A la memoria del periodista Pedro Barraza.
A los delegados metalúrgicos revolucionarios de ayer y de hoy.
Por Agustín “Piraña” Colovos *
Este no va a ser un artículo más acerca de los 59 años que pasaron del secuestro y desaparición del compañero Felipe Vallese, ese aciago 23 de agosto de 1962, en pleno gobierno de José María Guido.
Ya mucho se ha escrito en las efemérides del Movimiento Nacional sobre Felipe.
No por casualidad el Salón de actos de nuestra histórica CGT lleva su nombre. Nuestro compañero no fue, tal como se recuerda en la memoria popular, el primer detenido desaparecido de la historia.
Por lo menos hay tres casos previos de los que se tenga registro: el albañil anarquista Joaquin Penina, el médico comunista Juan Ingallinela y para nosotros los peronistas el cadáver de la compañera Evita, robado y desaparecido por el odio oligárquico por unos cuantos años.
¿Pero qué es lo que hace especial al caso de Felipe? ¿Por qué su trascendencia histórica? ¿Por qué su vigencia, en decenas de agrupaciones sindicales y políticas, a lo largo de la historia y en la actualidad?
Creo que la respuesta que encuentro es que el joven compañero metalúrgico Felipe Vallese, era un militante INTEGRAL del movimiento de liberación nacional, que para nosotros es el peronismo.
Y ¿qué sería un militante integral?
Bueno, un militante integral es aquel que tiene consustanciada toda su práctica en los objetivos estratégicos del movimiento al cual pertenece.
¿Cómo sería esto? Y veamos un poco, ahora sí, la vida de Felipe.
A los 17 años ingresa a trabajar a la fábrica TEA, ubicada en la calle Caracas 940 del barrio de Flores, y muy rápido es elegido delegado gremial por sus compañeros de trabajo.
Ya a los 18 años Vallese militaba en los primeros grupos de la Juventud Peronista y formaba parte de su mesa ejecutiva con “históricos” como Gustavo Rearte, Envar el Kadri, Tito Bevilaqua, Jorge Rulli, Hector Spina y Tuli Ferrari, entre otros.
Estos jóvenes peronistas frecuentaban los sindicatos y ahí mismo se daban debates acerca de cómo seguir la lucha por el retorno del general Perón a la Patria, y también de cómo seguir dando las luchas reivindicativas del momento.
La lucha por las reivindicaciones inmediatas del movimiento obrero y popular no estaban desligadas de la lucha por el retorno del General o, lo que era lo mismo en ese momento, con la toma del poder político por parte del pueblo.
De ahí que Felipe Vallese participa de las históricas jornadas de lucha con la toma del Frigorífico “Lisandro de la Torre”. Ahí sufre su primer cárcel.
Luego participa con los hermanos Rearte del desarme de un puesto de guardia de la policía aeronáutica en unos monoblocks que se estaban construyendo en Ezeiza. Eran los albores de la lucha armada que nuestro pueblo peronista iba a ir madurando.
Luego, ya en 1962, el último lugar en el que se vio con vida a Vallese fue en la comisaría de Villa Lynch, en el partido de San Martín.
La Unión Obrera Metalúrgica denunció a los autores de la desaparición forzada. Pero la justicia no detuvo a los responsables. Un entramado mafioso de jueces y policías los encubrió.
Los captores de Felipe fueron policías de la Regional San Martín, bajo el mando del oficial subinspector Juan Fiorillo, que a partir de 1976 cumpliría las mismas funciones pero ya como comisario.
La investigación de este caso fue llevada en un primer momento por el periodista Pedro Barraza. Esta denuncia le costó a él también la vida. Fue asesinado en 1974 por una banda parapolicial dirigida por el propio Fiorillo, el matador y desaparecedor de Felipe Vallese.
La UOM nunca dejó de exigir la aparición con vida de su delegado y es así que en 1965 edita un libro, a través de la editorial Sudestada, contando toda la investigación que se había realizado hasta ese año.
Los nombres de los autores no pasarán desapercibidos para el lector y tampoco que en esos años de resistencia hayan sido abogados de la UOM: Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde.
El libro tuvo un título épico como su época: “Felipe Vallese: proceso al sistema”, y está basado prácticamente en la investigación que realizara Barraza.
Los miles de Felipe Vallese no encajaban en el sistema que ofrecían la oligarquía y las clases dominantes para los trabajadores y el pueblo en general.
Por eso esa camada se formó como militantes integrales, como cuadros sindicales, pero también como cuadros políticos y barriales.
No era una militancia liberal, todo lo contrario. Las formas políticas que se daba el movimiento nacional correspondían a las tareas que había que encarar para resolver los grandes temas del pueblo.
Las organizaciones libres del pueblo tenían voz y voto y se debatía acaloradamente, y a veces hasta violentamente, pero “se movía el avispero” como se dice popularmente.
Hoy Felipe Vallese continuaría cuestionando al sistema. Pero estaría marginado para la conducción de nuestro Frente de Todos. Como lo estamos miles y miles de compañeros hoy.
Digo Vallese y veo en él a los miles de trabajadores/as sindicalizados, de la economía popular, de los barrios. Es decir a la militancia del peronismo de abajo que no se resignan a conchabarse para ser empleados de la una elite política que no debate, que no discute, sino que busca perpetuarse en ese limbo que son los cargos por los cargos mismos, salvo honrosas excepciones.
No es que las “bases” sean buenas y los “dirigentes” malos, sino que las formas políticas liberales que tienen nuestras capas dirigentes, tanto políticas de la “orga” como del pejotismo y del sindicalismo, son profundamente excluyentes y elitistas.
¿Y cómo podremos transformar tan injusta realidad que estamos viviendo sin el protagonismo del pueblo en la construcción de su propio destino?
En esto la concepción política que se tenga es fundamental. Obvio que hay que ganarle a la derecha y que no vuelvan nunca más. Pero…
Si trato a mis militantes como empleados, porque debido a la insoportable desocupación muchos compañeros y vecinos se acercan a la política por un trabajo, y yo como “elite” aprovecho, reproduzco la dominación del enemigo.
PAMI, ANSES, municipalidad, universidad, vacunatorios ahora, miles y miles de compañeros empleados de estas elites (generalmente millonarias también). Vivo en Hurlingham y conozco esto tanto de parte de la “orga” como del ex intendente.
No tienen proyecto colectivo. Muchas veces es solo de gestión. “Hurlingham está muy lindo pero cada vez los vecinos viven peor por las condiciones sociales de nuestro país”.
Quiero decir, no hay proyecto, gremial, provincial o municipal, sin proyecto nacional. Esa es la integralidad de la militancia de Vallese, y que debemos recuperar.
No porque todo tiempo pasado fue mejor, sino porque urge cambiar este presente tan injusto.
Por eso es tan importante levantar la militancia INTEGRAL de Vallese y de los miles de Valleses que no paran de nacer, de militar, de luchar y de discutir…
Llevará más o menos tiempo, pero para revolucionar nuestra Patria debemos revolucionar la forma de hacer política dentro de nuestro movimiento.
Felipe Vallese Presente, Ahora y siempre!!!
(*) Delegado Envases del Plata (ex-Camea). Integrante de la Agrupación metalúrgica José Ignacio Rucci, UOM seccional Morón.
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