Por Nehuén Gusmerotti*
Detrás del mito de la democratización y las facilidades, el gigante verde acapara ganancias mientras reduce puestos de trabajo y pagos a artistas. En los últimos meses Spotify ha anunciado un nuevo recorte de personal que impactará en el 17% de sus trabajadores, además de un cambio en la lógica de pago de regalías que reducirá en 150 millones de dólares las ganancias de artistas y compositores. ¿Esto viene de la mano de una reducción de ganancias de la plataforma? Para nada. Daniel Ek, su CEO, se encuentra entre los ejecutivos mejor pagos de la industria musical, y la empresa reporta ganancias récord en 2024.
Si bien no está entre las noticias más mencionadas en los portales dedicados a la industria musical, la ausencia de cuatro de los cinco compositores nominados a la categoría Canción del Año en los Grammy 2025 destapó la olla. Es que, de los cinco nominados, al menos dos anunciaron que su ausencia se debe a una protesta frente a los cambios en las políticas de pago de regalías de Spotify a fines del año pasado. Se trata de Amy Allen y Jessie Jo Dillon (Post Malone, Morgan Wallen), está última incluso explicó que no se siente cómoda apoyando una iniciativa liderada por una empresa que no remunera de manera justa a los artistas. RAYE, otra de las nominadas en este rubro no se expresó personalmente, pero su representante aclaró que su apoyo a una re discusión sobre los derechos de los compositores es total.
La discusión acerca de lo que paga Spotify a los artistas en comparación a sus ganancias no es nueva. Hace unos meses fue Lily Allen, la popular cantante británica, contó que sus ingresos por contenido exclusivo en Only Fans superó por mucho lo que le paga Spotify, plataforma en la que cuenta con más de ocho millones y medio de oyentes mensuales. A eso debemos sumarle que en 2024 la empresa anunció que solo monetizarán aquellas canciones que superen las mil reproducciones (estamos hablando aproximadamente del 60% del catálogo de la plataforma). Obviamente todo esto se hizo bajo el argumento de que a los artistas les generan más pérdidas que ganancias. Las canciones que no superan esta cantidad generan 0,03 dólares mensuales (0,36 dólares anuales), y retirar ese dinero de un banco genera más costo de tasas bancarias que lo que efectivamente se mueve de dinero. Repetimos, tres centavos de dólares al mes, miserias. Desde la empresa dijeron que “estas cantidades mínimas de dinero en total suman casi 40 millones de dólares al año, un valor que podría aumentar los pagos a los artistas que más dependen de las regalías del streaming”. Para sorpresa de nadie, esto no pasó.
Por si fuera poco, Spotify anunció un aumento en costo de la suscripción premium a la plataforma (Hoy va de $4023,39 el plan individual a 6760,39 el plan familiar) que no se ve para nada impactado en los beneficios a artistas o trabajadores de la empresa. Por el lado de los trabajadores, Spotify anunció un recorte del 17% a principios del 2024, un equivalente a aproximadamente 1.500 puestos de trabajo. Esto se sumo a los 800 despidos de 2023 y 2022. Todo esto bajo el pretexto de alcanzar objetivos financieros. Vale decir que la plataforma supera 574 millones de usuarios activos y un aumento de ingresos del 11% anual. Ek, CEO de la empresa, explicó que “teniendo en cuenta la brecha entre nuestras metas financieras y nuestros costes operacionales actuales, entendimos que adoptar medidas sustanciales es la mejor opción para reducir nuestros costos y cumplir nuestras metas”. Los artistas ganan poco, los trabajadores son despedidos, la empresa celebra incremento de ingresos, pero hay que recortar en artistas y trabajadores para lograr metas económicas.
Las regalías que paga la empresa sueca a los artistas ha sido criticada por muchos reconocidos músicos nacionales e internacionales. Hace un tiempo fue Tonny Visconti, legendario productor de David Bowie, quien dijo que “Si tienes 12 millones de reproducciones, a duras penas puedes darle comida a dos personas. Es ridículo, no sé por qué está permitido. Spotify no hace nada para apoyar la cultura de la música”. El gigante verde no solo no es claro en como se contabiliza la monetización de cada artista, sino la falsa democratización se ve permeada por las enormes cantidades de dinero que ponen los sellos discográficos en sus arcas para que sus artistas lleguen a las playlist que promocionan músicos. “Si puedes conseguir mil millones de escuchas, ¿por qué no puedes recibir un millón de dólares?”, criticó Snoop Dogg a fines de 2023, prueba de que esta discusión de los artistas contra la plataforma viene de larga data.
En este sentido, los suecos generan ganancias récord, pero se encuentran entre las que peor pagan a los artistas en el sector junto a Youtube. Para colmo, estas dos plataformas exigen superar el millar de reproducciones para comenzar a pagar (Esto no sucede en Amazon, Deezeer o Apple). La posición hegemónica de Spotify deja expuestos a los artistas, que necesitan de la capacidad de distribución del gigante verde para mostrar su música.
El último capítulo de esta discusión tuvo que ver con un aumento de tarifa, la suma de audiolibros al nivel premium y un cambio en la ramificación financiera debido a la categoría de servicio combinado. Así, la disminución del dinero que recibirán los artistas por parte de la plataforma será de aproximadamente 150 millones de dólares. Es decir, el aumento en el precio de la suscripción no solo no reportará más ganancias para artistas, sino que las va a disminuir debido a las nuevas agrupaciones de contenidos. En Estados Unidos, la National Music Publishers’ Association (NMPA) se expresó en contra de estas medidas. Su presidente, David Israelite planteó que “Parece que Spotify ha vuelto a atacar a los propios compositores que hacen posible su negocio”, y tildó esta nueva agrupación de contenidos como “un movimiento cínico y potencialmente ilegal que pone fin a nuestro periodo de relativa paz. No toleraremos su perversión del acuerdo que pactamos en 2022”.
La disputa a la que hace alusión Israelite se remontan a un acuerdo negociado en 2022 en la Copyright Royalty Board (CRB). Se trata de una especie de corte que reúne a las partes interesadas (artistas y empresarios) cada cinco años para determinar las tarifas del período siguiente. La reclasificación de Spotify altera este acuerdo y pone nuevamente en tensión a los artistas con la empresa sueca. El resultado de esta disputa puede tener un impacto directo en la forma de consumir música a nivel global, dependiendo de las acciones que deba o decida tomar Spotify, ya sea que gane o pierda la contienda. Por lo pronto, parece que la democratización de la música no es tan romántica como, una vez más, las grandes empresas quieren hacer creer.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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