionado “absorbió” organizaciones deportivas regionales ucranianas. De esta manera, los deportistas rusos y bielorrusos compitieron como neutrales, sin posibilidad de portar banderas ni distintivos identificatorios. Resulta preciso señalar que Rusia no sólo fue
suspendido para estos juegos sino que, también, le fue prohibido participar en las principales competencias internacionales.
La decisión del COI denota la injerencia de acuerdo a sus intereses políticos. No se tuvo el mismo castigo para otros países como Israel, cuyo ejército masacra a miles de palestinos en la Franja de Gaza. No se lo sancionó a pesar de las manifestaciones de repudio de distintos sectores del deporte. En esta misma línea debemos preguntarnos qué sanción le cabe a EE.UU. por su larga y sangrienta tradición bélica.
Este tipo de situaciones no sucede únicamente en el terreno olímpico. Continuando con el caso ruso la FIFA impidió la participación de su selección en la fase clasificatoria para el Mundial disputado en Qatar (2022). De la misma manera, la UEFA negó la posibilidad de participar de su competencia continental.
Perspectivas para el futuro
El horizonte se modificó con el pasar de las décadas. Luego de los Juegos Olímpicos de México (1968) el deporte, la tecnología y los negocios perfeccionaron y rediseñaron el sistema. Esta combinación produjo una sinergia asemejable a una marca cuyo sentido no siempre está relacionado al deporte. Desde la ejecución del Plan Adidas, efectuado a partir del Mundial ‘78 en nuestro país, hubo un quiebre; devino paulatinamente en el
transvase de dirigentes a gerentes.
Desde esta perspectiva la organización de las competencias están sujetas a la lógica del mercado. Ya en 1986 Diego Armando Maradona se quejaba de que los partidos de aquel mundial se disputaran en horarios poco convenientes para los jugadores. Diego fue, acaso, el último deportista que enfrentó al establishment sin ninguna mezquindad. Estas organizaciones se transformaron en corporaciones con posibilidades de moldear las
políticas deportivas de los Estados. Además de la rentabilidad económica, la búsqueda es el reconocimiento como multinacionales con sus propias reglas políticas y diplomáticas. La actual (diri)gerencia organizó un sistema que impera prácticamente en todo el mundo.
Esto incluye la incorporación y/o formación de hombres preparados a semejanza del contexto. Existen múltiples ejemplos de cómo agentes vinculados al mundo empresarial se convierten en parte de este universo. Llevado al ámbito local lo podemos observar en directivos ( o apirantes a serlo), funcionarios y profesionales permeables a las sociedades anónimas deportivas, a los grupos empresarios, al sistema de apuestas, etc.
Las organizaciones internacionales deportivas moldearon las premisas generales. Las globalización ganada en las últimas décadas repercutió en la asociación del fenómeno deportivo con el mundo de los negocios y la tecnología. El deporte (espectáculo) es una marca capaz de imponer sus propios patrones simbólicos e ideológicos. De allí la dificultad para revertir su sentido y orientarlo hacia perfiles más populares.
Periodista y escritor. Autor de varios libros, entre los cuales se destacan Peronismo y Deporte I y II. También La Historia de la Unión Nacional de Clubes de Barrio. Miembro del Movimiento Social del Deporte.
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