Por Hector Amichetti
Milei llegó mediante los votos para gobernar abiertamente en contra de las mayorías y legitimar el poder de facto de la gran corporación que integran sectores económicos, judiciales y mediáticos.
El ajuste genera, entre otras cosas, desocupación, pobreza e inseguridad, esa realidad despierta conciencia y así las mayorías están una vez más ante el desafío de ordenar las cosas en la dirección correcta.
El objetivo de la corporación oligárquica ha sido siempre captar por un lado el acompañamiento del amarillismo político y sindical y por el otro intentar eliminar con perversas prácticas antidemocráticas a los referentes que mantienen una conducta leal al interés de las mayorías.
Lo hicieron con la proscripción de Perón y el peronismo tras el golpe del ’55, duplicaron la apuesta ejecutando un genocidio a partir del golpe militar del ’76.
El proyecto oligárquico corporativo que encabeza Milei en el marco de un sistema que bastardea la democracia tiene como uno de sus objetivos esenciales liquidar cualquier vestigio de peronismo revolucionario que inspire a dirigentes u organizaciones del campo popular a enarbolar una posición de ruptura con el sistema de injusticias imperante.
Sin lugar a duda Cristina y Axel son dos blancos elegidos por un régimen que cada día se vuelve más totalitario.
A Cristina intentaron asesinarla, la “Justicia” elaboró fallos para proscribirla y ahora buscan aprobar una ley en el Congreso para sacarla en forma urgente del escenario electoral.
A Axel no han podido ganarle con los votos en la provincia de Buenos Aires y no han lograrlo doblegarlo como a la mayoría de los gobernadores con el mecanismo de la zanahoria y el palo, es por eso que buscan desestabilizar su gobierno mediante una conspiración bien armada en torno a la inseguridad.
Desde su impecable gestión bombardeada por los cuatro costados, Axel defiende la producción y el trabajo, sostiene el rol esencial del estado en temas de salud y educación y redobla su esfuerzo para garantizar una seguridad ciudadana que Milei agrava con su brutal ajuste presupuestario y su plan empobrecedor.
Como otras veces en la historia la guerra está declarada y no se resuelve alistándonos simplemente para un escenario electoral porque las armas del enemigo son antidemocráticas y de destrucción masiva, solo hace falta leer La Nación, Clarín e Infobae, o prender la televisión para ver en cadena a casi todos los canales emitiendo informes sobre la corrupción de Cristina y el kirchnerismo y sobre el “baño de sangre” por los hechos delictivos en la provincia “abandonada a su suerte” por Axel.
Argentina toda es hoy un campo de batalla que nos obliga a definir una estrategia de confrontación con apretada unidad de las fuerzas leales (ya hemos tomado nota de los desertores), por eso es que resulta inadmisible que en medio de la batalla principal sigamos deliberando cual es la mejor táctica electoral para enfrentar a un enemigo al que para nada le preocupa el resultado de los próximos comicios.
La “democracia” en términos liberales es derrota de las mayorías.
La revolución peronista comenzó un 17 de octubre, no un 24 de febrero.
*Federación Gráfica Bonaerense / Corriente Federal de Trabajadores
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