“Temamos a quienes nos pueden anestesiar el alma y el corazón. Tengamos miedo a esta sociedad en la que vivimos, que algunos llaman de consumo, aunque sólo sea de consumo para algunos y de hambre para muchos”.
Carlos Mugica
Por Fernando Gómez *
Cuando esta edición aparezca publicada, se estarán cumpliendo cincuenta años del martirio de Carlos Mugica. Un 11 de mayo de 1974, catorce balazos atravesaron su cuerpo apenas terminaba de dar misa. Armas empuñadas por sicarios al servicio de los que desprecian a los que asumen el desafío de liberar a su pueblo desde lo profundo de sus convicciones.
“A esos poderes malignos los podemos llamar imperialismo internacional del dinero y oligarquías nativas que son las que le chupan la sangre al pueblo argentino, siguiendo precisamente a ese imperialismo. Esas minorías se han enriquecido a costa del sufrimiento del pueblo argentino y pretenden seguir usufructuando sus privilegios” describía Mugica en su libro “Peronismo y Cristianismo”, exponiendo no sólo una mirada interpelante del catolicismo sino una perspectiva desafiante en la disputa por el sentido histórico del peronismo.
Cura, militante y pastor de su comunidad. Mugica no es un pedazo de historia atrapado en la nostalgia, su vigencia está marcada por la profundización de cada una de las injusticias que estrujaron sus entrañas. El tiempo que vivimos, de preocupante deshumanización, que descarta y celebra el descarte, nos obliga a repasar a tipos como ese cura que asumió el compromiso de dar la vida por los humildes.
“Quiero estar con ellos a la hora de la luz” decía Carlos en la simple y maravillosa oración que había edificado. Es tiempo de avivar el fuego de aquella luz redentora para hacerle frente a la oscuridad que nos pretenden imponer como destino.
Tiempos dificiles
Argentina está naturalizando más estupidez de la que era imaginable que se podría procesar. Javier Milei, ocupando los atributos presidenciales sin estar en efectivo ejercicio del gobierno, es un ejemplo nítido de la capacidad de elongación que tiene una democracia fabricada en el extranjero y para la cual, con toda evidencia, Estados Unidos ha dejado de fabricar el paquete de actualización.
Un combo explosivo de estupidez, deshumanización y vulgarización de la estética política hacen cada vez más distópico un presente que circula a una velocidad infinitamente más rápida de lo que es factible procesar una reflexión crítica sobre los acontecimientos.
La frase corta y de impacto; el video breve y contundente con consignas repetidas hasta el hartazgo; la impustura para red social y la dinámica extenuante de la autopromoción desvergonzada de individualidades en la superficie del sistema político, están imponiendose por goleada ante la reflexión colectiva, la formación ideológica o el apunte crítico sobre las convicciones políticas.
En ese transcurrir vertiginoso, no todo es inmediatez. Así lo exponen los grupos económicos que piensan en el largo aliento de la planificación del saqueo de nuestra riqueza. Los 30 años con el que se piensa el aliento a las grandes inversiones en la ley que obtuvo media sanción en Diputados, son un ejemplo claro de ello. La incapacidad de ser modificado a futuro con una nueva norma, da cuenta de la confianza que tiene Estados Unidos de poder controlar los resortes de un Poder Judicial que está dispuesto a convalidar tamaño desatino, en caso que logre transformarse en ley.
“El RIGI impacta en la industria de la construcción positivamente, aunque lleve tiempo la implementación” dijo ayer el presidente de la Cámara de la Construcción, Gustavo Weis, quien aspira -con toda evidencia- a que la Argentina se transforme en un paraíso para el lavado de activos del extranjero y vuelque a dejarle migajas en su bolsillo.
La Cámara Argentina de Empresas Mineras se expresó en el mismo sentido en una cumbre en San Juan, y obtuvo el acompañamiento del gobernador cordobés Martín Llaryora en su recorrido para alentar las inversiones de multinacionales que están proyectando asimetrías brutales con la producción nacional, que se pretenden asegurar la propiedad de recursos frente a eventuales escenarios de escasez y que amenazan con reducir a la precaridad tecnológica a la industria nacional en un proyecto de reprimarización brutal de la Argentina.
Si los conceptos de imperialismo y oligarquía no hubieran pasado de moda, como pretenden algunos, qué frescas estarían las certezas expuestas por Carlos Mugica hace cincuenta años atrás.
El sentido de las cosas
El gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, ha decidido exponer vulgarmente la efectiva representación de los intereses que lo sentaron en su función pública. Luego de manifestar sus públicas intenciones de acompañar al gobierno de Javier Milei, como excusa para cuidarle los intereses a los grupos económicos que imponen miseria para los tucumanos y riqueza para los que tercerizan su rentabilidad, Jaldo terminó sobreactuando su antiperonismo al cuestionar el éxito del segundo paro nacional del 9 de Mayo: “Hacen paro para quedarse durmiendo”.
Con menos exposición pública, pero con idéntico apetito por representar los intereses de las mineras multinacionales, tiempo antes se había expresado el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, en relación con la “Ley Bases” que el gobierno finge como propia y que sólo pretende asegurar el estatuo legal del coloniaje del siglo XXI.
La desertificación ideológica del peronismo hace posible que estas cosas sucedan en la más absoluta impunidad.
Pero aún así, nuestro pueblo produce crisis en la política, y esa crisis produce sentido en cada uno de los rincones donde es necesario hacer pie, para diseñar un futuro.
La descomunal crisis en el salario y los ingresos populares ha llevado a que, en apenas cinco meses, se hayan producido dos paros nacionales. El 9 de mayo, con absoluta contundencia, se registró la segunda medida de fuerza del conjunto del movimiento obrero.
Aún más importante que el resultado político que se expuso en las calles vacías, fue el debate que se revitalizó en cada uno de los lugares de trabajo. Un paro nacional tiene la potencia de lograr que todo el país hable del paro y de las razones que lo motivaron. Algo de eso se procesó en estos días, en un clima caldeado por la movilización en defensa de la universidad, inédita por la masivdad, en cada uno de los rincones de nuestra Patria.
La miseria planificada, ejecutada en forma impiadosa en este tiempo que pretende acostumbrarnos a la deshumanización, va a desatar cada día más conflictos. Quizás no en los tiempos en que pensamos que se produzcan, quizás no con la misma efervescencia que se justificaría por lo profundo y violento del saqueo impuesto sobre nuestra Patria. Pero la producción de crisis, resulta inevitable.
Poner en disputa el sentido de la cosas, asumir el tiempo necesario para reflexionar colectivamente mientras construimos respuestas con una velocidad que ahuyenta la reflexión, es una tarea indispensable para la militancia en este tiempo histórico.
El próximo 25 de mayo, cuando un presidente que se envuelve en una bandera extranjera, pretenda insultar a nuestra Patria ante un aquelarre de aplaudidores de ocasión; o cuando el Senado se apreste a debatir el estatuto legal del coloniaje, son de esas oportunidades que nos ofrece la dinámica del saqueo, para articular la crisis en una respuesta colectiva y contundente que nos permita interrumpir el suicidio político al que pretenden conducir nuestro destino.
(*) Editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.
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