Tras un fuerte descontento social, el presidente ecuatoriano Lenin Moreno, decretó este jueves Estado de Excepción en el marco de un paquetazo de medidas neoliberales y una serie de protestas populares que abarrotaron las calles de Quito.
Por Valeria Rodríguez*
El martes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) difundió un comunicado en el cual no sólo apoyaba al presidente en la decisión de implementar el paquete de medidas sino que señalaba con énfasis el apoyo a “la dolarización de Ecuador, como la reforma del Banco Central y el código orgánico de presupuesto y planificación”.
En un tono sereno plantean que las medidas tienen como objetivo mejorar la “resiliencia” y la “sostenibilidad de la economía ecuatoriana” dos palabras muy utilizadas por el establishment financiero para continuar ajustando la economía del pueblo.
El concepto de resiliencia deviene de la psicología e implica la capacidad del ser humano de transformarse según la situación adversa, es decir, el FMI pretende que el pueblo se acostumbre a vivir en una inestabilidad constante, algo así como aceptar lo que es impuesto, bastante diferente a lo que Rafael Correa pretendía con el concepto del “Buen vivir”.
Moreno no solamente dio un volantazo a las políticas neoliberales financieras sino que incluso intentó reabrir una causa para encarcelar a Rafael Correa, además de quitar el asilo político al creador de wikileaks Julian Assange con la excusa de que el periodista australiano había intervenido en “asuntos internos de otros estados”.
Esta semana anunció lo que los medios ecuatorianos llamaron el “paquetazo de medidas neoliberales” que van desde la salida de la Organización de países exportadores de petróleo, OPEP, hasta la reforma laboral pasando por la quita de subsidios que complican aún más la situación económica y social de Ecuador.
El pueblo principal víctima del ajuste
Las políticas neoliberales jamás se centran en el pueblo, sino todo lo contrario, tienen como beneficiarios al sector financiero es decir, al establishment. Por este motivo Moreno anunció en cadena nacional el envío de un paquete de medidas a la Asamblea donde deben discutirse para luego materializarse,las mismas se refieren principalmente a reformas tributarias y laborales, además del alza de todos los combustibles.
Parece mentira que en 2017 el mismo mandatario ganaba las elecciones diciendo todo lo contrario a lo que está haciendo pero una vez más se deja entrever la sumisión existente en un sector de la política ecuatoriana ya que tales decisiones llegan de la mano de un acuerdo con el FMI por 405 mil millones de dólares.
Para que el FMI desembolse los primeros 250 millones de dólares se debían aprobar una serie de reformas tanto tributarias como laborales y sociales. Sin embargo, lo que en profundidad busca esta entidad financiera es transformar el modelo económico de manera que el neoliberalismo financiero sea prácticamente irreversible.
El aumento de los combustibles ha generado un fuerte reacción tanto en el sector gremial y social que plantean que esta medida golpeará directamente en la economía popular.
Los gremios de los transportistas impulsaron un paro general que rápidamente fue acompañada por gran parte de la sociedad incluyendo a los estudiantes que se manifestaron en varias partes de Ecuador, asimismo el gobierno suspendió las actividades escolares además de impulsar una fuerte represión por parte de las fuerzas policiales y de seguridad.
Otra de las medidas incorporadas durante esta semana por Moreno fue la rebaja de aranceles a la importación de computadoras, tablets , celulares y tecnología, además de buscar que los vehículos que cuesten menos de 32.000 dólares también paguen menos de arancel, justamente beneficiando a importadores que podrán ingresar sus productos a bajos precios, de esta manera se le quita importancia a la producción nacional.
Con estas acciones, el Ejecutivo responde a la hoja de ruta trazada por el FMI para que Ecuador se “abra a los mercados internacionales” y a las importaciones, se impulse las privatizaciones, se achique el Estado y se impongan medidas de ajuste para equilibrar las cuentas fiscales.
Por otra parte, Lenin Moreno y su gabinete, han decidido reducir a la mitad el Impuesto a la Salida de Divisas que fue creado para evitar la fuga de capitales y proteger la dolarización.
No se puede dejar de lado el proyecto de flexibilización laboral,que en el ámbito laboral privado obliga a los trabajadores a ceder un día de su salario y en el ámbito público reduce a 15 los 30 días de vacaciones además de aumentar el tiempo de prueba para contratar. De esta manera se retroceden parte de las victorias del movimiento sindical.
Una vez más,el gobierno accede a la “sugerencia” del FMI, como en algún momento lo hizo con las recetas del Consenso de Washington. En el marco de un fuerte endeudamiento que llegó a más de 51 por ciento en relación al Producto Interno Bruto ,Pbi, algo que era ilegal hasta que se aprobó la Ley de Fomento Productivo presentada por el mismo gobierno que determinó que el endeudamiento puede superar el 40 por ciento del PBI.
El descontento social y la represión no hacen más que demostrar la profunda crisis en la cual se encuentra el gobierno de Moreno que se suma a un contexto internacional complejo en el cual la salida no son las recetas neoliberales sino volver a las políticas de los gobiernos populares y la integración regional.
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