Desde hace aproximadamente una semana, vecinos y vecinas de Chubut permanecen en estado de alerta luego de que el rumor sobre la derogación de la Ley 5001, la cual prohíbe el uso de cianuro y la minería a cielo abierto. Dicha norma, vigente desde el 2003, marcó un antes y un después en las luchas ambientales. Hoy, luego de 16 años de lucha, las voluntades institucionales y empresariales siguen con la misma visión: explotar el territorio que es de todos.
Por Juan Patricio Méndez
Los ruidos de los pasos provenientes del sur parecen hacer vacío frente a oídos sordos. Las movilizaciones parecen escurrirse frente a ojos ciegos. Las demandas de todo un pueblo obtienen respuestas de bocas mudas. Los abrazos de las asambleas se funden ante corazones sin sentimientos. Lo único que queda es el espíritu, y es este el que hace correr a los pueblos, organizaciones y asambleas con las banderas de la soberanía. La lucha es la lucha del alma, y hoy los vecinos de Chubut lo entienden.
También las organizaciones y agrupaciones ambientalistas. El Plebiscito de Esquel, en 2004, fue una gran muestra de que la soberanía de los pueblos tiene más poder que cualquier otro movimiento. La minera Barrick tuvo que irse por la puerta de atrás de la gobernación de Chubut, luego de que el movimiento popular y originario logre su nulidad de acción en el territorio. Una batalla que sentó el precedente de la histórica y constante lucha.
Los cimientos son los mismos: las ganas y la voluntad de todos los que comprendemos a la naturaleza como a un par y no como una mercancía. El negocio de la mega minería es insustentable para la humanidad, y a pesar de todas las movilizaciones que han tenido lugar en el territorio nacional, las corporaciones continúan reproduciendo un modelo de negocio que solo beneficia a sus activos.
Desde distintos sectores se han nucleado para acompañar la demanda de los pueblos, que no es otra que la soberanía territorial y el derecho al uso de las tierras por parte de los ciudadanos. Amparado en el artículo 75, inciso 17 de la Constitución Nacional, que afirma “el reconocimiento de la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos”, el petitorio es claro: si estamos desde antes, el territorio es de todos. Su comercialización, explotación y beneficio privado, en muchos puntos, implica una contradicción ideológica. Y si queremos polemizar aún más, diríamos que su uso ganancial empresario sería inconstitucional.
El día 5 de Diciembre, empleados estatales de Chubut alzaron la consigna “No es No”, que junto con el “No a la Minería”, nuclearon su demanda con un paro ambiental de 24 horas. Asimismo, la movilización tuvo lugar en la legislatura chubutense. Dicho jueves muchas otras banderas visibilizaron propuestas: “No al proyecto Navidad”, “Todxs somos territorio” y “Si votas cianuro sos un traidor”. El anclaje ideológico de estas propuestas tiene lugar en la demanda histórica, que la mencionamos recientemente: el derecho al goce de la soberanía territorial.
Que importante es, entonces, la movilización. Las cooperativas lo comprenden, las asambleas también. Las organizaciones, al mismo tiempo, nuclean a los espacios populares. Las demandas, encarnadas por aquellos, son el estandarte de las demandas de todos los vulnerados. Sin embargo, el lugar de lo vulnerable es lo que le ha dado fuerza inquebrantable a nuestros movimientos. Así se fue Barrick, así se irá Pan American y su proyecto navidad.
En Rawson, luego de que se levantó el polvo en los caminos frente a la posibilidad de la derogación de la Ley 5001, los vecinos y vecinas, junto con organizaciones sociales y asambleas ambientalistas, se han movilizado frente a la Legislatura a pedir explicaciones. Desde que el gobernador Das Neves falleció, la presión por parte de Mauricio Macri para derogar la ley 5001 no se hizo esperar. Así, y frente a la crisis económica que sufre la provincia, muchos han sido los discursos que han circulado, y que durante su circulación, crearon la falsa “necesidad minera” para solventar la deuda pública.
Este tipo de operaciones discursivas son propias de las ideologías neoliberales, que ponen en el lugar de lo real aquellos efectos construidos desde lo simbólico. A principios de 2018, Aranguren, ministro de Energía del gobierno saliente, visitó el proyecto Navidad, en la localidad de Teslen. Dicho proyecto tiene como fin la explotación de plata, y cuyo desarrollo se encuentra en manos de la minera canadiense Pan American Silver.
El posible proyecto para habilitar la megaminería implicó que los vecinos y vecinas se pongan en estado de alerta, motivo por el cual las movilizaciones en Rawson no tardaron en llegar. En la última sesión del año se confirmó que el proyecto existe, y que dicha propuesta había caído en manos del legislador Alfredo Di Fillipo, mano derecha de Mauricio Macri. Desde entonces, el clima de tensión continuó en aumento, y terminó como todos sabemos: en represión.
La misma estuvo plagada de balas de goma, atropellos y piedras. Lo más grave es que se han llevado detenidos a 6 compañeros y compañeras del movimiento. Gracias a la difusión, pudimos llegar a los nombres: Fabiana Cartolano, Jairo Epulef, Noelia Silva, Leonardo Silva, Roberta Gogorza y Juan Salvador. Si bien ya fueron liberados, tuvieron que declarar en los tribunales de Rawson, acusados de agredir a la policía.
“Jamás le pegué una patada a un comisario en la cara”, aclaró Salvador, desmintiendo acusaciones en su contra. “Me anestesiaron las manos, me inyectaron para que no tenga más dolores, y me dijeron que me iban a matar y que iba a ser el segundo Santiago Maldonado”, describió. En virtud de lo acontecido, la Mesa de Unidad Sindical del Chubut emitió un comunicado en donde repudió la represión llevada a cabo por la Policía del Chubut, al mismo tiempo que exigió el cese de la actividad minera, puesto que “la megaminería no es la solución, es la garantía del saqueo y la entrega de nuestros recursos”.
En consonancia con el conflicto regional en latinoamérica, no cabe duda que el enemigo es común: las políticas neoliberales. El alejamiento de los Estados produce, proporcionalmente, que los privados aumenten su fuerza. La orientación ideológica de definir un horizonte de decisiones ancladas en esta idea ha traído, como consecuencia, el saqueo sistemático de los recursos naturales, así como también el avasallamiento de los derechos ciudadanos y democráticos.
De la misma forma en Bolivia, cuando denunciamos el golpe y su relación con el litio; así como Piñera defendió un modelo productivo basado en la privatización total del territorio y de los servicios; tal como Bolsonaro prefirió orientar sus esfuerzos en militarizar las fronteras y dejar de lado el tratamiento del amazonas; en Argentina, la histórica repartición de la torta territorial ha devastado las garantías ciudadanas del disfrute. Fundado en la “necesidad económica”, los legisladores más cercanos al macrismo han dado lugar a la formulación de un proyecto que “soluciona la crisis”, cuando en realidad lo único que hace es desahuciar, aún más, las libertades territoriales y la soberanía nacional de los bienes comunes.
Que la patria, siempre, sea el otro. Mi hermano, mi pueblo originario, mi soberanía. Nunca un empresario. No es no, y que quede claro.
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