Por Gabriel Fernández *
Aquí interesa resumir una serie de factores que configuran la realidad a esta altura del tramo vigente, porque el volumen informativo es demasiado grande y la ausencia de selección adecuada puede enturbiar la mirada sobre un panorama de por sí complejo. Tras escuchar especialistas que merecen gran respeto, en la segunda parte de este texto incluimos una mirada que hasta el presente se encontraba fuera de juego.
EL SENDERO. Israel no logra los respaldos necesarios para una eliminación definitiva del pueblo palestino en la Franja de Gaza y su contraofensiva no difiere -aunque los tiempos son distintos- de la anunciada por Kiev en relación al Donbás.
No los obtiene porque el mundo musulmán viene cerrando filas. Lo viene haciendo porque el potencial multipolar en general lo ampara. Aristas bien diferenciadas como Irán, Arabia Saudita, Egipto, Jordania, para no seguir, no están dispuestas a ser parte del delito masivo, única vía que puede sostener al premier Benjamín Netanyahu al frente del gobierno. El ataque israelí contra un hospital, sirvió para coaligar a sus objetores.
Tampoco cuenta con la aprobación de Europa, aunque el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, pretenda enunciarlo, pues la caída abrupta de sus economías deteriora las posibilidades de participar en otro conflicto de proporciones. Cuando el mandatario israelí anunció que se avecinaba una guerra prolongada, las alarmas se encendieron.
Solo los Estados Unidos manifestaron su respaldo y se pusieron a emitir. Es el único que puede fabricar billetes, aunque su propio Congreso le advierte que está incrementando la deuda pública de modo exponencial. Sin embargo, al capital financiero que los domina no le resulta grato dejar pasar una ocasión bélica como la de Medio Oriente. Como no le preocupa el destino de la economía local, impulsó al presidente Joseph Biden a solicitar otros ¡100 mil millones de dólares! para destinarlos a los dos frentes.
Aunque pueden pasar muchas cosas en el medio, ya es razonable estimar que el año que viene los atlantistas encarnados por Biden van a perder las elecciones. Qué horizonte: sin Netanyahu y sin Biden, ¡qué será de ti Oriente Medio! Pero vamos al trasfondo.
PETRÓLEO. La movida de Hamas que condiciona a Arabia Saudita y la posterior sugerencia de Irán para vetar la comercialización de petróleo hacia Israel, han sido determinantes. Ante la falta de aliados en el rubro, los Estados Unidos están gestionando un alza de la producción venezolana, prometiendo al gobierno de Nicolás Maduro cesar con el hostigamiento histórico.
La intención norteamericana es contar con un volumen que le permita aprovisionar a sus títeres en conflicto. Por ahora el gobierno bolivariano escucha y persiste en su posicionamiento anti estadounidense. Aunque la oferta es tentadora, los vínculos de Venezuela con China y Rusia son lo suficientemente intensos como para colisionar. Lo han respaldado en instancias muy difíciles.
La reciente visita del presidente iraní Ebrahin Raisi a la patria de Hugo Chávez no debe ser dejada de lado en el análisis. Aunque la propuesta norteamericana podría sacar del apuro a la economía Vinotinto, la estrategia ofrecida por la Multipolaridad le facilita un futuro venturoso; e industrial, pues no condiciona la extracción de materias primas al desarrollo, como si lo hace -estructuralmente- el Norte.
En Medio Oriente, tras las turbulencias informativas iniciales, los protagonistas se van transparentando. Hezbollah no quiere guerra, como advirtió su líder Hasan Nasrallah, pero está listo para operar sin tapujos una vez que Israel intente profundizar su ofensiva sobre Gaza. Esta vez, su labor no recibirá objeciones de las potencias circundantes. Esa labor, vale subrayar, suele ser eficaz.
LA SECUENCIA. En Beijing, se concretó una exitosa reunión de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, con acuerdos plenos aunque también parciales en verdad profundos. La enorme cantidad de delegaciones, de Oriente y de Occidente, resultó un apoyo sólido para un esquema troncal marítimo y terrestre que necesita la paz para funcionar.
Como los asistentes no se privaron de hablar sobre los más variados asuntos -incluida la dualidad Israel Palestina-, el conjunto del cónclave fue medido cual aglutinamiento que trasciende lo económico y se sitúa en el ámbito político. Tal vez más de lo que esperaba conseguir China, originalmente, de este encuentro. Los planes del líder Xi Jinping, se van percibiendo muy realistas.
Contrariamente a los disparates difundidos estos meses sobre una supuesta caída de la economía china, la misma se estabiliza hacia arriba.
ESTADOS UNIDOS Y GRAN BRETAÑA. Israel y su respaldo, los Estados Unidos, están muy complicados. Aunque toda definición exija un tiempo de maduración, cabe prever que los anhelos de máxima que portan ambas naciones no se cumplirán, que sus gobiernos van a tambalear y que los litigios en Ucrania y en Medio Oriente no están afectando el despliegue global euroasiático.
Lo único que se le ocurrió a Biden es aconsejar a Israel que no se deje llevar por “la rabia”. Algo así como necesito tiempo para convencer a los aliados, justo ahora que hasta quieren despegarse de la situación ucraniana. Esto habla de un belicismo que ni siquiera obtiene apoyo absoluto en el espacio globalista. ¿El ex consejero John Bolton volverá a cobrar protagonismo y será convocado para someter a esos blandengues? Algunos lo estiman necesario para improvisar un Apocalipsis Now.
Con gracia, el gobierno de Biden impuso nuevas sanciones a los programas de misiles y drones de Irán. Las barbas de los ayatollahs mostraron el movimiento propio de quien sonríe frente a una amenaza impracticable.
Como novedad, es preciso indicar que junto al famoso portaaviones enviado por los estadounidenses al Mediterráneo oriental, se están movilizando buques de guerra británicos. La coordinación está en manos de Antony Blinken, secretario de Estado, y el recientemente designado Grant Shaps, secretario de Defensa estrechamente ligado al primer ministro Rishi Sunak.
Quizás una ventana para atisbar el futuro haya sido abierta por el renunciante Ben Wallace. Apenas dos meses atrás, se retiró de la función pública advirtiendo que Rusia no detendría su Operación Especial sobre Ucrania, y que no debe descartarse una guerra generalizada. Los analistas ingleses apuntaron que Wallace es un experto militar, mientras que su relevo Shaps es “un comunicador”.
Vale indagar, otra vez: ¿alguien en Davos escucha a Henry Kissinger? Por ahora, la respuesta es clara.
La Reserva Federal advirtió que el estancamiento económico norteamericano es inevitable. Se trata de un eufemismo para anunciar la recesión. Ese derrumbe ya lo viven los disciplinados europeos en Alemania, Francia, Italia, España y más. Como el dólar es obstáculo para todos, silenciosamente van preparando un euro digital que les permita tomar un atajo. Parece tarde.
LOS LÍMITES. Mientras, los Productos de los emergentes siguen creciendo. La apuesta al control de los Estados asociados, a la inversión productiva y al consumo, continúa desbordando a un bloque occidental en baja, que debido al eje planteado por su conducción necesita canalizar recursos nacionales hacia las grandes corporaciones y la Defensa.
La paciencia de esos multipolares, preocupados por la paz para comerciar en libertad, puede horadarse cuando se llegue a un límite. ¿Cual? Básicamente, que sus desarrollos internos y regionales se tensen y necesiten superar el tope que implican los procesos guerreristas al vínculo comercial imprescindible para relanzar en cada tramo el crecimiento de los PBI.
Esto lo entendieron hace tiempo los estrategas euroasiáticos y propusieron a Europa un acuerdo que la convertiría en gran potencia multipolar -lo informamos en el mismo momento en Fuentes Seguras-. Aunque el Viejo Continente aceptó, la imposición del demócrata atlantista al frente del Estado desterritorializado del Norte desbarató, canceló, la perspectiva.
Era una gran idea, práctica y win win como gusta decirse ahora. Por estos tiempos se perciben las consecuencias de su anulación.
LA OTRA VERSIÓN. Sin embargo, un diálogo a fondo de quien escribe con el investigador Walter Formento abrió una mirada que, aunque no anula varios de los puntos especificados hasta aquí, corre sorprendentemente el eje. De hecho, se trata de un análisis que modifica el criterio sobre el origen mismo del ataque del 7 de octubre.
El respeto que se ha ganado Formento al diseccionar las luchas internas del bloque de poder, amerita una singular consideración para su perspectiva. Ella coincide con el planteo desplegado por otro especialista, Manlio Dinucci, quien se animó a plantearlo bajo el tremendo título de “11 de septiembre en Medio Oriente”.
Ambos se preguntan sobre la intencionalidad de base que generó la acción de Hamas y el sentido de sus consecuencias. Sostienen que la versión oficial sobre el ataque de Hamas contra Israel no es creíble.
El artículo de Dinucci plantea que “El 30 de septiembre, el director de la inteligencia de Egipto, Kamal Abbas, telefoneó personalmente al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu para ponerlo sobre aviso. Días después, una empresa israelí de seguridad privada también previno al Servicio General de Seguridad israelí (Shin Beit) y, finalmente, la CIA avisó al Mosad, el 5 de octubre. Por consiguiente, Israel no estaba desprevenido”.
Además, subraya Dinucci, “los procedimientos de seguridad rutinarios no fueron aplicados ese día y el ejército israelí demoró 5 horas antes de intervenir. El interrogante que se plantea ahora es el siguiente: ¿Por qué Netanyahu permitió la muerte de 1.300 de sus conciudadanos?”. Y desde allí, surge otra pregunta: “¿Los combatientes del Hamas se entrenaron durante un año en el uso de parapentes motorizados sin despertar sospechas?”.
El asunto no es sencillo. Formento dijo a este periodista que a su entender resulta posible que Hamas, otrora priorizado por Israel en detrimento de Al Fatah, haya operado en favor de la tendencia belicista que gobierna el atlantismo. La gravedad de la hipótesis salta a la vista, pues de tal modo estaría utilizando a su propio pueblo como parte de la maniobra. Eso explicaría la prudencia de la Federación de Rusia al pronunciarse: su gobierno habló del fracaso norteamericano en la región y sugirió diálogo de paz. No fue más lejos.
Dinucci dobla la apuesta: “¿Cómo es posible que cuando los hombres del Hamas atacaron más de 20 centros habitados israelíes, matando a su paso 1.300 personas (según las cifras oficiales israelíes), las fuerzas especiales de Israel, que tienen la reputación de hallarse entre las mejores del mundo, no intervinieron inmediatamente trasladándose en helicópteros a los puntos atacados? Sólo intervinieron fuerzas de policía”.
Entre los elementos a considerar, Dinucci muestra un artículo publicado el 8 de octubre por el diario The Times of Israel. El mismo explica que «Durante años, los diversos gobiernos dirigidos por Benjamin Netanyahu adoptaron una política que dividió la franja de Gaza y Cisjordania entre dos poderes diferentes, debilitando al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y favoreciendo al Hamas. Este último fue tratado como un socio en detrimento de la Autoridad Palestina para impedir que Mahmud Abbas avanzara hacia la creación de un Estado palestino. El Hamas fue promovido de la categoría de grupo terrorista a la de organización con la que Israel mantuvo negociaciones a través de Egipto y la que se le permitió recibir de Qatar, a través de los pasos fronterizos de Gaza, valijas que contenían millones de dólares.»
La nota completa que “Todos esos hechos dibujan un escenario similar al del ataque del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, cuando todo el sistema estadounidense de inteligencia y de defensa se vio ´tomado por sorpresa´ por el ataque de al-Qaeda (Bin Laden). Pruebas irrefutables demuestran que los hechos del 11 de septiembre de 2001 fueron una operación montada por la CIA para justificar la ´guerra mundial contra el terrorismo´, con la invasión de Afganistán y de Irak, y las guerras que vinieron después –las primaveras en Libia, Egipto, etc-“.
¿Y ahora, para qué? Sostiene Dinucci: “El objetivo estratégico de la operación israelí es, por un lado, exterminar a los palestinos y apoderarse de sus territorios –el ministerio de Defensa de Israel ha ordenado la evacuación inmediata de más de un millón de habitantes, más de la mitad de la población de Gaza, hacia el sur de ese territorio. El otro objetivo estratégico de la operación israelí sería provocar, apuntando contra Irán, una reacción en cadena de guerras en el Medio Oriente, región donde Estados Unidos, Israel y las potencias europeas están perdiendo terreno”.
LOS DESEOS. Este narrador anhela profundamente que esa fundada presunción resulte equivocada. Por las secuelas, claro, aunque también porque la tarea de Hamas contra su propia gente resultaría incalificable y al mismo tiempo fuente de hondo desaliento para un mundo musulmán y un despliegue Multipolar de vigoroso crecimiento en la actualidad.
El corto plazo, por tanto, es el más riesgoso. Lo advirtió hace pocos meses el presidente de la Federación, Vladimir Putin. Todos tienen poder de fuego, tradicional y nuclear; algunos, consideran decoroso utilizarlo “para defender la democracia”.
Un chiste mortuorio, obviamente.
- Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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