El gobierno alzó la mirada. Intenta ver más allá del virus. Y en el período de mayores proto logros en materia económica, re descubre las dificultades de pretender concretarlos en medio de un panorama con fortísima incidencia de los monopolios por actividad.
Por Gabriel Fernández *
Las compañías más poderosas, a su vez formadoras de precios y portadoras del mensaje mediático, concretaron acciones públicas y reservadas en la última semana.
Por un lado, a través de la Asociación Empresaria Argentina afirmaron que no están dispuestas a pagar el impuesto a las grandes fortunas, cuestionaron la disposición estatal sobre la telefonía, insistieron en impactar sobre la Reforma Judicial y descerrajaron un nuevo golpe al bolsillo colectivo con aumentos sin más sentido que la objeción político económica al oficialismo.
Por lo bajo, obstaculizaron las decisiones gubernamentales destinadas a promover la construcción al exigir al ministro de Obras Públicas Gabriel Katopodis –presionando a sus funcionarios- para que las obras se desarrollen en beneficio de los mismos empresarios que se enriquecieron bajo los designios de Luis Toto Caputo y Guillermo Dietrich.
En una dirección armónica plantearon sin delicadeza desde sus órganos de difusión que la Argentina es cuestionada por su acción sanitaria –una mentira grande como el planeta-, que el malestar social por la situación económica es indetenible –además de inexacta la versión, por lo antedicho en materia de precios, es hipócrita– y que “Cristina gobierna, los demás comentan” en un redoble de apuesta por la división interior.
LAS RAZONES DE LAS DECISIONES. El último punto es de sumo interés. Entramos en una región delicada y si bien nos asentamos en la información vertida apenas horas atrás por nuestras Fuentes Seguras, resulta pertinente señalar que el hilván conceptual nos pertenece. Así nadie se ofusca con nadie. Y el periodista que redacta estas líneas carga en sus espaldas el cierre interpretativo.
Las disposiciones más firmes adoptadas por el presidente Alberto Fernández en los tiempos recientes lo acercaron, efectivamente, al perfil que los analistas opositores evalúan propio de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Pero han sido sus empleadores, los directivos de las firmas concentradas, quienes impulsaron esa aceleración con los mandobles incesantes.
Es una suerte de profecía auto cumplida. Desde que asumió Alberto y muy a pesar de su ostensible y por momentos enervante actitud dialoguista, medios, voceros y legisladores liberal oligárquicos deslizaron con mayor o menor delicadeza que desconfiaban del gesto porque los peronistas son todos iguales aunque muestren rostros estilísticamente diferenciados.
De tal modo desplegaron su batería inmisericorde sobre la sociedad en plena pandemia, promoviendo marchas contagiantes y ofreciendo micrófono a desaforados sin representación alguna, mientras lanzaban vituperios y críticas sobre el gobierno condenando cada paso, por moderado que fuese, adoptado desde una gestión escogida democráticamente por los votantes.
Tras los primeros meses de aguantar los ataques, cuando surgió la perspectiva tangible de la vacuna, las autoridades nacionales atenuaron el buen trato y empezaron a adoptar decisiones impostergables destinadas a poner de pie al país. Nuestras Fuentes narran que en lo anímico incidió sobre el presidente el éxito del lanzamiento del satélite argentino, al cual percibió como mensaje y bandera.
Cristina no realizó operatoria interna alguna al respecto. El hostigamiento incesante, incluidas notorias faltas de respeto a la investidura presidencial, fueron orientando al jefe de Estado en la dirección correcta. Quizás más bien inevitable. Esto fue posible, en la práctica, gracias al respaldo activo que recibió del ya tándem Sergio Massa – Máximo Kirchner para sostener la alianza.
SHHHH!. Las dificultades puertas adentro no son menores. El titular del Enacom, Claudio Ambrosini no es exactamente un delegado del Frente Renovador en el organismo: está allí por encarnar el tono afable de Alberto en ese primer tramo que incluyó reuniones que involucraron a Héctor Magnetto y otros empresarios de medios.
Ambrosini es amigo de Jorge Rendo, segundo de Héctor no me deja mentir en la escala directiva del Grupo. A tal punto llega la confianza que cuando estaba por disponer que la telefonía pasara a constituirse como servicio público, Alberto advirtió a Gustavo Fernando López ¡el vicepresidente de Enacom! que no informara a su superior sobre la movida en desarrollo.
El estómago resfriado de Ambrosini cuando se trata de Causas Nobles, es una preocupación constante al interior del gabinete. Alberto sabe con qué bueyes está arando y algunos pueden quedar en el camino si la profundidad del surco se acentúa.
Lo que sí se da en el ambiente hogareño del Frente de Todos es un contraste que bien podría formar parte del debate sobre Comunicación y Política que llevamos adelante en La Señal Medios, en el aire de la Gráfica y en los Cursos de Periodismo con los alumnos.
Nobleza obliga: así como toda la información suministrada en esta nota es propia, los ejes del siguiente párrafo son compartidos con BAE Negocios, que debe haber abrevado en informantes comunes.
Tanto Néstor Kirchner en su momento como Cristina con posterioridad, se caracterizaron por leer y escuchar los medios. Es palpable la dedicación de la ex mandataria por subrayar, polemizar y desmentir los dislates monopólicos. Zonas enteras de su magnífico e ineludible libro Sinceramente están destinadas a enmendar planas, diales y pantallas.
Nuestras Fuentes indicaron que al respecto, Alberto ha sido tajante: “Yo en eso sí que pienso distinto que Cristina. Por mí que escriban lo que se les cante el culo”. El comentario es genuino y su deriva no es menor, pues aunque el fragor de la batalla política construye un día a día que desarma polémicas extensas, la invisible pero honda batalla cultural existe y contiene distintas miradas.
LA INFLUENCIA REAL DE LOS MEDIOS. El conjunto de la temática comunicacional se asienta en las visiones de quienes estiman que los hechos determinan el rumbo de la opinión pública por encima de las versiones que sobre los mismos brindan los medios (Alberto) y la de quienes observan que los hechos determinan el balance histórico pero los medios borronean y complican la vida política presente (Cristina).
Como resulta ostensible la existencia de verdades parciales en ambos, nos atrevemos a insertar un puñado de consideraciones sobre un asunto que conocemos un poco. La influencia de los medios, a nuestro entender, es vasta pero relativa. Llegan a (casi) toda la sociedad pero no logran forzarla según sus intereses.
Para no entrar en ejemplos más complejos, apuntemos: la persistencia del peronismo en la Argentina a pesar de los más asombrosos ditirambos y campañas en contra a lo largo de las décadas, es un dato significativo que sostiene esta premisa. La confusión inducida sobre sectores medios para que damnifiquen su propio desarrollo, complementa el aserto.
Los medios generan climas, enrarecen el ambiente, marcan agenda, pero no logran conducir al conjunto del pueblo en la dirección que anhelan las empresas que los orientan. Por eso una política de comunicación estatal nacional, popular, seria, persistente y profunda, aunque no incida sobre una votación, contribuye a ordenar el pensamiento social y situarlo en la realidad.
De allí que aceptemos en este tramo la actitud dejemos todo como está con los monopolios de Alberto, pero señalemos que el fortalecimiento editorial de los medios públicos y el respaldo económico de los medios populares resulta importante en el nivel estratégico. Para asentar las políticas estatales activas y para evitar los péndulos en el humor colectivo que en ocasiones derrumban las mejores construcciones.
Esta labor, que no implica adoptar resolución alguna sobre los opositores sino hacer uso del derecho a emitir y narrar adecuadamente, debe estar ligada a una reconfiguración de los conceptos educativos en los distintos niveles de la formación, ayudando a los jóvenes a pensar en vez de fijar conceptos aletargados e intrínsecamente atravesados por el liberalismo antinacional.
LA CUÑA ANTIMONOPÓLICA NO DECLAMATIVA. Ahora bien. Nada de lo aquí volcado es en vano, lector. Reflexionemos juntos en base a las líneas recientes y combinemos las mismas con el arranque del texto: el problema de la monopolización del grueso de la vida argentina supera holgadamente al tema periodístico y abarca a todos los espacios ligados a la producción de materias primas y bienes de producción y consumo.
Por tanto, es necesario impulsar las empresas medianas asentadas en el mercado interno, las cooperativas, la economía rural popular, para que vayan ocupando progresivamente una región mayor en la producción, venta y comercialización de las riquezas nacionales. Eso permitiría al Estado nacional contar con aliados significativos en varios niveles y así zanjar una parcela de las preocupaciones.
Esos lugares productivos vuelcan su excedente sobre el territorio nacional, pagan impuestos sin realizar algaradas, contienen mayor cantidad de mano de obra en proporción, tienden a coordinar precios con el Estado y desde hace dos décadas aproximadamente han acrecentado su volumen tecnológico y el consiguiente know how de los trabajadores especializados.
Quienes sobrevivieron a los cuatros años de accionar rentístico y anti productivo, recaban los méritos justos para insertarse en la brega económica nacional. Para ello es pertinente una firme y dinámica intervención estatal que insufle los pertrechos esenciales con el objetivo de diversificar la oferta y vivificar la circulación interna.
Como cada área contiene su complejidad, será preciso estudiar con detenimiento las características. Algunas exigirán el establecimiento de firmas estatales, otras de la potenciación de lo existente hacia la mixtura, varias se podrán desenvolver sólo con el monitoreo básico para garantizar el rumbo.
NADIE DIJO QUE SERÍA FÁCIL (Gobernar la Argentina). Empresarios, medios, legisladores y valenzuelas opositores van a poner el grito en el cielo. Pero ya lo están haciendo. De tal modo que han ofuscado a un jefe de Estado proclive al diálogo y la moderación.
El movimiento obrero, que respaldó al Frente de Todos en los comicios y sostiene su apoyo en el presente, puede ofrecer el saber exacto en cada uno de los rubros que se desee abordar.
El gobierno cuenta con el poder adecuado. Que no es todo el poder, claro, por los motivos antes expuestos. El respaldo social ha ido in crescendo desde su asunción hasta el presente. No hay ruido de sables. Las fuerzas externas, aunque tensionen, no irán muy lejos al estar constreñidas en la resolución de sus desplomes pandémicos.
La Argentina tiene los elementos suficientes para convertirse en faro. La nota termina y este redactor evoca la llama que surgía del Saocom, como antes del Arsat, para graficar en un haz la potencia que ya existe.
Este material se basa en el decir y el accionar de la gestión. No hay una sola propuesta que se deslice por fuera de esos parámetros, pues si de diseñar un mundo ideal se tratara, los perfiles transitarían otro andarivel. Pero es preciso tomar la palabra y explicar que el avance sobre el propio sendero anunciado en la asunción, en la apertura de sesiones y a lo largo de las tres últimas semanas, requiere definiciones en línea con las adoptadas hasta aquí.
A muchos les parecerán excesivas. A otros, cortas. Lo cierto es que sin ellas, la frustración acecha.
Cae un sol que acarició las calles y las convirtió en apacibles espacios de paseos ¿a distancia? Esa presencia luminosa recuerda que desde el seno del invierno surge otra estación. El pensar se hace sentir y tras observar los desafíos que se avecinan, se deja llevar por una brisa suave, aunque enredada. A veces vuelve, gira y renace.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
Ilustraciones de Leonid Pasternak
Discusión acerca de esta noticia