Por Agustín “Piraña” Colovos
Cristina sigue sin sorprendernos con sus definiciones ideológicas, que nunca cambian y que demuestran una falta grave de autocritica ya que ella es el cuadro político más importante que tiene hoy la política profesional en Argentina.
Comenzó analizando algo que todos vivimos, que la pandemia trajo más desigualdad en la distribución de la riqueza y que sin la intervención de los estados hubiera sido una tragedia mucho peor.
Luego dijo algo muy interesante: Afirmó que el estado de bienestar y el neoliberalismo son decisiones políticas y no modelos económicos.
Pero vuelve a hacer agua cuando expresa que el capitalismo se ha manifestado como el mejor sistema para la producción de bienes y servicios, desconociendo las catástrofes humanitarias, sanitarias y ambientales que trae este sistema.
Vuelve siempre a su concepción estado-céntrica según la cual el proceso capitalista lo conduce el mercado o el estado, que no tiene anclaje en la realidad. Porque las tendencias inherentes del Capital son la concentración y centralización para maximizar ganancias que deja a millones de seres humanos como verdaderos descartes sociales.
Tiene razón CFK cuando afirma que tener el gobierno no es tener el poder y que se produce una insatisfacción con la democracia cuando nuestro pueblo cada vez vive peor. También cuando explica la urgencia de repensar una nueva ingeniería institucional, sobre todo por cómo está estructurado el estado liberal (sería bueno que ese discurso se convierta en práctica para el propio entorno de la compañera).
Yendo al recorrido histórico que hizo en su discurso, un apunte: El neoliberalismo no empezó con la caída del muro de Berlín. Fue antes, a fines de la década de 1970 con Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en Estados Unidos, que derrotaron a sus respectivas clases obreras.
Argentina fue pionera de esa transformación quirúrgica de la sociedad a partir del golpe cívico militar 1976, desde hace 46 años que no podemos romper las estructuras que nos dejó dicha dictadura. En eso si tiene razón Cristina cuando dice que la desigualdad es fruto de toma de decisiones políticas o de la falta de decisiones políticas.
Para terminar, jamás escuchamos de boca de ella convocar a las organizaciones libres del pueblo para debatir un proyecto soberano de país.
Dentro del Frente de Todos hay compañeros y compañeras que dejan todo, que tienen propuestas, pero son totalmente ninguneados.
Es necesario crear espacios participativos con poder de decisión real para enfrentar a los verdaderos enemigos de la patria, el imperialismo y las corporaciones formadoras de precios.
Mientras no se cambie la forma de dirigir desde el Palacio, seguiremos escuchando discursos que no convocan a transformar la realidad, sino más bien a describir una impotencia que pareciera haberse adueñado de la política.
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