¿Cuándo y por qué se le otorga la autonomía a la Ciudad de Buenos Aires y cuál es su alcance real? Esos fueron los interrogantes que desarrolló Javier Azzali, abogado y docente, en diálogo con Radio Gráfica.
Entrevistado por Vivian Elem, definió que “el neoliberalismo y las políticas elitistas que tuvieron lugar en los años 90” le dieron “más poder político a la Ciudad de Buenos Aires”. Además, subrayó que “mientras que en la Ciudad de Buenos Aires se vive niveles de vida comparables con las mejores ciudades europeas”, existe “una desigualdad inadmisible e inaceptable para un proyecto de nación igualitario, federal y democrático”.
¿El proceso de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires obedece a formas de organización nacional de proyectos políticos diferentes de país?
-Sí, es así. Es la relación entre la Ciudad de Buenos Aires, la Nación y el resto del país, que hace a la estructura de un proyecto de país. El tipo de relación que ha tenido la Ciudad con el resto del país ha variado al ritmo de los distintos proyectos de país que hemos tenido. Cuando ha sido un proyecto más nacional, popular, democrático y federal, la Ciudad de Buenos Aires se ha puesto en línea con esos objetivos de integración nacional y desarrollo productivo: más equitativo, más solidario. Y al contrario, con otros proyectos hay una tendencia a separarse del destino del conjunto del país. Esto ha sido una de las claves a lo largo de nuestra historia nacional.
Recordemos que en el siglo XIX, la lucha entre unitarios y federales, la lucha que definió el tipo de organización nacional giraba alrededor justamente de la Ciudad de Buenos Aires y de la captación, del uso y distribución de las rentas de la Aduana de Buenos Aires, que era el principal ingreso que tenía el país. Para eso se nacionalizaron las rentas de la Aduana y se federalizó la Ciudad de Buenos Aires como manera de garantizar que se cumpliera ese mandato que estaba en la Constitución de 1853. Esto fue el anhelo que se expresó en la Constitución del 53, y que terminó de concretarse con una batalla militar que se dio en la zona de Parque Patricios-Pompeya en 1880 (La Batalla de los Corrales Viejos), donde se termina de definir la federalización de la Ciudad de Buenos Aires y se transforma en capital federal. De tal manera que si nosotros podemos hablar, hoy, de una nación argentina, tal cual la conocemos en la actualidad, es en gran medida resultado de todo ese largo proceso histórico que se dio en la segunda parte del siglo XIX.
Lo más cerca que hemos estado de un país verdaderamente federal, democrático y con participación política de las provincias fue en el primer gobierno de Perón. Tras el golpe del 55, los sucesivos golpes cívico-militares implementaron políticas antinacionales y centralizadas, que terminaron en la implementación del neoliberalismo en los 90, ¿fue determinante este proceso?
-Lo que ocurre es que en la Ciudad de Buenos Aires se concentra toda la economía, el comercio y las finanzas del país. Esto es producto de nuestra estructura económica y, también, de la geografía que ha determinado en alguna medida esta realidad social. Entonces, el neoliberalismo y las políticas elitistas que tuvieron lugar en los años 90 lo que hicieron es darle más poder político a la Ciudad de Buenos Aires. Digamos, un proyecto de Nación para nuestro país requiere que los recursos de la Ciudad y la enorme concentración de poder económico, financiero, comercial y hasta cultural, también, sean puestos a disposición del proyecto de nación, al servicio de la totalidad del país.
En los años 90, el neoliberalismo fragmentó nuestro país. Hasta, incluso, en el año 2002 tuvimos una propuesta de tutelaje económico muy importante de parte de organismos internacionales. El país queda fragmentado, con zonas económicas muy marginadas especialmente en el NOA, en el NEA, donde el Estado casi no llega y es difícil decir que ahí el país ejerce algún tipo de soberanía. Mientras que en la Ciudad de Buenos Aires se vive niveles de vida comparables con las mejores ciudades europeas, esto es una desigualdad que es inadmisible e inaceptable para un proyecto de nación igualitario, federal y democrático.
Y la reforma constitucional de 1994 volvió a discutir esto y le otorga autonomía a la Ciudad de Buenos Aires, y empezó la discusión, ¿por qué es esta autonomía?¿Qué significa? Aquí está una de las claves, la condición jurídico política de la Ciudad. Hasta el año 94, estaba claro que tenía un régimen propio de un municipio. El Presidente de la Nación podía elegir por decreto al intendente, después del año 94, el intendente es elegido por vía electoral y cambia el nombre a Jefe de Gobierno. Todo eso hace a los derechos políticos, pero lo discutible viene respecto de cómo se usan los recursos del ámbito capitalino, y es la gran cuestión. Porque hay recursos económicos muy importantes que operan en la Ciudad de Buenos Aires que, habitualmente, estaban al servicio de todo el país. Después del año 94, al darle esa categoría de autonomía, muchos entendieron, especialmente las autoridades porteñas, que dejaban de ser un municipio y pasaban a ser una provincia, y al ser una provincia empiezan a hacer reclamos en pie de igualdad al resto de las demás provincias. Y tenemos la situación actual, donde la Ciudad de Buenos Aires reclama una coparticipación, diciendo o invocando un supuesto federalismo, una igualdad con el resto de las provincias, cuando esto no es así.
¿La Ciudad puede reclamar la coparticipación?
-Hay que discutir qué tanto y en qué medida debe participar de la coparticipación. La ciudad hace este reclamo en nombre de que ellos se consideran una provincia. Y acá, hay algo muy importante, que desde los 90 especialmente, los grandes medios de comunicación con la doctrina constitucionalista han impuesto un sentido común acerca de que efectivamente la Ciudad es una provincia y que, por lo tanto, debe recuperar mucho de lo perdido. Claro, porque si uno lo compara con Formosa o Catamarca, proporcionalmente, la provincia recibe más en coparticipación, pero, ¿por qué recibe más que la Ciudad de Buenos Aires? Porque son provincias que históricamente han estado marginadas y discriminadas del desarrollo regional y, por otro lado, porque están en una zona geográfica que de acuerdo al desarrollo económico necesitan de mayor apoyo de parte de la Nación.
En definitiva, uno podría resumir diciendo: un proyecto de federalismo, de desarrollo productivo, de desarrollo regional, ¿qué necesita? ¿Qué le de a todos lo mismo? ¿O necesita dar más apoyo a determinadas regiones que a otras? Y esto está en la Constitución del 94, el artículo 75, inciso 2. Un inciso que habla de la coparticipación y dice: la distribución entre la Nación, las Provincias y la Ciudad de Buenos Aires se efectuará en relación directa a las competencias, servicios y funciones de cada una de ellas, contemplando criterios, objetivos de reparto, será equitativa, solidaria y dará prioridad al logro de un grado equivalente de desarrollo, calidad de vida e igualdad de oportunidades en todo el territorio nacional. Entonces, esta norma debe ser complementada con la norma que le da autonomía a la Ciudad de Buenos Aires, esa autonomía que nunca podría ser interpretada en contra de este criterio equitativo, que además es un criterio de sentido político básico, general.
La Ciudad de Buenos Aires no produce, no tiene industrias y es la de mayores ingresos ¿Se puede pensar un país federal con la Constitución del 94?
-Yo creo que sí se puede hacer, porque lo que se está discutiendo es una interpretación del significado y del alcance de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires. La autonomía fue producto de una exigencia del radicalismo, en el Pacto de Olivos, en el que el justicialismo lo acepta y la reforma constitucional del 94 fue producto de ese acuerdo político. El radicalismo creía que de esa manera podía relanzarse en sus apetencias de poder y que efectivamente lo logró, colocando a Fernando de la Rúa, que fue el primer intendente electo de la Ciudad de Buenos Aires como Presidente de la Nación. La Ciudad de Buenos Aires nos ha dado a dos ex intendentes como presidentes, a De La Rúa y a Macri, esto es muy significativo, los dos de una fuerte orientación neoliberal y entreguista.
Entonces, ¿qué es lo que hay que hacer? Hay que discutir cuál es el real alcance de esta autonomía. En la Asamblea Constituyente tiene una participación muy activa Antonio Cafiero, que era gobernador de la Provincia de Buenos Aires y que, además, era el principal político de referencia del peronismo en la asamblea. Y Cafiero decía que la autonomía que se le otorgaba a la Ciudad de Buenos Aires, no podía entendérsela en el sentido de igualarla con una provincia. Los legisladores porteños decían que sí. Decían que sí se da autonomía y que era igual que una provincia. Y había otros que expresamente decían, no, va ser el mismo municipio que antes, solo que ahora los ciudadanos de Buenos Aires pueden elegir intendente, tienen legisladores y mayor ejercicio de derechos políticos.
Hay que volver a esa discusión. Se ha instalado en el sentido común que la Ciudad de Buenos Aires es una provincia y esto tiene consecuencias concretas en las atribuciones. Ahora lo vemos al Jefe de Gobierno yendo a la Corte Suprema, reclamando por la coparticipación, los puntos de coparticipación que le está quitando el Gobierno nacional, que está intentando recuperar. ¿En nombre de qué lo hace? En nombre del federalismo. Dice: si nosotros somos una provincia, queremos estar en igualdad que el resto de las provincias. Esto hay que volverlo a discutir, la Ciudad de Buenos Aires es un municipio de la única ciudad metrópolis que tiene la Argentina y que es la Capital Federal. Y es la única manera de volver a colocarla al servicio de los intereses nacionales.
¿Por qué es importante la Ley Cafiero?
-La Ley Cafiero es una ley del año 95 y una de las leyes más denostadas del país, todo el tiempo están intentando derogarla, por eso hay que defenderla, porque impide una transferencia de las instituciones de la Nación al ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué habría que hacer? Un objetivo político muy sencillo, fortalecer el poder federal en el país y la manera de fortalecerlo es haciendo que los recursos que se recaudan y que sostienen a la Cuidad de Buenos Aires, se redistribuyan al resto del país. Porque, como decías, y es una clave económica la que vos dijiste, la Ciudad de Buenos Aires no produce, no tiene industrias, pero si embargo tiene una recaudación en ingresos brutos que es muy grande y aporta al PBI nacional casi el 20%. ¿Y de dónde viene eso? Viene de los servicios económicos, financieros, comerciales, del tránsito económico y comercial que hace todo el país, porque todo el país cae en un embudo acá.
Entonces, eso hay que ponerlo en discusión y decir, si lo producido en materia de economía, servicios financieros y servicios comerciales es producto de la actividad económica de todo el país, debe devolverse al resto del país y no quedar nada más que en el ámbito porteño y favorecer al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lo primero que hay que hacer es ponerlo en debate.
En uno de tus trabajos hablas del porteñismo, y agrego que se irradia al país a través de la concentración medios de comunicación, que producen el 60% de los contenidos desde la Ciudad de Buenos Aires ¿Cómo hacer frente a este centralismo?
-Yo creo que es sencillo, hay que plantearlo desde el interés nacional, vos lo pusiste bastante en evidencia cuando hablaste de los medios de comunicación concentrados que tienen alcance en todo el país, que hacen cosas hasta irritantes. Uno va al interior, a una provincia, y prendes la tele y te está informando de cómo está el estado del subterráneo en el microcentro porteño, cuando estas en la ciudad de Formosa o en la ciudad de Salta. Entonces, tenemos los medios concentrados de comunicación que operan en el ámbito de la Capital Federal y que se extienden hacia el resto del país, hay un interés nacional ahí puesto, no importa que tengan sede en la Ciudad de Buenos Aires, hay un interés nacional en la regulación, de cómo trabajan, de cómo operan, de los contenidos. Eso hay que federalizarlo y que las provincias tengan derecho a discutir y a debatir sobre esos contenidos, sobre esa regulación, sobre cómo opera y cómo actúan, no solamente la Ciudad de Buenos Aires.
En la discusión y sanción de la Ley (26.522) de Servicio de Comunicación Audiovisual, que era nacional y federal, la Ciudad de Buenos Aires saca su propia ley de medios, intentando sustraer y proteger a los medios concentrados que tenían sede en capital federal, como haciendo un paraguas de lo que era la ley de medios nacional. Hasta hubo un juez porteño que declaró la inconstitucionalidad de la Ley de Medios (26.522) en el ámbito de la capital federal, esas cosas no pueden pasar. Hay un interés nacional que es mayor que el interés que pueda tener la Ciudad de Buenos Aires, porque la actividad en sí misma es una actividad de alcance nacional, no importa que esté radicado en la Ciudad de Buenos Aires y así ocurre con todos los temas.
Recuerdo que el kirchnerismo llevó adelante una política de infraestructura nacional muy importante, a través, no del régimen de coparticipación, sino de un régimen propio, de los aportes del tesoro nacional, del fondo sojero, es decir, se hace una recaudación y se redistribuye con criterios equitativos hacia el resto del país. Esa es una manera. Y el régimen de coparticipación, también, adecuarlo a estos criterios de solidaridad y de equidad regional.
Para continuar con el porteñismo, ¿tiene un eje fundante en la cultura?
-Nosotros en la charla hicimos hincapié en cuestiones más económicas y jurídicas, pero la cuestión cultural es muy importante, yo creo que todo eso viene de la mano. Está al servicio de justificar una fragmentación económica del país y el poder de las grandes elites que tienen sede en Buenos Aires, la oligarquía terrateniente, que es dueña de las tierras de la Pampa húmeda, los grandes estancieros siempre vivieron en la Ciudad de Buenos Aires, en barrio norte, en Recoleta.
Han hecho de la Ciudad de Buenos Aires su gran sede de poder, desde donde se impone una cultura única, dominante, de matriz europeísta, etnocéntrica, anti latinoamericana, cipaya. Incluso, una ciudad en la que a principios del siglo XX se da una arquitectura de imitación, imitamos a París o a Madrid en los grandes edificios del centro porteño.
No obstante, la Ciudad de Buenos Aires es una ciudad profundamente latinoamericana, si uno recorre sus calles, sus barrios, hay un mestizaje muy importante, aquí vienen a vivir familias de todas las provincias, ahora se ha ampliado a la zona metropolitana, lo que se conoce como el AMBA, desde el punto de vista regional. Pero también, es una ciudad donde viven personas y familias de nacionalidad boliviana, paraguaya, peruana, reeditando en alguna medida ese antiguo camino de la época colonial, del Alto Perú a Buenos Aires y de Buenos Aires al Alto Perú. Entonces, la Ciudad de Buenos Aires es una ciudad profundamente mestiza, yo en eso tengo mucha esperanza, de que pueda quedar en un primer plano su verdadera identidad, que es una identidad nacional, lo que ocurre es que las elites la tienen subyugada, dominada.
Una Ciudad mestiza que no se reconoce en un proyecto nacional, federal y latinoamericano.
-Uno recorre los barrios y es profundamente latinoamericana. Lo cual es razonable, porque es el centro neurálgico, si vale la metáfora, de todo el aglomerado nacional. Ante la falta de posibilidades en las provincias, se viene a trabajar aquí, por los recursos, aquí está la vida económica. Y el problema político creo que hay que empezar a discutirlo y se podría resumir, en que es un objetivo del proyecto nación, soberano, federal y democrático, de recuperar la Ciudad de Buenos Aires, en el sentido de colocarla al servicio del proyecto de nación. Y hacer ver que en la Ciudad de Buenos Aires ocurre un montón de actividades de tipo económicas, financieras, comerciales, políticas, culturales, comunicacionales que son de especial interés nacional y, por tanto, la totalidad del país, las provincias, tiene derecho a participar de la toma de decisiones sobre esas actividades ¿Cómo lo hace? A través de las instituciones nacionales, es la única manera, a través del Congreso de la Nación, del Estado nacional.
Por eso, un objetivo político, a mí modesto entender, tendría que ser el de terminar con las transferencias de instituciones nacionales al ámbito porteño. Por ejemplo, la transferencia de la justicia al ámbito porteño, la transferencia de la inspección general de Justicia que intentó hacer Macri y que quedó suspendida, eso hay que cancelarlo. Las instituciones nacionales en el ámbito de Buenos Aires hay que fortalecerlas, no liquidarlas y pasarlas al ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.
Otro tema es el de la seguridad, estamos viendo la importancia que tienen las policías, esta insurrección de la policía bonaerense. Veamos, si la casa de gobierno transfiere totalmente la Policía Federal a la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, no cuenta con un servicio de seguridad propia, queda a disposición casi su seguridad, que está al servicio del intendente local. Y esto, ¿está bien o está mal? Es de interés nacional que la casa de gobierno y las instituciones nacionales cuenten con una seguridad propia.
Cuando en el siglo XIX se discutía la federalización de la Ciudad de Buenos Aires, uno de los principales argumentos que se decía era que la casa de gobierno era un huésped de la Provincia de Buenos Aires, que en ese momento era la dueña de la ciudad, porque quedaba a merced de la seguridad que le podía dar o quitar, por eso se decidió la federalización para que tenga su propia seguridad.
Redacción: Lucia Izaguirre
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