Desde finales de 2019, Australia se encuentra combatiendo uno de los más feroces incendios en la historiografía internacional. Si bien la temporada inició en septiembre, las altas temperaturas, los vientos y las sequías han montado un escenario de catástrofe. Millones de animales y hectáreas fueron arrasadas por las llamas que invaden al país oceánico, y aún queda por verse hasta dónde llegaran esos números, que se encuentran creciendo minuto a minuto. Sin embargo, ciertas claves explican porqué se dan estas catástrofes: desde el cambio climático, los oídos sordos de la política nacional y el mismo ecosistema que, para su regeneración, requiere de la quema del pastizal.
Por Juan Patricio Méndez*
Ya ha sido denunciada, por muchos investigadores, una crisis estructural, política y ambiental que viene siendo ocultada por los gobernantes. En este caso, Australia no es excepción, y si bien forma parte del contingente global del “primer mundo”, las preocupaciones no cesan, y el estado es de alerta máxima. No sólo para la nación en sí misma, sino por el equilibrio que el mismo ecosistema representa en la región.
A ello se le suman los factores económicos que, en gran medida, se ven vulnerados por este escenario de catástrofe. Vale la pena mencionar que, según datos del World Economic Outlook Database, el sector agrícola y minero dominan las exportaciones, haciendo a Australia uno de los principales exportadores mundiales de lana, carne, trigo y algodón. Con este ataque directo a sus centrales productivas, el crecimiento del PBI será una incógnita. La recomposición será más que dificultosa, y los expertos anunciaron que la crisis es inminente.
Los incendios se encuentran destruyendo la biodiversidad, la fauna y la flora de Australia. El ecosistema, que debería representar el equilibrio relacional entre las especies y su entorno, está en plena desestabilización y crisis. Los números son alarmantes: 23 personas muertas, 10 millones de hectáreas de bosques destruidas, centenares de desaparecidos y 500 millones de animales muertos son los últimos partes dados desde el gobierno.
La situación es tal, que desde Naciones Unidas y la Australian Koala Foundation, han declarado funcionalmente extinto al Koala. ¿Qué quiere decir este término? Que se ha disminuído la población del animal hasta un punto en donde su desempeño ya no es importante para el ecosistema, a la vez que su reproducción puede verse altamente contrariada. La salud de lo bosques de eucalipto (que dicho sea de paso son altamente inflamables) dependía en su mayoría de la actividad del Koala, ya que el excremento funciona como reciclaje de nutrientes que alimentan los suelos. Por lo tanto, lo que mencionamos recién acerca de relación estable entre los animales y su entorno ya se observa oscura en el horizonte.
Las imágenes son desgarradoras. Los relatos son abrumadores. La muerte se ha vuelto moneda corriente entre los isleños, y el territorio atraviesa un momento de angustia colosal. Las redes sociales, altamente funcionales a la hora de nutrirnos de contenido en el ámbito internacional, han acortado distancias y nos permitieron ver qué está sucediendo. Se ha vuelto viral el rescate de Koalas y Canguros, y ha sido más emocionante la reacción de los animales que, en una muestra de agradecimiento, se fundían en los brazos del rescatista. Apoyaban no sólo su tristeza, sino también la desesperación por estar viviendo en un infierno hecho realidad. La desesperanza, tan concreta como temeraria, es la perspectiva del día a día.
Ahora bien, vale la pena mencionar que los incendios son habituales en el territorio, y que incluso forman parte del ecosistema, ya que renuevan los pastizales. Sin embargo, las altas temperaturas y las sequías han descontrolado el esquema, sumándose a ello las desatenciones al deterioro ambiental que causa la mega utilización de combustibles fósiles en la producción australiana. La causa económica, sumada al ambiental, entretejen la red de conflictos forestales.
¿Cuáles son las principales causas del incendio?
Hemos hecho un primer acercamiento, pero muy esbozado al respecto. Hemos dicho que la economía y la cuestión ambiental son fundamentales en la catástrofe. Pero, ¿cómo llegamos aquí?
Con respecto a las cuestiones ambientales, en una entrevista con Lucas Molinari en el programa Punto de Partida, por Radio Gráfica, el ingeniero agrónomo Victor Sadras explicó que “la atribución de los incendios al cambio climático no se puede hacer directamente, aunque es importante”. “Hay un informe del año 2008 que predice, desde el punto biofísico y desde las catástrofes, que la intensidad del fuego iba a ser más frecuente y más extendida”, agregó. ¿Qué nos advierte Sadras aquí? Qué el cambio climático no es la única causa, aunque sea un soporte clave que explica los acontecimientos.
El Poder Ejecutivo tuvo mucho que ver en que el ambientalismo sea jugador suplente en la región. Scott Morrison, primer ministro de Australia, es conocido por su negacionismo sobre el cambio climático. En una entrevista con Página 12, Guillermo Folguera, filósofo, doctor en biología (UBA) e investigador del Conicet, señaló que Morrison “ha realizado campañas para ocultar los efectos del calentamiento global que, claramente, ha favorecido la virulencia de los incendios. El país, además, ocupa un lugar importante como nación emisora de dióxido de carbono”. Con su explicación, el investigador deja entrever, en primer lugar, un comportamiento irresponsable frente a la crisis climática. Y en segundo lugar, anticipó un destino incierto, puesto que como principal nación emisora de dióxido de carbono, el ciclo de oxigenación del aire es incierto puesto que la flora es la principal víctima de los incendios.
El cambio climático, más allá de ser una problemática global, forma parte central del conflicto nacional de Australia. El descreimiento fervoroso por parte del poder de turno ha llevado a la inaplicación de medidas necesarias para que este sea combatido. El desplazamiento y la ceguera ante la materialidad de los efectos del cambio climático se ha vuelto el punto de inflexión. La no-política es también una política de Estado: en este caso, de abandono.
En relación a esto, Sadras explicó que “la falta de medidas contra el cambio climático viene justificada por una falsa premisa, que dice que no pueden reducir el consumo de combustibles fósiles porque eso afecta a la economía. Sin embargo, estos estudios demuestran todo lo contrario”. Por lo tanto, productividad e incendio puede comprenderse como un juego de causa-consecuencia. La simpleza de la explicación expone la desatención en un sector que debió ser atendido desde el punto cero del asunto. El ingeniero agrónomo añadió que “los daños económicos son mucho más serios si no se torna a una economía que se ocupe de las consecuencias en el ambiente. La ciencia predijo esto, pero los políticos decidieron ignorarlo”.
Estas últimas cuestiones se vinculan a las causas globales e internacionales. Folguera señaló que “lo que sucede se vincula estrechamente con el modelo de producción: Australia es un productor forestal muy importante de eucaliptos, árboles que arden un montón, y se plantan por la rentabilidad que dejan a partir de esquemas de monocultivo y uso intensivo de la tierra”.
¿Quién aparece aquí? Un conocido: el agronegocio. Las técnicas de monocultivo y sobreexplotación de los suelos, en búsqueda de una rentabilidad mayor que exponencia los beneficios de las carteras económicas, van a contramano de la sustentabilidad y equilibrio de los ecosistemas en el mundo. Este modelo de producción ha demostrado ser insustentable, y las políticas económicas aplicadas, hasta el momento, no se han preocupado en aplicar técnicas que vuelvan saludables a los terrenos. La Unión de Trabajadores de la Tierra, en muchos de sus talleres, ya nos han enseñado que la producción agroecológica es el camino. En Argentina, el Foro Agrario, presentado en diciembre de 2019, expone como eje de debate que el modelo productivo extractivista no es saludable, y que existen alternativas.
Como si esto fuera poco, el aumento exponencial de las temperaturas medias ha hecho que las temporadas de incendios pasen a ser incontrolables. Según datos del Centro Meteorológico de Australia, las temperaturas han ido creciendo los últimos tiempos, lo cual ha llevado a que la crisis climática sea un factor de riesgo. Vientos, incendios y sequías conforman una ecuación que, en cualquier estepa seca, causa el mayor de los temores. El caso de Australia lo demuestra. La temperatura, este año, ya estableció records: el 17 de diciembre se alcanzó un máximo promedio de 40,9ºC, y al día siguiente 41,9ºC.
Las consecuencias del aumento de la productividad, dentro de un modelo productivo que ha puesto al negocio por encima de la seguridad ambiental, ha llevado a catástrofes como la que estamos vivenciando hoy en día. El extractivismo, la sociedad del consumo y el capitalismo desenfrenado, ha evidenciado que es la contracara de la protección y del resguardo de lo ecosistemas. Fundamentalmente, y en todo sentido, porque entiende a la naturaleza como un recurso (moneda de cambio) y no como un bien común, de todos los ciudadanos del mundo.
¿Quienes se encuentran trabajando?
En primer lugar, los bomberos profesionales son quienes se encuentran en la primera fila contra el fuego. Se encuentran altamente respaldados por voluntarios de todo el mundo. La solidaridad, en este caso, es altamente conmovedora, y ha movilizado desde civiles hasta personajes conocidos en la vida social: Joaquín Phoenix, Greta Thumberg, Lewis Hamilton, Chris Hemsworth, Leonardo DiCaprio, entre otros. Desde manifestaciones en la vía pública, pasando por campañas digitales, hasta aportando dinero a una caja común para costear gastos de trabajo. Es curioso el caso de Phoenix, ya que fue arrestado el día sábado 11 de Enero en una protesta contra el cambio climático.
Asimismo, Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda han enviado contingentes de bomberos, rescatistas y han ofrecido su ayuda para combatir el presente conflictivo que atraviesa el país oceánico.
Es destacable la labor que se encuentran realizando quienes se encuentran en la isla del sur. Resulta más que angustiante ver como los animales huyen, con rumbo desconocido, hacia la incertidumbre de la vida o de la muerte. Las lágrimas caen en Canguros, Koalas y ciudadanos. La obra de teatro montada recrea los relatos bíblicos infernales. Y vuelven realidad los más temidos destinos.
Hoy, el cambio climático le ha dado una lección a la humanidad: es necesario que se lleve a cabo un plan de acción global para que la insustentabilidad representada en este tipo de negocio se vuelva un camino seguro para el desarrollo de la humanidad. El próximo paso, de otra forma, será la inhabitabilidad del planeta. Y allí no tendremos que más matar.
(*) Columnista de Abramos La Boca
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