Por Centro de Estudios para el Movimiento Obrero (CEMO)
El jueves 28 de abril falleció nuestro querido compañero Agustín ‘Piraña’ Colovos, después de una larga enfermedad, luchando contra ella y militando hasta el último día -enseñanza que nos legó a cientos de compañeros y amigos que lo supimos conocer-. Piraña era, antes que nada, un militante del pueblo argentino. Salió de sus entrañas, participó en cada una de sus formas organizativas y era uno de sus mejores referentes. Como inculcó Enrique S. Discépolo, en todos los aspectos de su vida él siempre sintió como propia la cicatriz ajena. Era un hombre del pueblo y para el pueblo.
Pero como si esto fuera poco, era un dirigente sindical y político integral. Sintetizaba como nadie las dos expresiones políticas e intelectuales más importantes de la historia argentina: la organización sindical y el pensamiento nacional. Agustín comprendía y sentía que el origen de la fortaleza del movimiento obrero radicaba en su organización de base. Por eso jamás abandonó, cómo él mismo repetía siempre, “el honor más grande que puede tener un militante obrero, que es ser elegido delegado” por sus compañeros de fábrica. Fue un luchador incansable para recuperar la seccional Morón de la UOM a sus trabajadores; logro que sucedió finalmente este año, acompañado de decenas de obreros y delegados metalúrgicos de la Agrupación Rucci. Compañeros que expresaron, durante tantos años en la oposición, la negativa a claudicar o a bajar los brazos. En esa capacidad de ser tenaces y consecuentes tuvo muchísimo que ver Piraña, el máximo referente de la Agrupación. Pero como decíamos, también se ocupó de pensar la liberación nacional desde la conciencia de un obrero. Este mismo año del triunfo electoral -una épica política conducida por Agustín- también logró publicar su libro “¿A dónde vamos los trabajadores?”. Ninguna casualidad. Otro militante digno de su pueblo como es el histórico Gonzalo Chaves remarca constantemente que lo único que no le pueden quitar a un obrero es su conocimiento. Y Piraña se ocupó de cultivarlo, de profundizarlo y de socializarlo.
Porque era un obrero pensador y a su vez un docente para todo compañero o compañera que se lo ha cruzado aunque sea en una sola ocasión de su vida. Un compañero carismático, líder y conductor, pensador, cariñoso y humanista, incómodo para los cómodos y profundamente leal de los suyos, que es la clase obrera. Con una ética inquebrantable y una generosidad militante que hizo que lo respetaran y admiraran desde un obrero de fábrica hasta un Secretario General de un sindicato.
Nada es casualidad y menos en la vida de Agustín. Todo lo que hizo fue por su voluntad y decisión de transformar. En verdad fue la causalidad el rumbo de su historia. Como dijimos anteriormente, dejó como enseñanza seguir militando hasta el último día. Y vaya si nos lo demostró recientemente triunfando en el sindicato de sus amores, publicando un maravilloso libro de su autoría -la autoría de un obrero metalúrgico- y movilizando las conciencias y los corazones de miles de compatriotas que lo conocimos.
Hasta siempre Piraña. Nos harás mucha falta. Esperemos como militantes estar a la altura de lo que sembraste. No solo como recuerdo sino fundamentalmente para continuar tu legado revolucionario para transformar nuestra realidad. Solo el pueblo salvará al pueblo.
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