Por Fernando Gómez *
“El problema de Argentina es que está poblada por argentinos, así que es es lo que tenemos que solucionar” dijo hace un puñado de meses el destacado integrante de la troup neurodivergente que acompaña al presidente mientras parasitan en el Estado, Demian Reidel, jefe de asesores presidenciales.
Su intervención, en inglés, se dio en el marco de una serie de encuentros empresarios en el que el personaje presenta un Plan Nuclear absolutamente imaginario y que no tiene otro fin, que desmantelar el auténtico Plan Nuclear Argentino, posible y efectivo, que se materializó hasta el año 2014 en nuestro país.
Las declaraciones fueron ocultadas o edulcoradas por las estructuras empresarias de la comunicación que funcionan como activos informativos al servicio de agencias extranjeras y la viralización de sus declaraciones, trascendió como se propaga todo en tiempos de modernidad líquida y brutal tiktokización de la circulación virtual informativa. Básicamente, alguna otra estupidez se deglutió la cita.
Pero la idea sigue ahí. Fortalecida por quienes expresan en mejor modo los intereses reales de los Estados Unidos y sus corporaciones económicas en nuestro país.
Desde hace demasiado tiempo, Tierra del Fuego y naturalmente nuestro territorio antártico y las Islas Malvinas, son objetivo estratégico de las potencias occidentales. La ocupación militar de nuestras Malvinas por los ingleses es un testimonio en carne viva de esa pretensión.
Sin embargo, desde hace mucho menos tiempo a esta parte, se viene edulcorando, naturalizando e incluso romantizando, la idea de que tener una isla ubicada estratégicamente en la cabecera de nuestro territorio antártico, con acceso bioceánico para todo el país, que reivindica la soberanía sobre nuestras Malvinas, es un costo económico para la Argentina.
Medios de comunicación al servicio de Estados Unidos, como Infobae, se encuentran en una campaña desembozada que pretende hacer creer a una porción de argentinos -con extraña suerte- que los mayores costos que pagan en tecnología, son consecuencias de un desarrollo incipiente de industrialización relativa de nuestro país en ese territorio estratégico.
En ese contexto, desde la vocería presidencial y el Ministerio de Economía, anticiparon un decreto en el que se elimina los aranceles de importación de los teléfonos celulares, que hasta ahora tributaban 16%. El arancel se reducirá a la mitad (8%) a partir de la publicación del Decreto y el 8% restante se eliminará el 15 de enero de 2026. Se bajarán también los impuestos internos de 19% a 9,5% a los celulares, televisores y aires acondicionados importados, mientras que a los producidos en Tierra del Fuego se les bajará del 9,5% al 0%. Además, los aranceles de las consolas de juego bajarán del 35% al 20% a partir de la publicación del Decreto.
Con este argumento, señalan, habrán de bajar los precios y poner a la Argentina en condiciones de competencia con los precios internacionales de esos mismos productos. Pero eso es falso. O a lo sumo, en precios, resultará irrelevante en relación al costo político que paga la Argentina por darle un golpe de muerte al malogrado intento de industrializar la provincia de Tierra del Fuego pero que aún así, conserva el potencial de mantener ocupación, consumo y mercado interno en un territorio que necesita de sacrificio para mantenerse ocupado en nuestro país.
Desde el portal Agenda Malvinas, consultaron al delegado de Hitachi, Pablo Ibáñez, quien afirmó que “un 60% de los celulares adquiridos por los argentinos se producen en la provincia austral. Y para el caso de aire acondicionado y televisores, la cifra se eleva a 98%.” Para enero de 2026, cuando la aplicación de desgravación se aplique de forma plena, “un tercio de la dotación de nuestros compañeros (cerca de 2000) sería afectada”, adelantó trabajador metalúrgico.
“La caída de la producción de celulares en la isla, sería total a partir de enero del año que viene. Estamos esperando la letra chica del decreto, pero ya hay algunas empresas anunciando un perjuicio directo. En el caso de TV y aires acondicionados hay un mínimo de margen de ganancia”, describió Ibáñez.
En Agenda Malvinas, además, realizan un paralelismo imprescindible para estimar el interés directo que conlleva una medida semejante en desmoronar la soberanía nacional sobre nuestro territorio austral: “Los tres gobiernos que firmaron acuerdos con Gran Bretaña a favor del colonialismo en Malvinas y en desmedro de los intereses soberanos de la Argentina, son los que redujeron o eliminaron los beneficios industriales que garantizaron un poblamiento de la Provincia de Tierra del Fuego; planteado como política de Estado desde 1972. Carlos Menem a través de los Tratados de Madrid I y II alcanzados en 1989 y 1990; Mauricio Macri mediante el Pacto Foradori-Duncan de 2016 y Javier Milei por el Acuerdo Mondino-Lammy de 2024.”
Con algo más de aplomo en la genuina representación del poder económico, y con muchísimo más cinismo que idiotez, el que tomó la palabra para defender una pretensión central de los intereses de Estados Unidos e Inglaterra fue Federico Sturzenegger, y tras inventar fantasías económicas como explicación, agredió al sentido común sosteniendo que “Tierra del Fuego podría ser Nueva Zelandia (sic). […] Debería ser un parque de diversiones mundial que reciba millones de turistas al año. […] ¿Y qué hacemos?: le degradamos el paisaje con galpones industriales. Es como si a los norteamericanos se les hubiera ocurrido hacer un parque industrial en Yosemite o Yellowstone”.
La sola existencia saludable de Sturzenegger y su eterno retorno a funciones públicas, es un agravio a la historia de lucha del Movimiento Nacional. Cada vez que abre la boca, eleva la vara del desafío sobre cómo se edifica un poder popular suficiente para asegurar el adecuado juicio y castigo a aquellos personajes que representan el extranjero en el diseño y la planificación económica nacional.
La ofensiva sobre Tierra del Fuego, una suerte de búsqueda de expandir las fronteras del colonialismo de las potencias de Occidente en nuestra región patagónica, está enmarcada en la reciente visita del jefe del Comando Sur a la propia Ushuaia, donde supervisó el avance de la construcción encarada por Argentina de una Base Naval Integrada con la que se prepara intensificar el fortalecimiento militar de la OTAN en nuestro territorio.
Despoblar nuestro territorio con el fin de ocupar con proyectos que satisfagan intereses extranjeros. Una certeza mas allá de toda estupidez, todo cinismo y toda noticia circunstancial que agita la coyuntura. Una estrategia decidida que interpela nuestra capacidad de respuesta.
El paro de actividades convocado en la provincia de Tierra del Fuego para el día 21 de mayo, la articulación con la vida institucional de la provincia y el arraigo social con el que se busca entrelazar el debate soberano con la integridad de los puestos de trabajo, marca la brújula del inicio de un conflicto indispensable, que buscará significación política nacional como agua en el desierto.
Oportunidades
Reformas migratorias por decreto, fomento a la fuga de capitales y el lavado de activos por resoluciones, decisiones vitales para nuestra soberanía que se toman en el extranjero y no se debaten nacionalmente. Son las pautas que exhiben el grado de postración de la democracia liberal en la Argentina, el desgobierno del país y la crisis soberana que pone en severo riesgo la integridad territorial.
El punto de crisis, al mismo tiempo, debiera constituir una oportunidad. Al menos para comenzar con un debate que quizás quede lejos de la resolución de esta crisis, pero que tiene perspectiva de futuro a la vista del desandar de un mundo que encara tiempos de redefinición en lo que a su organización global refiere.
¿Milei es el último experimento de la democracia liberal? ¿Qué sistema político están diseñando los que planifican la economía sin leyes, sin funciones ejecutivas, sin atender a decisiones judiciales? ¿Hay límite al saqueo económico sin que las tensiones sociales se encausen en un ciclo de producción de crisis? ¿Hay sobrevida en el sistema político que conocimos hasta ahora después del ataque sistemático al que se lo piensa someter mientras la crisis se produce (la culpa es de la casta, dixit)?
¿Cómo salir de ésta crítica situación? ¿Tiene el peronismo la reserva militante, ética, moral e ideológica suficiente para ser un instrumento catalizador de esa crisis que inevitablemente le espera como límite al régimen que se moldea detrás de las apariencias?
La velocidad con la que los grupos económicos imponen un programa bajo el paradigma del salvajismo político y la radicalidad ideológica. Los coloridos sainetes que disparan las trastornadas definiciones de Javier Milei y la búsqueda de refugio en un pasado que no tiene perspectiva de futuro, aún impiden poder establecer el método para ir zanjando discusiones. Aún, la frenética tiktokización de los análisis coyunturales, impiden hasta poner en común los interrogantes para encontrar certezas colectivas.
Pero, sin dudas, el tiempo de crisis que se avecina, es una oportunidad fantástica para producir política. Las experiencias comunitarias que nazcan para sobrevivir los tiempos de asfixia económica, la resistencia que se moldee ante el inevitable avance del saqueo, las tensiones sociales que desgastan el sentido común impuesto que autoriza el sadismo de romantizar y justificar el ajuste sobre la enorme mayoría, tendrán que crear un tiempo en el que los pliegues de dichas tensiones, habrán de parir el cuerpo social que traiga respuestas a interrogantes que aún están en pañales.
Ese pueblo que produce tensiones y sentido colectivo, habrá de buscar un instrumento político que ofrezca una agenda que ponga sus esperanzas en el centro de la construcción de fortaleza. Aquella experiencia de Néstor Kirchner en el 2003, leyendo las emergencias de una crisis que hizo estallar el neoliberalismo sin que lo tuviera como protagonista, merecen volver a pensarse en clave de un tiempo que, además, amenaza con obligarnos a diseñar un sistema político que deje atrás los límites de la mascarada liberal que arropaba una mal llamada democracia que apenas ostentaba sufragio.
Enderezar el camino hacia las convicciones ideológicas, forjar los espacios militantes que piensen en clave colectiva los desafíos del tiempo convulso y reordenar las prioridades militantes en torno a las urgencias y tensiones que atraviesa nuestro pueblo, son las claves para respirar en la asfixiante coyuntura plagada de desbordes y excesos que nos deparan los romanceros del colonialismo.
(*) Editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.
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