Por Nehuén Gusmerotti *
Skay Beilinson es probablemente el guitarrista más reconocido de nuestro rock, junto a emblemas como Pappo o Ricardo Mollo. Su juventud en La Plata, su carrera junto a Los Redondos, sus viajes y su modo de vida son guiones de película. A pesar de esto, el platense siempre ha optado por la invisibilidad. Un Espectro en la ciudad de la furia que logró apartarse de la histeria ricotera para transitar su carrera artística desde un lugar más místico e itinerante. Con 71 años en el lomo, hoy vamos a repasar un poco del disco que lo separa finalmente de su proyecto junto al Indio Solari y abre el camino de su camino solista.
A través del Mar de los Sargazos, una aventura exitosa
Fue el primer disco de estudio lanzado por alguno de los ex Redondos, publicado por Skay Beilinson el 21 de octubre del 2002. Su aparición arrojó algo más de certeza sobre el final de la emblemática banda popular argentina. “Yo también soy Patricio Rey” decía por aquellos días Skay, marcando un poco la cancha y dejando en claro que no era un mero guitarrista de banda, sino parte del andamiaje artístico del grupo.
Para esa época, lo que flotaba en el ambiente era la posibilidad de dos o tres años sabáticos, no más. Skay declaraba que tenía “algunas canciones pendientes” con el Indio, pese a la publicación de su primer disco en formato solista, A Través del Mar de los Sargazos.
Si bien el flaco se anima a los sintetizadores y las voces intervenidas, este primer álbum vuelve al rock de guitarras y visceral que caracterizó gran parte de la vida ricotera. Alejándose así del sonido de Último Bondi a Finisterre y Momo Sampler de Los Redondos. No está de más aclarar que poco antes de la separación de la banda, cuando Momo Sampler deambulaba por las bateas, Skay y el Indio habían coincidido en volver a una composición más sanguínea y no tan mecanizada.
Esta primera experiencia solista pone al flaco en el lugar de letrista y cantante, dos ámbitos inexplorados por el guitarrista nacido en la ciudad de las diagonales. Leído y poético, Skay apela a sus inspiraciones más profundas, desde Henri Michaux y Omar Kayam a la calidad de José Saramago y la ironía de Kurt Vonnegut.
A Través del Mar de los Sargazos fue un paso acertado en la carrera de Skay. Comandando su propio barco, cómo el que aparece en la portada del disco, Skay se pone al frente de la composición, las letras, voces, y explora sintetizadores, efectos y percusiones. Para completar la tripulación, dos viejos conocidos, su compañera de toda la vida, La “negra” Poli como cerebro organizador, y la mano maestra de Rocambole para dar vida a esa nave insignia, retratando el mar de sargazos centroamericano que supo ser una trampa mortal para embarcaciones del pasado.
La trampa mortal podía ser ese paso solitario, pero el eximio violero la sorteó con una muñeca de marino añejo. El trío musical tuvo que ser completado con dos foráneos. Una eminencia de la batería argentina, Daniel Colombres (Ex Pastoral, Sumo, compañero de Fito, Cantilo, Nebbia, Lebón, entre otros), y en el bajo Dani Castro, otro trotamundos que supo tocar con grandes del rock nacional como Vicentico, Fricción, o los Guarros. Además, cuenta con las apariciones de Sebastián Schachtel en acordeón y Patán Vidal en piano.
En el disco el resultado son trece canciones que sin renegar del pasado ricotero, buscan su propio destino en la propia historia del guitarrista ex Diplodocum y Cofradía de La Flor Solar. Este crisol entre lisergia hippie y blues rock popular da como resultado un recorrido ambiguo, místico y paisajístico de tinte multicultural. Desde un balcánico “Alcolito” a frecuencias hawaianas en “Entre el Cielo y la Tierra”. Tiene entre sus hits “Oda a la Sin nombre”, el que, según el mito, era parte de Luzbelito y quedó afuera. Aunque “Memorias de un perro Mutante”, “El Síndrome del Trapecista” o “La Grieta” también tienen su lugar entre las pogueras.
Lejos de proponer un disco de solos, un culto a su propia capacidad compositiva, Skay explora silencios, notas justas y precisas. El Flaco tiene sus momentos, “Kermesse” y “Astrolabio” se dan el gusto de ver esa Gibson SG en su punto más alto.
El resultado es un disco intenso, propositivo y versátil. Muestra las primeras pinceladas de lo que sería la vida de Skay sin su partener artístico, y la visión no es mala. A Través del Mar de los Sargazos abandona la masividad para volver al bar, a la cantina en una noche de lluvia, y mantiene una mística invariable, mostrando donde late el corazón de Patricio Rey.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (viernes de 21 a 23 y domingos de 22 a 00 horas)
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