Cómo el MI6, la CIA y la OTAN operaron para generar el clima bélico y cuáles fueron los ejes de su acción comunicacional. La tensión entre finanzas y política. El despegue de la economía real. Informaciones de un mundo en transformación.
Por Gabriel Fernández *
LA FILOSOFÍA. Cuando se rastrea la historia reciente y se visualizan las acciones de los protagonistas, es posible aprehender los factores que llevaron a la presente guerra y aquellos que, en su interior, preludian resultados negativos para los mismos impulsores. Aunque parezca extraño, existe una filosofía de base que impide a los responsables profundos aplicar realpolitik según sus posibilidades y necesidades, y los lanza hacia aventuras que sólo abrazarían el éxito mediante victorias integrales, despojadas de la inevitable negociación que contiene cada conflicto. Todo un problema.
Como dato resulta preciso entender que para el supra poder estadounidense, amparado en buena parte de la psicológicamente derruída sociedad norteña, todo andar necesita trascender aquello que sería de realce en otras zonas del planeta, y combatir contra alguien. En su momento, el ex presidente Donald Trump intentó sustraer los intereses del Estado de las costosas iniciativas bélicas externas; lo logró parcialmente y promovió un re crecimiento industrial después de un lustro de caída. Pero, para llevar adelante esa recuperación con eje interno, tuvo que desplegar toda la verba ofensiva. Necesitó evidenciar que el espíritu conquistador mantenía la flama.
Como las cuentas estaban claras, las corporaciones financieras y sus asociaciones militares y mediáticas, no le creyeron. Qué es eso de acrecentar el PBI industrial si lo que requerían era la aspiradora que absorbiera los recursos del mundo hacia el agujero negro de la renta improductiva. Actuaron en consecuencia y durante el tramo en el cual una faja comprensiva de ese pueblo bregó por insertarse a su manera en los nuevos tiempos, pusieron en marcha todo el peso de su Inteligencia y su Comunicación para gestar la mayor cantidad de litigios posible dentro y fuera de ese ex gran país. El dilema es que una cosa es guerrear y otra, ganar.
LA INTELIGENCIA. En los cinco años recientes, el poder occidental operó con energía, ya que no con razón. El MI6 británico, la Agencia de Inteligencia Americana, el Departamento de Seguridad Nacional, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, volcaron gran parte de sus esfuerzos para quebrar la confluencia entre Rusia y China, limar los ascendentes vínculos del coloso asiático sobre las naciones del Pacífico, evitar la expansión de la Franja Económica de la Ruta de la Seda, complicar la ligazón rusa con las naciones de Asia Central y sobre todo evitar la integración europea a la Multipolaridad. Un batallón de “asesores” atlantistas ocupó el bien predispuesto gobierno de Kiev y acicateó el crimen sobre el Donbás con el objetivo de originar una situación insostenible para Rusia.
Aunque la legión de operadores del supra poder proviene de las matrices citadas, entre otras, el instructor decisivo del presidente títere Volodímir Oleksándrovich Zelenski ha sido el jefe del Secret Intellingence Service, Richard Peter Moore. Los agentes británicos construyeron, pacientemente, la guerra en Ucrania. La labor consistió en colocar armamentos en las cercanías de la frontera con Bielorrusia y generar crispación mediante asesinatos brutales perpetrados por las bandas nazis sobre la población civil en Donetsk y Lugansk, bombardear la zona que entorna al río Donets y difundir discursos e informaciones indigeribles sobre Rusia y sus aliados. Mientras provocaban el conflicto, empezaron a hacer circular informes sobre los presuntos planes del gobierno del presidente Vladimir Putin para “invadir” Ucrania.
Hemos visto el criterio “defensivo” que el poder anglosajón insertó en la OTAN: Cada vez que resuelve hostigar a una nación, invierte los términos para mostrarla agresiva y justificar los ataques. El desdén occidental por los Acuerdos de Minsk, así como las acciones internas contra la población ucraniana quedaron ocultos, en tanto circularon con celeridad informes de Inteligencia para demostrar con fundamentos apenas literarios que Rusia estaba resuelta a un avance guerrerista. Pero también fueron barridos bajo la alfombra los programas de ajuste sobre la población ucraniana que empobrecieron a la potencia agroindustrial y generaron masivas movilizaciones antigubernamentales en todo el territorio, inclusive en la dócil capital del país.
TODO SE SABE. La Inteligencia rusa tuvo acceso a las alternativas que, según el MI6, podrían derivar de una guerra. Una de ellas es la expansión del conflicto sobre Europa continental. La isla británica y los Estados Unidos quedarían fuera del campo de batalla y conducirían el espanto desde lo alto de la colina. El Oso compartió la revelación con los gobiernos de los estados europeos. Junto a las dificultades económicas que hemos narrado, semejante proyección desactivó cualquier posibilidad de inserción directa del Viejo Continente en la contienda. Sin gas, sin petróleo, sin comercio exterior … y con las bombas rusas cayendo sobre sus grandes ciudades; el panorama no gustó. Francia y Alemania encabezan la protesta silenciosa que está llevando a una fractura entre la Unión Europea y la OTAN.
El trabajo de Moore fue apuntalado por el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg y el Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrel, del cual hemos hablado en nota precedente. Después de tomar contacto con varios funcionarios del entente atlantista, la Cancillería de la Federación de Rusia, bien alimentada informativamente por sus agentes, concluyó que la guerra era inevitable porque ese era el eje de la política dispuesta por el poder atlantista. Sobre fines del año pasado, el ministro de Relaciones Exteriores Serguéi Lavrov y su vice tocayo Serguéi Ryabkov señalaron públicamente que los EE.UU. y la OTAN se comportan como “enemigos” de su país “socavando nuestra posición en la arena internacional”.
China fue llegando a las mismas conclusiones. Cada movimiento del bloque anglosajón y la OTAN termina impactando sobre su apreciado proyecto de la Franja y la Ruta, que necesita paz para desplegarse. Hace pocas horas, El ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, afirmó que “La posición de China es objetiva y justa, y es consistente con las aspiraciones de la mayoría de los países. El tiempo demostrará que la posición de China está en el lado correcto de la historia”. El bombardeo del gobierno de Joseph Robinette Biden Jr. al acuerdo de comienzos de 2021 con Europa levantó polvareda en ambos lados y un malestar proporcional a los beneficios que implicaba. En definitiva la guerra no conviene a demasiados protagonistas, pero los Estados Unidos, Gran Bretaña y la OTAN, insisten. A ellos ¿Les conviene?
EL DESACOPLE. Volvemos a la filosofía. Si consideramos esos espacios según su raíz social y económica, es claro que no. Pero el despegue del gran capital financiero con respecto a la base material –territorio, población, interés geoeconómico profundo- es tan amplio que contiendas destructivas de largo trazo pueden ser evaluadas como su único objetivo planetario real. Esto ya se evidenció en la aplicación interna de programas económicos restrictivos que otrora imponían sobre los países periféricos; los Estados Unidos son el cuerpo del delito. Cualquier persona razonable supone que el objetivo de un gobierno norteamericano es generar producción, desarrollo industrial, riquezas y empleo. Bueno, la enjundia con que el supra poder combatió la más reciente experiencia industrialista del Norte demuestra que a la Razón la llevaron presa.
Este periodista sabe que semejante aserto colisiona con el sentido común y no solicita acuerdo del lector; apenas sugiere reflexionar al respecto para rasgar el velo que se extiende sobre la mirada de la opinión pública. Si se recorren los medios internacionales de mayor volumen, podrá observarse que cuando un gobierno o una fuerza política plantean algún programa de rasgos productivos, limitan la influencia financiera y buscan incorporar masas poblacionales al consumo, resultan catalogados como populistas y a la sazón corruptos, autocráticos, autoritarios. Así se van construyendo campañas públicas que desdeñan el análisis de las orientaciones hondas de cada vertiente y se promueven debates bizantinos acerca de la moral y los gestos de sus promotores.
Pero el mundo, ya ha cambiado. Y lo sigue haciendo. Fíjese.
Vamos a cerrar esta nota con un par de noticias interesantes. Quien aborda estos artículos con sutileza y memoria ya conoce nuestro diagnóstico sobre la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), la Unión Económica Euroasiática, la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), los BRICS, entre otras zonas de confluencia Multipolar. Ahora, este narrador les presenta a la Asociación Económica Integral Regional. Y de paso, a un nuevo esquema de intercambio energético.
RCEP. El viernes pasado, en Malasia, entró en vigor el mayor pacto de libre comercio del mundo, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés). Está formada por 15 países de Asia-Pacífico. En principio, China, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunéi, Camboya y Laos, y el 1 de febrero Corea del Sur. El resto de los países se incorporarán 60 días después de la ratificación. El pacto supondrá el 30 por ciento de la economía global y el 30 por ciento de la población mundial. Unos dos mil 200 millones de consumidores. Entre sus ventajas está una considerable reducción de los aranceles, la eliminación de las barreras no arancelarias y del sector de los servicios, una mayor fluidez comercial y regulaciones en materia de la propiedad intelectual, contratación pública y comercio electrónico.
“El establecimiento del RCEP sitúa a la región de Asia-Pacífico como el nuevo centro de gravedad del comercio mundial, y se espera que el comercio total aumente en casi 42.000 millones de dólares”, declaró el Ministerio malasio de Comercio Internacional e Industria (no hay error, malayo es el idioma). Las negociaciones se iniciaron en noviembre de 2012 en la Cumbre de la ASEAN en Camboya. El RCEP se considera una alternativa al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), el cual incluía a varias naciones de Asia y América, pero dejaba fuera a China y la India. El RCEP es el primer tratado de libre comercio entre China, Japón y Corea del Sur, hasta hace poco contrastantes y siempre al borde de la beligerancia.
PETRÓLEO. ¿Algo más? Bueno, sí. El mercado petrolero se encuentra muy activo. Por caso, pese a ser un aliado político y comercial histórico de los Estados Unidos, Arabia Saudí ha incrementado su interacción de venta petrolera con China. Si se piensa un poco, se comprenderá lo que esto significa para el coloso asiático. En la misma línea, Pakistán resolvió construir un gasoducto para abastecerse del gas generado por Gazprom en Rusia, mientras que junto a Irán la India y China, se opone a las sanciones impuestas a Moscú, lo que diversificará el panorama comercial de los combustibles.
Por su parte la India, el segundo país más poblado del mundo después de China, acordó adquirir materias primas en los mercados rusos con precios preferenciales, además de crudo, lo que también acotaría las capacidades financieras del dólar en el globo. Tanto el país gobernado por Narendra Modi como Venezuela y Arabia Saudita, se vienen beneficiando de la nueva situación internacional del mercado petrolero. Todas las transacciones indicadas prescindirán de la moneda estadounidense y se concretarán en valores estipulados bilateralmente.
Todo lo narrado dista de ser una proyección sobre lo que ocurrirá. Es lo que está sucediendo. Ahora, este periodista intenta sacudirse el cansancio, afloja la espalda y hojea con un humor desprovisto de malicia una de las portadas que, en la semana, se difundieron en kioscos y webs. El titular señala “El invierno frena a los rusos”. Incluye una foto de soldados marchando sobre un campo blanco y gélido. La frase revela tantas cosas … y su interioridad supera el ostensible macaneo. Quien quiera oir, que oiga.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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