Por Bruno Chiocconi *
Sábado a la noche en San Telmo. Esta zona, que suele estar llena de turistas, bares y callecitas con música, parecía una postal de la pandemia: calles vacías, persianas bajas, un silencio raro que se metía por las veredas. El camino hacia el antro se sintió como atravesar un desierto urbano. Pero apenas se abrió la puerta del Tabaco Bar, todo cambió: el subsuelo latía con vida propia.
El tugurio estaba hasta las manos. La humedad del sótano, el murmullo de la gente y el olor a birra (que se servía bien fría) anticipaban que algo bueno estaba por arrancar. El lugar, oscuro, con paredes que transpiraban rock y luces tenues, era la cueva ideal para perderse un rato del mundo exterior.
Pasadas las diez, Pasajeros Psiquiátricos subió al escenario y la rompió. Con una energía que no aflojó en ningún momento, la banda metió un set de una hora lleno de un sonido crudo, actitud y rock del bueno.
Sonaron temas propios que la gente coreó como si fueran hits de toda la vida, y también algunos covers bien elegidos que sacaron sonrisas y puños en alto.
La lista de canciones incluyó temas de su más reciente trabajo, Abuelitos Perversos, lanzado a la calle hace unos meses. Llevados adelante con la vehemencia necesaria para cantar sobre las injusticias que se enfrentan día a día.
El inicio fue con una poderosa versión en español de “Heroes”, de Bowie. Luego continuaron con “El cuarto de las pupilas dilatadas” y “…Autoestima alta”. La electricidad ya recorría el lugar, por lo que, para bajar un poco —esto recién comenzaba y quedaba mucho por delante—, ofrecieron una versión de “Como un cuento”.
La calma duró poco: enseguida siguieron con “No te rías desde el sofá”, que invita a dejar de ser tan indiferentes ante lo que vemos; “S.A.”; y una gran versión de “Sin hilo”, de Las Pelotas, que completó el binomio de los ex Sumo.
“El Noventoso”, “Abuelitos perversos” y “Juventud paranormal” terminaron de encender al público, que ya no sentía frío ni recordaba que, fuera de ese sótano, las temperaturas rozaban los 0 °C.
Todavía quedaba tiempo para “Rock para el negro Atila”, “Voy a abrazarme a tus pies” y una poderosa versión de “Ella vendrá”, que enorgullecería al mismo Palo Pandolfo.
Fue un viaje sin escalas: gritos, pogos y vasos volando marcaron el pulso de una noche que dejó atrás al desierto callejero. En ese sótano caluroso, rodeados de cuerpos apretados y guitarras al palo, los Pasajeros Psiquiátricos demostraron que el rock, lejos de estar en crisis, todavía sabe cómo sacudirnos.
(*) Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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