Por Emiliano Vidal*
La reciente sanción parlamentaria de la norma “Capitales Alternas”, sintetiza un antiguo anhelo, asperjado en democracia, en el intento trunco de remover el distrito federal de Raúl Alfonsín hace 34 años, con anclaje en la historia del país, en vivo fuego tras la pandemia del covid, y acorazado en un viejo apotegma: la llamada “civilización” porteña contra la “barbarie” provincial. En esta línea, casi sin querer, decanta párrafos siguientes, la quinta entrega de una saga de publicaciones que solo intentan colaborar en la ardua tarea de comprender las dos argentinas desiguales que conviven desde hace más de dos siglos en un mismo territorio.
El reciente y sentido fallecimiento de Diego Armando Maradona, el mejor futbolista mundial de todos los tiempos y símbolo nacional, sintetiza un año para el olvido. Este año 2020 de la pandemia de covid, inicialmente de extirpe belgraniano, en el recuerdo del natalicio y deceso de Manuel Belgrano, aquel hombre que se construyó así mismo y la historiográfica oficial sosegó únicamente al mástil de la bandera, debe oficiar de puente en el armado del país que no es pobre, si enormemente desigual. La pandemia solo correr el velo. Si en su momento el foco del covid fue el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), y su expansión hacia toda la República, es imperioso comprender la histórica conexión del distrito capital y las demás provincias, y en ella, un debate histórico: el traslado de la ciudad capital federal fuera de la ciudad Buenos Aires.
En abril de 1986, el entonces presidente de la Nación, Raúl Alfonsín anunció el último proyecto en este sentido, proponiendo remover la Capital Federal a la ciudad de Viedma, provincia de Río Negro. El objetivo era descentralizar el poder político y económico del país a la vez que potenciar el poblamiento de la Patagonia.
Precisamente, hace 140 años, en destacados debates legislativos, el patriarca radical, Leandro Nicéforo Alem, polemizó con su José Hernández, el futuro autor del “Martín Fierro”, adelantándose a todas las desgracias que las provincias padecieron al siglo y medio siguiente.
Domingo Faustino Sarmiento, arrebata la furia porteña, de aldeanos seducidos a los intereses económicos reinantes desde la creación del virreinato del Río de la Plata en 1776. La rebelión porteña la padece el entrerriano Justo José de Urquiza el 11 de septiembre de 1852, meses posteriores a la derrota de Juan Manuel de Rosas, en Caseros. En 1868, poco antes de asumir la primera magistratura de la República, el polémico sanjuanino Sarmiento propulsa una república federal que debía gestionarse desde fuera de la capital unitaria. La propuesta desde su obra “Argirópolis, es instalar un distrito federal en la isla Martín García. Es el anhelo de la elite portuaria: una comarca europea de espaldas a un mercado interno de las golpeadas economías regionales.
“La capital del futuro debe ser Santiago del Estero”, dice Julián Domínguez, entones titular de la Cámara de Diputados de la Nación, pre precandidato fallido a la gobernación bonaerense en 2015. Una frase en diapositiva más de una extensa película. Tras la toma del poder pos revolución de Mayo de 1810, el distrito porteño oficia de asiento de las autoridades principales seducidas por las cercanías del puerto y la aduana. En septiembre de 1880, el entonces pueblo bonaerense de Belgrano, es el asiento de gobierno del entonces mandatario, Nicolás Avellaneda ante el clima bélico con la provincia de Buenos Aires. Desde allí, se rubrica la municipalidad de la Ciudad y su flamante capitalización de la Nación. Las migraciones internas que bordean el límite entre la ciudad y su ya anterior dueña, la provincia homónima, van tejiendo el área metropolitana, aún hoy carente de legislación que regule su actividad. Las tensiones son de vieja data entre la Nación, la ciudad y la provincia de Buenos Aires. La pandemia del 2020 desmenuza la verdad que es la única realidad.
En la batalla de Cepeda, en 1859, los porteños demostraron ser cojonudos soldados frente a la bravura de los guerreros provincianos. También lo fueron en los escritorios al ceder el interior provincial las rentas de aduana. El tucumano Juan Bautista Alberdi tiene la peculiar tarea de firmar parlamentariamente la creación de la ciudad capital federal. Es el triunfo de país chico que tallaba Bartolomé Mitre, tanto en los escenarios bélicos como en la creación hace 150 de su diario La Nación y la matanza del Paraguay. El caudillo bonaerense brama en agigantar una ciudad individualista, no una República igualitaria. Lo que transcurre es un capítulo más de la eterna situación política y económica de la Nación, la provincia y la ciudad homónimas de Buenos Aires.
Noviembre 2020. Alberto Fernández acelera a fondo con relación a los fondos que su antecesor en el cargo, Mauricio Macri, cedió al estado porteño. ¿Y si en la reconstrucción nacional pos pandemia y trazado historiográfico se debate trasladar el distrito federal de la ciudad homónima de la provincia de Buenos Aires a otra región del país?…el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta gruñe más, ¿la ciudad/capital no debería devolver el dinero otorgado en estos cuatro años al resto del país?
Abril 1880. Julio Argentino Roca recula. Intuye que tiene el poder de las provincias y la presión de la oligarquía porteña. No es momento de precipitaciones. No todavía. La ciudad santafesina de Rosario pica en punta. Hay reuniones secretas entre Roca, todavía ministro de Guerra del gabinete de Avellaneda, y articulador de la “conquista del Desierto” con el actual vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, José María Moreno. ¿Por qué motivos quienes juran el título de abogado/a al culminar sus estudios, perciben desde los parlantes de la imponente aula magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, el himno a Sarmiento, que ni siquiera era letrado, en lugar del de Juan Bautista Alberdi, -con letra de Manuel Lizonda Borda y música de Enrique Mario Casella – que hasta era jurista y en la fecha de su nacimiento, 26 de agosto de 1810, se conmemora el día de los profesionales de las leyes?…¿por qué en el pasillo principal de los Pasos Perdidos de esa casa de estudios, luce el monumento de José María Moreno, vice de gobernador bonaerense Carlos Tejedor, rival político en esos tiempos de Roca y el referente principal en no entregar la ciudad principal de la provincia de Buenos Aires al flamante Estado nacional?
El relato oficial de la historia tiene fecha de vencimiento. Similar para la línea revisionista. La nueva tendencia historiográfica es con todos y todas. Nadie queda afuera. La pandemia refleja que vía red cibernética y sus aplicaciones, los poderes de la República pueden funcionar en cualquier rincón del país. La ciudad autónoma de Buenos Aires en su rol de Capital Federal resume dos realidades políticas de mismo tenor cuyo pilar son los porteños y porteñas bordeando cuarenta localidades de la homónima provincia. Un correlato que data desde hace un cuarto de siglo, cuando en 1995, un año después de la reforma de la Carta Magna y la sanción en el Parlamento de la denominada ley “Cafiero” -24.588-, tras el proyecto presentado por el entonces senador y ex gobernador bonaerense Antonio Cafiero, el abuelo del actual jefe de Gabinete de Ministros, Santiago.
La Argentina necesita generar el debate de su capital federal. ¿Es el momento de delimitar el distrito de todos o el devolver la ciudad a la provincia de Buenos Aires?
Octubre 1812. Los integrantes del segundo Triunvirato, apoyados por el General José de San Martín, fueron los primeros en plantear la necesidad de contar una capital para el gobierno de las Provincias Unidas del Sur. Un año después, en la emblemática Asamblea de 1813, el oriental Gervasio Artigas planteó que no fuera Buenos Aires. Décadas más tarde, la principal comarca bonaerense fue puliendo su lugar de asiento del gobierno de turno, condimentadas al calor de guerras civiles, levantamientos provinciales, el asesinato de Manuel Dorrego, la aparición de Juan Manuel de Rosas, la batalla de Caseros, la separación de la Buenos Aires mitrista (y posterior retorno) del resto de las provincias, Urquiza legando la victoria a Mitre y el genocidio del Paraguay. La ley número 1029, de federalización o municipalización de la ciudad de Buenos Aires, se aprobó hacia el final del gobierno de Avellaneda y los comienzos de su sucesor, el tucumano Julio Roca. Culmina, así, la eterna posición de la ciudad/puerto sobre el interior del país y el flamante estado nacional pasó a tener su distrito capital. Dos años después, en 1882, el Congreso de la Nación creó las figuras del intendente municipal, quien era elegido por el presidente de la Nación de turno y el Concejo Deliberante porteño.
Durante la reforma constitucional del 94, los constituyentes agregaron en el capítulo sobre Gobiernos de Provincias, un autonomismo acotado para la ciudad de Buenos Aires. Así, los porteños pueden votar a su propio jefe de gobierno y legisladores, si bien desde la federalización de 1880, la ciudad ya contaba con concejales elegidos por los votos.
La idea de desglosar la Capital Federal de la ciudad de Buenos Aires es una tarea tan descomunal como difícil, subsumida a intereses electorales. ¿Si la Capital es delimitada, qué parámetros se tendrían en cuenta dentro de la ciudad Autónoma de Buenos Aires?; ¿qué barrios quedarían dentro de la ciudad porteña y cuales formarían parte de la Capital?, o es más conveniente construir un distrito federal en otra provincia?
En este triángulo de la discordia – Capital Federal, ciudad de Buenos Aires y la Nación- desfilaron cantidades de proyectos por trasladar el distrito federal fuera de la ciudad porteña. En 1868, el entonces presidente Bartolomé Mitre, vetó la Ley 252, que pretendía mudar la capital a la ciudad de Rosario. Su sucesor en la primera magistratura, el sanjuanino Sarmiento, trunca la intentona de la Isla Martín García, vetaría la norma que propuso instalar la capital federal en la localidad cordobesa de Villa María. También naufragaron los intentos de dictadores como Alejandro Lanusse, quien en mayo de 1972, decretó la ley 19.610, que planteaba la necesidad de remover la capital de la Nación.
El 2020, el de Manuel Belgrano, tras la pandemia, pos macrismo y deudas sociales, políticas y económicas que aún acarrea la democracia a 37 años de su regreso, define un año cargado de demasiado dolor. Se suma hacia su final, el deceso mortal de Diego Armando Maradona, también otro episodio de los constantes tironeos entre Nación/Capital porteña. En el camino de la reconstrucción nacional, es necesario encaminar una nueva narración histórica con hechos concretos. El traslado de la capital federal fuera de la ciudad porteña está en ese camino. Es el momento de que el distrito porteño tenga una verdadera autonomía, sea declarada una provincia y se libere de la responsabilidad de ser Capital Federal del país. Si bien siempre habrá otras prioridades, es esta la oportunidad de impulsar ese debate.
(*) Co-conductor de De acá para allá (sábados de 12 a 13 horas)
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