Según estudios de la Universidad de Southampton, publicados en la revista Nature Scientific Reports, la cantidad de dióxido de carbono existente en la atmósfera se está acercando al nivel de hace casi 15 millones de años, el cual, muy probablemente, no fue nunca experimentado por el ser humano. En el trabajo se estimó que la última vez que el dióxido de carbono estuvo a un nivel similar, las temperaturas fueron hasta 4 grados centígrados más altas, y el nivel del mar hasta 20 metros por encima de lo habitual.
Por Juan Patricio Méndez*
Tiempos de cambio climático atraviesan, de lleno, a nuestra nueva cotidianidad con el COVID-19. Sin embargo, la crisis ambiental es una pandemia previa al virus, y aunque tenga muchas más víctimas día a día, y genere consecuencias desastrosas (afecciones congénitas, diversos tipos de cáncer, deterioro y muerte de los suelos fértiles, proliferación de monocultivos, hambrunas en pueblos devastados por los químicos, entre otras), no tuvo la misma agenda, al menos hasta años previos. El 2019 y el 2020 vinieron acompañados de movimientos renovados y personalidades destacadas que se manifestaron a favor del cuidado del ambiente (sumado, localmente, el surgimiento de un Ministerio), lo que deja entrever una nueva cosmovisión acerca del tema.
El respiro del planeta
En relación a la crisis climática, y por lo tanto a la contaminación del aire, se analizó y concluyó que la pandemia trajo una disminución significativa de los gases de efecto invernadero, producto del cese de actividades productivas y de la considerable disminución en la circulación humana. La Agencia de Energía Internacional estimó que, en 2020, el mundo usará un 6% menos de energía, lo que equivale a que se deje de utilizar toda la demanda energética de India, un país industrializado con casi 1.700 millones de habitantes. La demanda de carbón cayó un 8%, lo que llevó a menos emisiones alrededor del mundo. El portal Carbon Brief mostró que, hasta el momento, las emisiones de CO2 disminuyeron un 4%, lo que representa entre 2.000 y 3.000 millones de toneladas menos.
Por otro lado, el transporte demostró una significativa disminución en su uso, y por lo tanto, también de polución y emisión de gases. Hasta junio de 2020 el promedio de transporte terrestre disminuyó un 40% respecto al mismo período en 2019. Alrededor del mundo, los vuelos bajaron a un 70% respecto del periodo del año anterior. La emisiones provenientes de los aviones representan solo el 3% del total global, según estudios de Robbie Andrew, investigador del Centro Internacional para la Investigación Climática y Ambiental (Cicero). Si bien es poco, no deja de ser significativa la reducción de la circulación de los gases por el aire.
En Argentina, según indicó la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), se ha demostrado la significativa disminución de dióxido de nitrógeno en los conglomerados urbanos más poblados del país, como Rosario, Mendoza, Córdoba, y Buenos Aires, desde el aislamiento social obligatorio. “Los promedios de las tres semanas previas y posteriores obtenidos de las observaciones diarias hechas por el satélite Sentinel-5p muestran que el dióxido de nitrógeno (NO₂) presente en la atmósfera de los centros urbanos más importantes del país se ha reducido significativamente tras la definición del Aislamiento Obligatorio”, afirmó María Fernanda García Ferreyra, experta en temas de calidad de aire de la Unidad de Emergencias y Alertas Tempranas de la gerencia de Vinculación Tecnológica de la CONAE. Las mediciones realizadas en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires, que estudian y monitorean la existencia de elementos como monóxido de carbono (CO), óxido de nitrógeno (NOx), dióxido de nitrógeno (NO2) y material particulado 10 (mp/10), demostraron una disminución del 50% en relación al mismo período del año anterior (2019).
Sin embargo, el portal Nuevas Energías indicó que la Argentina se encuentra en default ambiental. “Eso significa que, al día de hoy, el país ya consumió los recursos naturales que puede producir durante todo un año, tomando a préstamo los recursos futuros proporcionados por la Tierra”. Asimismo, la revista añadió que “estos datos, presentados ayer por la Fundación Vida Silvestre Argentina, están basados en datos de la Huella Ecológica, que mide los recursos naturales que tenemos y cómo los utilizamos”
Las emisiones pueden haber bajado, pero la continuidad y perpetuación de las históricas mecánicas del sistema productivo, ha llevado a que el dióxido de carbono continue acumulandose en la atmosfera. Es por ello que, para la comunidad científica, es más importante que nunca encontrar soluciones para el cambio climático.
La concreta realidad. Aún recrudece la crisis.
“Incluso esas grandes disminuciones en las emisiones de dióxido de carbono tendrán poco impacto en la concentración general de CO2 en la atmósfera, y eso es lo que más importa para el cambio climático”, indicó Richard Betts, científico de la Oficina Meteorológica del Reino Unido. Es por ello que los estudios de la Universidad de Southampton, que mencionamos previamente, dan números realmente alarmantes en términos de ambientalismo y crisis climática. “A tasas de aumento previas al confinamiento de la pandemia, dentro de cinco años el dióxido de carbono de la atmósfera pasará a 427 partes por millón, que coincide con el pico probable del período de calentamiento de mediados del Plioceno hace 3,3 millones de años, cuando las temperaturas eran de 3° a 4°C más calientes y el nivel del mar era 20 metros más alto que hoy“, señaló el informe, en una de sus conclusiones.
Por otra parte, los autores de la investigación y miembros de la “School of Ocean and Earth Science”, remarcaron que es probable que la Tierra, para el año 2025, tenga condiciones de CO2 (dióxido de carbono) no experimentadas desde el “Óptimo Climático del Mioceno Medio”, sucedido hace 15 millones de años. El equipo construyó un registro de alta resolución de la presencia del gas en la atmósfera durante el Plioceno utilizando datos derivados de los niveles de boro en fósiles. Con estos elementos, se permitió una evaluación más precisa del nivel de CO2 en esa época geológica, “cuando los niveles de radiación solar eran los mismos que hoy en día”.
Uno de los autores, Thomas Chalk, indicó que “la parte más caliente del Plioceno tenía entre 380 y 420 partes por millón de CO2 en la atmósfera. Esto es similar al valor actual de alrededor de 415 partes por millón, mostrando que ya estamos en niveles que en el pasado se asociaron con la temperatura y el nivel del mar significativamente más altos que hoy”. Según estos parámetros, el acercamiento a una crisis climática irreversible se vuelve más que tangible, y esto es lo que puso en estado de alerta a las comunidades científicas durante estos años. La búsqueda de alternativas en tiempos de crisis es más que necesaria, e implica la puesta en juego de un conjunto de proyectos y de investigaciones en todo el globo terrestre.
“En la actualidad, nuestros niveles de CO2 están aumentando a cerca de 2,5 ppm por año, lo que significa que para el 2025 habremos superado todo lo visto en los últimos 3,3 millones de años”, admitió el científico. Asimismo, los investigadores indicaron que el proyecto previo era una guía de lo probable, más que una seguridad de lo que vaya a ocurrir, a medida que el planeta reaccione a esta acumulación de gases de los últimos siglos de actividades industriales, que operaron sin tener en cuenta el deterioro de los ecosistemas y del ambiente.
Según Galvin Foster, profesor de geoquímica de la Universidad de Southampton y coautor del proyecto, “las capas de hielo de hoy no han tenido la oportunidad de ponerse al día con el forzamiento del CO2. Estamos pasando rápido a través del Plioceno y nos dirigimos hacia un futuro similar al del mioceno. Ahora tenemos que ir más atrás en el tiempo para encontrar situaciones que sean relevantes”. Durante el Mioceno Medio, aproximadamente hace 15 millones de años, las capas de hielo se redujeron más y el nivel del mar era mucho más alto que en el Plioceno, es decir, hace 4 millones de años, “antes de cualquier que cualquier cosa significativamente humana habite el planeta”, argumentó Foster.
Según la Organización Meteorológica Mundial, los aumentos de temperatura son constantes en los últimos años. Este informe, hecho en colaboración con la Oficina Meteorológica del Reino Unido, señaló que hay un 20% de posibilidades de que el mundo alcance temporalmente 1,5° Centígrados por encima de los niveles preindustriales antes de 2025. “Este estudio muestra -con un alto nivel de competencia científica- el enorme desafío que supone cumplir el objetivo del acuerdo de París sobre el cambio climático de mantener este siglo un aumento de la temperatura mundial muy por debajo de los 2°C por encima de los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1,5° C”, dijo el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas.
En este sentido, las emisiones de gases y el aumento de temperaturas han marcado los movimientos del mundo durante el último periodo. En consecuencia, la crisis ambiental y climática se agudizó producto de las políticas extractivistas y neoliberales de proliferación del consumo y de la explotación del territorio. Desde la megaminería, pasando por agroquímicos, hasta la falta de controles e informes de impacto ambiental, los niveles de dióxido de carbono han ido en aumento, y si bien nos hemos tomado un respiro con la pandemia, el estado es tal que el alerta continúa.
Lo que señalan los científicos, como clave, es que la acumulación significativa de residuos, en conjunto con las políticas negacionistas del cuidado ambiental, de desinterés por los ecosistemas y de extractivismo mercantil, han puesto al planeta en la cuerda floja. “Una pandemia es la peor forma posible de reducir las emisiones. No hay nada que celebrar aquí”, indicó Constantine Samaras, de la Universidad Carnegie Mellon. “Tenemos que reconocer eso y reconocer que el cambio tecnológico, de comportamiento y estructural es la mejor y la única forma de reducir las emisiones”.
La historia de las emisiones está signada por un pasado de ignorancia y despreocupación. Hoy, la consecuencia es la potencial irreversibilidad de nuestra situación. Las organizaciones ya se manifestaron, personalidades del mundo también. Falta la determinación política internacional para que se elabore un plan de saneamiento mundial que sea vinculante, urgente y concretamente puesto en marcha. El planeta (y nosotros) lo necesitamos.
(*) Columnista de ambientalismo de Abramos La Boca (lunes a viernes de 16 a 18 horas) / Radio Gráfica 89.3
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