En el contexto que está viviendo el mundo y la Argentina, producto de la pandemia del COVID – 19, llamado vulgarmente Coronavirus, el principal debate que se pone sobre el tapete es el del rol de los Estados Nacionales ante la crisis que este virus provocó (no sin un poco de ayuda de la pelea entre EE UU y China por el comercio o de Arabia Saudita y Rusia por el petróleo) y lo que vendrá después de ella. En ese punto, aunque el rol de los sistemas sanitarios es la base del debate, también está el sistema educativo dentro de esta discusión, ya que además de evitar la propagación de la enfermedad para que no se sature el sistema sanitario, también hay que evitar la crisis ante la falta de escolarización de nuestros niños y niñas.
Por Profesora Antonella Bianco y Profesor Fernando Protto*
En la Argentina, el sistema educativo ha quedado descentralizado desde la reforma educativa de los 90, y más allá de las políticas para volver a centralizarlo de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, los sistemas educativos quedan a cargo de cada jurisdicción provincial, por lo tanto, todos nuestros sistemas educativos tuvieron que generar planes de contingencia para evitar una desescolarización de nuestros alumnos y alumnas, rompiendo el vínculo educativo que genera el aula y la escuela.
El gobierno nacional lanzó el programa “Seguimos Educando”, con recursos vía web y televisión para ayudar a las y los docentes de todo el país y todos los niveles, en este desafío de posibilitar la construcción de conocimientos aún en una situación de aislamiento. En este contexto, la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña, mando mail a los y las docentes de la ciudad, para decirle con todos los contenidos virtuales que tenían para que los chicos y las chicas siguieran con clases, además de enviar nuevos materiales y normativas a los supervisores y conducciones escolares para que se sostenga el vínculo educativo con clases virtuales, ya que seríamos la provincia mejor preparada ante esta contingencia dada por la cuarentena. ¿Pero esto es realmente así?
El uso de las nuevas tecnologías en Educación es esencial, ya que el cambio que vivió con ellas la sociedad en este último cuarto de siglo fue extremo. Gran parte de nuestros niños, niñas y adolescentes, son traspasados por el uso de celulares, redes sociales y nuevas formas de comunicación, pero este gran parte no son todos y ese todos tampoco tiene el contexto que viven nuestros alumnos y alumnas cotidianamente. El tener acceso a, no significa que se tiene acceso siempre y menos que todo momento sirve para hacer algo; el ocio es parte necesaria de un contexto tan duro y extremo como el que estamos viviendo. En este sentido, generar aulas virtuales, no significa que se va a generar un ámbito pedagógico o vínculos humanos, ya que la interacción entre otros y otras es la base del qué hacer del sistema educativo. Sin un otro y otra con quien estar en el aula, la sala de docentes, el patio, la puerta de la escuela, el colectivo, etc, no hay vínculo pedagógico ni conocimiento de la realidad de la escuela.
En este contexto, los y las docentes de la ciudad de Buenos Aires nos pusimos al hombro el sostenimiento de los vínculos escolares que llevaban menos de un mes, generando trabajos en diversos formatos para que nuestros alumnos y alumnas no perdieran contenidos o conocimientos en estos días. A partir de esto se notaron las falencias del sistema Educativo de la Ciudad de Buenos Aires, que desconoce la realidad de la aulas y las escuelas.
¿Cómo trabaja el chico o la chica que no tiene computadora para conectarse? Puede usar el celular, ¿pero tiene wifi o datos para usar en la casa? Si tiene que imprimir, ¿dónde lo hace si carece de impresora y no puede, ni debe salir de su hogar? ¿Hay conectividad real en todo la ciudad, en especial en los barrios humildes de la ciudad? ¿Cómo trabaja el chico o la chica que vive en una casa donde son varios? ¿Pueden ayudar siempre los padres y madres? Estas y otras preguntas nos hicimos las y los docentes de la Ciudad para armar los trabajos, en muchos casos sin datos de los chicos, sin whatsapp de ellos, apenas viéndolos una vez, generando una adaptación escolar, conociendo muy poco de quienes dan más y quienes menos. La tan mentada Secundaria del Futuro no da respuesta cuando no hay docentes y alumnos y alumnas en las aulas. Los pensamos para la vuelta, para no tener que evaluar lo que no pudimos explicar. Los organizamos por áreas o por materias con la sencillez necesaria. Fotocopiamos de urgencia por si la web fallaba antes de la cuarentena nacional. Entendimos lo que la realidad nos mostró, porque pusimos lo colectivo por sobre lo individual. Ya que también tenemos familia que cuidar, hijos e hijas que educar o tiempo que descansar.
Pero como el gobierno de la Ciudad desconoce la realidad de la ciudad que gobierna, nos pide armar campus virtuales que no todos los alumnos y alumnas manejan y menos sus familias. Presiona a supervisiones y conducciones para que se pongan notas o seguimientos que son imposibles, sin tener el aula. Este Gobierno 4.0 desconoce que no todo puede ser vía web, que no todo conocimiento se puede enseñar con una camarita mediante, que el calor del aula es necesario, que el ruido del patio es fundamental, que el timbre de entrada y de salida marca un tiempo que no se puede marcar en una plataforma. Por eso, sin edmodo, clasroom, drive, los y las docentes de la ciudad fuimos creando lazos interactivos virtuales al comprender nuestra realidad, algo que quien gobierna la ciudad desconoce.
Es claro que los cuerpos docentes de la ciudad no se quedaron en el tiempo, también que no hemos sido correctamente capacitados y apoyados, pero quedo una cabal demostración que la educación de todos y todas en esta ciudad la sostenemos los y las docentes, y la seguimos pensando en aquellos y aquellas que son parte fundamental de todo sistema educativo: nuestros alumnos y alumnas. Por eso, las y los trabajadores con el trabajo en la aulas, reales y virtuales, ante un gobierno que nos desmerece, desvaloriza y descuida, seguimos generando el lazo pedagógico que nuestras comunidades educativas se merecen.
(*) Docentes y sindicalistas de UTE-CTERA
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