Por Gabriel Fernández *
Esta es la portada de The Economist. La que elaboraron para hoy sus realizadores. Está acompañada por un informe sobre las exigencias internas en el Partido Demócrata para que Joseph Biden se haga a un lado, por un texto acerca del deseo presidencial de engañarse sobre sus propias posibilidades y, con intención letal, por un estudio histórico sobre la senilidad en los altos cargos de gobierno. Este último se titula, con impiedad, “presidente Lear”.
Tras el desigual debate -impuesto con demasiada antelación para evidenciar esto- se propagó en el oficialismo la idea de desplazar a Biden de la pre candidatura y, siguiendo los sondeos, designar a una mujer en su lugar. Quizás Michelle Obama, la esposa de quien fuera el jefe de Estado que lanzó mayor cantidad de misiles durante su mandato. En esa gestión -20 de enero de 2009 hasta el 20 de enero de 2017- fue acompañado por Biden. Tal vez Kamala Harris, actual vice.
Es probable que, si se contabilizan los ataques ucranianos como estadounidenses, el anciano presidente actual ya haya superado a su amigo. Lo cierto es que la desesperación atlantista para evitar un nuevo período liderado por el ex presidente Donald Trump es ostensible. Sobre todo porque, como apuntamos unos dos meses atrás, el estentóreo se encuentra consciente y determinado. De allí sus consideraciones impropias de un dirigente norteamericano sobre el Estado Profundo, la OTAN y el enemigo interno que transcribimos en el más reciente artículo.
Lo cierto es que la información referida a la modificación de la candidatura presidencial de los demócratas fue indicada en nuestras Fuentes Seguras bastante tiempo atrás, cuando los medios internacionales la seguían ratificando y hasta señalaban una consolidación de la gestión amparada en una presunta victoria de Kiev y un creciente “aislamiento” de Rusia. En sintonía, está reunida la Organización de Cooperación de Shanghai en Astaná, Kazajistán. ¿Por qué en sintonía?
Es que los miembros situaron sus proyecciones económicas conjuntas tomando como base los datos vertidos por el Banco Mundial, nada menos. Esa sucia e intrépida institución señala, por estas horas, que el G7 redujo su presencia en la economía mundial en beneficio de la de los BRICS, con visible orientación de la OCS. Es imprescindible ligar los temas.
La intención trumpiana de reorientar las inversiones bélicas dispuestas por funcionarios inyectados en la administración desde las corporaciones financieras que controlan el armamentismo, hacia la producción local, es demasiado razonable. Ni siquiera necesita gran fundamento conceptual, pues resulta sabido que la plata que no está en un lugar, está en otro.
Así que, por un lado, ratificamos lo redactado en estas páginas oportunamente -sobre el rumbo global y sobre las especificidades de la interna demócrata-, al tiempo que recordamos la importancia de los sucesos presentes en Europa y Asia. Se ha dicho que la manera de generar un futuro es crearlo. Y que el mismo comienza hoy, no mañana. En el tablero integral cada región tiene un rol que cumplir asentado en sus intereses geoeconómicos profundos. Dentro de cada zona, las naciones más voluminosas necesitan admitir su función rectora.
En esta instancia, todo presidente norteamericano es una amenaza para el Sur. Sin embargo, debido a la materialidad que atraviesa la política internacional, ese rasgo puede cambiar en un tramo venidero, no tan alejado del que atravesamos.
(*) Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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