Francisco Olveira, más conocido como Padre Paco, nació en Málaga, España, pero llegó como seminarista a la Argentina hace más de 30 años. Sacerdote en Opción por los Pobres, habló sobre su familia, su vocación religiosa, la llegada a la Argentina, así como el recorrido por diversos países de latinoamérica. Su amor por Perón y Evita.
Por Mario Sadras
-Para comenzar, ¿a qué te remite el concepto de Padre, a una cuestión jerárquica?
Mirá, cuando la gente en el barrio te dice Padre Francisco o Padre Paco, sé que te lo dice con cariño, con respeto. Pero Jesús decía que no llamen Padre a nadie más que al del cielo, porque tiene que ver con el poder, con que son más que los demás. Y la verdad es que Jesús habla de que somos hermanos, hermanas y hermanes. Así que, todo lo que me separe del otro, no me gusta.
-Hurgando en algunas biografías tuyas y reportajes, se destaca un énfasis: que tu abuelo era, básicamente, sastre y anarquista. ¿Por qué ese énfasis y a qué atribuís ese énfasis en tus biografías, cuando se delinea tu personalidad y tus orígenes?
Primero, porque creo que algo de los genes de mi abuelo debo tener y no sé muy bien por qué. Mi padre es ideológicamente conservador, pero ciertamente muy buena persona, super trabajador y siempre con la puerta abierta. Nunca se olvidó que fue el único hijo que pudo estudiar de 8 hermanos, porque el resto trabajó cociendo trajes para que él pudiera estudiar. Algo debo tener de mi abuelo y de ese gérmen revolucionario. El quería mucho a Jesús, pero como buen anarquista, lo quería como ese modelo de hombre nuevo, del amor puesto en práctica de verdad. Por supuesto, nada que ver con el tema de la Iglesia institución y menos de una iglesia jerárquica.
-En tus años viviendo en Málaga, ¿tenías ese modelo de Iglesia que luego vos construiste junto con los Curas de la Opción por lo Pobres? ¿Cómo incorporaste ese concepto o cómo conciliaste ese concepto de iglesia, desde un pueblo como es Málaga -o como lo era hace tantos años- a esta idea de la iglesia de los Curas de la Opción por lo Pobres?
Yo hubiera sido ateo por el colegio de curas al que iba obligadamente, porque yo nunca quise ir a ese colegio de curas, pero nunca perdí la fe. Tuve un cura que nos llevó a lo que nosotros acá le decimos las Villas Miserias. Ahí fue un golpe fuerte para mí porque si yo me digo cristiano y vivo una vida tan distinta a lo que ahora le diría pueblo oprimido… fue un cimbronazo. Y por otra parte, no me preguntes por qué, porque no llego a acordarme, pedí como regalo en esos años el disco de la misa campesina nicaragüense. En España, para juntar fondos para la Revolución Sandinista se hizo ese disco con cantantes importantes de esa época, Miguel Bosé cantaba “El Santo”, pero imaginate que la letra del perdón era “Cristo, Cristo Jesús, identificate con nosotros, no con la clase opresora que exprime y devora la comunidad, sino con el pueblo mío, no sé que más… sediento de paz”. Yo crecí con eso y con el Credo. Estamos hablando de los años 80. En esos años iba a un grupo Scout donde la persona que nos dirigía nos ayudaba a que fuéramos críticos. Él fue el que nos dijo que la Guerra de las Malvinas la hizo la dictadura para seguir manteniéndose en el poder. Y yo no sabía que era una dictadura, ni que era Argentina, pero bueno, son esas cosas que te tocan y que te cambian la vida.
-Una visión universal para un pibe. Porque entiendo que Málaga, si lo vinculamos con Buenos Aires, es un pueblo pequeño, y Argentina está en el fondo. Me intriga esta visión bastante universalista.
Ya hace muchos años de eso. Lo que si sé, es que cuando yo entro en el seminario y venían los curas, sobre todo los que venían de Centroamérica y te contaban las batallitas, yo quería irme concretamente a Centroamérica. Siempre me atrajo América Latina porque quería unirme a esas luchas de liberación. Y luché tanto, que me dijeron Argentina. Me vine y me terminé enamorando de Perón y Evita.
-Fue algo como “¿Vos querés quilombo? Andá a la Argentina”.
Algo así (risas)
-¿El abuelo anarquista vivía cuando vos ingresaste al seminario?
No vivía, ya había fallecido. Se llamaba Gabriel, pero no llegué a conocerlo. A mí abuela sí, pero a él no. Pero lo que sé, lo sé por mi tíos. Menos mi padre, que se bautizó a los 12 años porque él quiso, el resto de mi familia, no te digo que eran ateos, pero no eran eclesiales.
-¿Qué pensás que diría el abuelo viendo al Padre Paco, al cura, al eclesial, ingresando a la orden de los Dominicos?
Calculo que en el primer momento no le hubiera gustado nada, pero después, con los derroteros que me fue llevando la vida calculo que debería estar contento.
-¿Cómo recordás tu vida de pequeño en Málaga? ¿Cómo la definirías?
Fuimos seis hermanos con una infancia feliz donde nunca me faltó nada. Yo agradezco que nunca nos sobró nada. Nosotros le teníamos que hacer huelga a mi padre porque los domingo nos daba la paga y con esa paga no teníamos ni para comprar una bolsa de caramelos. Entonces, le hacíamos huelga para que nos aumentara la paga, “mis primeros piquetes”. Hoy agradezco, qué bueno que mis padres nos educaron así.
-¿De Málaga para dónde fuiste? ¿Cuál fue tu derrotero?
En realidad, llegué a la Argentina y desde acá fui yendo a distintos países y volviendo. La inmensa mayoría del tiempo estuve acá en la Argentina, pero he vivido casi 2 años en el Paraguay, 2 años en el Uruguay y en la selva colombiana un año. Soy enfermero profesional y a Colombia fui más como enfermero que como cura, aunque todo el mundo ya sabía que era cura. A todos los países fui como cura, menos a Argentina, porque cuando llegué todavía era seminarista. También estuve en Haití después del terremoto (2010), lo que fue una experiencia muy muy fuerte, al igual que la experiencia de la selva colombiana con los desplazados en una zona que era de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero que la habían tomado los paramilitares.
-¿Tuviste contacto con esas fuerzas? ¿Cuál fue tu impresión?
Tuvimos contacto con las dos, con las FARC y con los paramilitares, con los que pasamos unas situaciones bastante jodidas. Un recuerdo impresionante fue cuando nosotros íbamos hasta la cima del río, que era donde vivían las comunidades indígenas, donde no había calles, ni caminos. Una comunidad indígena había sido desplazada y, cuando nosotros llegamos, nos pidieron poder ir a su lugar original que estaba como a 2 kilómetros más arriba por el río. Y cuando llegamos ahí, creo que fue una de las veces que tuve más miedo en mi vida, las caras con las que nos recibieron. Ahí fuimos a buscar los troncos de sus antiguas casas, fue realmente algo impresionante.
-¿Cuál es tu evaluación de esa lucha, en la que claramente hay injerencias externas, porque de lo contrario no se sostienen setenta y pico de años de conflicto?
La desgracias de América Latina, un continente tan desigual, un continente tan dependiente del imperialismo norteamericano que cuando no te dirige la vida de una forma, te la dirige de otra. Si tiene que ser con los fanáticos evangélicos -y con esto no estoy metiendo a todos en una bolsa-, lo hacen y, si no, lo hacen con la DEA o con lo que sea. Claramente seguimos siendo el patio trasero de Estados Unidos.
-Se me vienen imágenes, no pensaba preguntarte sobre esto… ¿Dónde se ubica Ernesto “Che” Guevara? ¿En tu corazón? ¿En tu cabeza? Hay algo también de evangelizador en el trayecto de este hermano revolucionario, ¿no?
Yo tengo una foto linda del Che Guevara sonriente, la tengo en un cuadro bien grande en mi casa y me acuerdo una vez que alguien me dijo en un reporteje: “no entiendo cómo tenés al Che Guevara”. La verdad no le respondí. Pero, el Che Guevara para mí implica mucho, eso que él hablaba del hombre nuevo, de que no podemos perder la ternura, pero que tenemos que hacer la revolución cotidiana. El ser capaz de dejar los privilegios para volverse a la selva una y otra vez a la lucha armada hoy sería algo fuera de contexto. La verdad es que a mí, la democracia neoliberal en la cual vivimos, no me la creo absolutamente nada. Querer reformar un poquito la justicia y te presentan una ley de inconstitucionalidad antes de que salga, sin leerla. Los jueces de Cámara criminal, diciendo “esto es inconstitucional”, cuando es un proyecto de ley. Por eso, al Che Guevara, junto al subcomandante Marcos, le pongo al lado a Jesucristo, a Hebe de Bonafini, a Evita Perón y a María Magdalena y ya está, tres a tres.
-A veces tengo dudas de nosotros, en nuestra construcción, en la que mucho tienen que ver los medios de comunicación y está construcción cultural, como le decía Jauretche, el coloniaje. ¿Con todos ellos en la delantera, podríamos hacer algo con estas condiciones del alma humana, en las que estamos tan intoxicados, sobre todo por los medios, pero también por una educación liberal?
Siempre estaríamos por el lado de los perdedores, pero por lo menos, seríamos felices. Al que yo sigo, que se llama Jesucristo, terminó crucificado y no porque vio una cruz en el camino dijo “qué lindo acá vengo y me crucifico”. Fue por lo que hizo, fue porque tocó intereses, porque se preocupó en serio de que el pan se partiera y se compartiera. Si él terminó en una cruz, yo tengo que estar de ese lado, de los crucificados. Ya sabemos que no le fue muy bien. Tampoco al Che Guevara o a Evita. A ella le dijeron “¡viva el cáncer!”. Todos quizás no vieron la revolución, pero aportaron mucho a ella.
-¿De dónde se obtienen fuerzas? Te pregunto esto porque tenemos ese concepto de ser seres finitos quienes no somos religiosos. En vos, claramente, hay un anclaje de la fe. ¿De dónde sacamos fuerzas, sabiendo que lo más próximo es una derrota? No lo definitivo, pero lo más próximo.
Yo digo, volviendo a lo que dije antes, prefiero estar de este lado de la historia, porque por lo menos sé que estoy en el lado correcto. Y bueno, el granito de arena que pueda aportar, lo aportaré; y mucha veces tendremos angustias, impotencia, pero bueno, es en el lado en el que hay que estar. El principio de la esperanza en la desesperanza, está buena esa frase, sin duda.
-Contanos sobre la beatificación del Padre Angelelli, en cuya beatificación casi te crucifican, ¿qué pasó ese día? ¿Cómo fue el cruce con Gabriela Michetti?
En realidad fue algo que pensamos el grupo de los Curas de la Opción por los Pobres. Investigamos, porque imaginamos que la gran católica Michetti, iba a llegar sin que nadie la invitara y nos preguntamos en serio si lo teníamos que dejar pasar o teníamos que decir algo. Y decidimos que en medio de la misa, una misa importante con el delegado del Papa, íbamos a sacar en el momento de las ofrendas un cartel que decía “Gabriela Michetti, el gobierno nacional insulta la memoria de nuestros mártires”. De hecho, lo hicimos, solo que no tuvo mucha repercusión, porque las cámaras no nos quisieron grabar, sino hubiera salido al mundo en ese momento.
Como no salió, tuve un impulso de decirle a un cura, en el momento de la comunión, que si podía le iba a decir eso en la cara a Gabriela Michetti. Y es lo que finalmente más se supo, pero fue algo del grupo. Y creo que la fe cristiana es una fe impertinente, tiene que importunar, si no inoportuna no es fe, porque Jesús dijo “ay de ustedes, si siempre hablan bien de ustedes. Y felices ustedes, si los insultan, los persiguen por mi causa”. No nos podíamos callar, cuando el gobierno de Michetti llevaba adelante las mismas políticas de opresión y económicas, las mismas que llevó la dictadura, contra las cuales luchó Angelelli y por las cuales le quitaron la vida. No nos podíamos callar. “A ver, señora, la verdad que usted no hace nada en esta misa, insulta la memoria de nuestros mártires”. Lo sigo manteniendo como cuando los curas dijimos que votar a Macri era pecado.
-Ahí, vos diste un pasito más, te acercaste y se lo dijiste. Tiene que ver con lo que dijo el Papa Francisco en algún momento: “hagan lío”.
Bueno, algo de eso. Yo tengo un e-mail de Francisco, que me dice “a veces te pasas de corajudo, pero bueno, eso también está bien”. Si lo dice el Papa.
-Ahí soy más papista que el Papa
Por supuesto, exactamente.
-Subrayo eso, la fe es impertinente. Hay quienes dicen que el arte o te provoca esa convulsión interna o no es arte, que el arte es para eso. ¿Qué tanto de arte tiene la fe y la religión?
Yo creo que bastante. El arte tiene que ver con romper límites, con mostrar cosas distintas. Así que seguramente la fe verdadera tiene mucho de eso, de arte, de mostrar algo distinto, de mostrar que la vida no puede ser esa monotonía, no puede ser “voy al laburo y después tomo mate en mi casa y no me importa nada más”, tiene que ser otra cosa. Tiene que ser revulsivo, te tiene que tocar el alma, te tiene que tocar las fibras y te tiene que hacer que salgas distinto. Si vas a ver una linda obra de teatro y salís igual, no sé para que fuiste. Bueno, lo mismo, si voy a misa un domingo y hago memoria de un crucificado, tampoco puedo salir igual, es así.
-¿Qué esperas cuando das misa un domingo? ¿Cómo esperas que salga la gente?
No sé si espero algo, intento compartir con mis hermanos. Es muy distinto cuando celebramos, por ejemplo, en el asentamiento donde vivo, donde realmente estamos en familia, donde hablamos todos, donde hay un pibito que está dale que dale con una pelota, porque no tenemos ni capilla, ni tenemos nada. Varias veces me criticaron por lo que uno habla, pero no sé si espero algo en concreto. Lo único que yo espero es intentar compartir la fe, que el evangelio de ese domingo tiene que ver con la realidad que vivimos. Nunca vi una alma caminando, hay seres humanos de carne y hueso, a los cuales, la expropiación de Vicentín les cambiará o no le cambiará la vida, si se hace o no se hace.
-Ahora, cuando decís “nunca vi una alma caminado”, me acuerdo de un amigo filósofo que me decía: Cuando me preguntan por la energía o por el alma, yo abro una pila. Este amigo, también se preguntaba: ¿Vos cuando abrís un cuerpo, un anatomista, un científico, te pregunta dónde está el alma? Es como abrir una pila y decir, ¿a ver dónde está la energía?
Claro, abrís una pila y haces un desastre. Me acuerdo cuando era niño, una vez abrimos una pila porque íbamos a hacer un experimento en mi casa y después no teníamos forma de limpiar el desastre que armamos, venía mi madre y decía “aquí se va armar un despelote”. Y exactamente, ¿dónde esta la energía ahí? Sin embargo, la pila funciona cuando está armadita.
-¿Qué es lo que tenés alrededor ahora mismo? ¿Cuál es tu entorno, qué es lo que estás viendo ahora mismo?
Estoy en mi casa, aproveche la cuarentena para pintar el comedor y para poner los cuadros que tengo bien ordenaditos. Para mí es como mi museo, yo estoy feliz cuando alguien viene y lo ve. Tengo un cuadro muy grande de Perón y otro de Evita con una foto en blanco y negro, que me lo regaló un vecino del barrio hace muchísimos años. Después, tengo varios cristos latinoamericanos. El cristo campesino, un cristo peruano con una expresión de dolor muy grande. Esos son como crucifijos, digamos, como esculturas. Después, tengo un par de cuadros con Hebe de Bonafini, uno muy lindo donde yo le estoy dando un beso en la frente a ella, en otro que nos estamos riendo con Jorge Ferraresi, el intendente de Avellaneda. Y tengo una última cena, en un estilo nuevo, con un estilo que nunca ví en otro lado, ese me lo regaló un cura. Tengo, también, un cuadrito de Evita Perón, la Evita Montonera, y unas imágenes que hicimos nosotros en el barrio que es de Enrique Angelelli y de San Oscar (Arnulfo) Romero. El otro día, el presidente Fernández dijo en una entrevista con el “Gato” Sylvestre que tenía una imagen de Enrique Angelelli y dijo: “esta es la iglesia en la que yo creo, en la de Angelelli, en la de los Curas de la Opción por los Pobres”. Bueno, esa imagen se la llevamos nosotros y para mí fue un orgullo. Más o menos, eso hay en mi casa.
-Y en la olla, ¿qué hay?
Hoy seguramente voy a comer del comedor. Todos los días cocinamos para el barrio, de lunes a lunes, y los domingos suelo comer con las personas que cocinan en el comedor.
-Jornadas arduas, sobre todo en tiempos de tanta crisis y tanta necesidad. ¿Estás organizando una serie de laburos que tienen que ver con contribuciones de los ciudadanos y las ciudadanas? Contá un poquito, ¿qué se necesita?, ¿qué hace falta que la gente acerque?
En estos tiempos, digo, que nos cuidemos, que nos quedemos en casa, pero que nuestra solidaridad no se quede en casa y que aprendamos de los barrios humildes y vulnerados. En nuestros barrios nunca falta las manos para amasar la harina, para hacer pan. Muchas veces falta la harina, pero no las manos. Entonces, que los que no somos pobres -yo no soy pobre, sino vivo con ellos, pero la verdad que no lo soy- aprendamos de ellos y a ser solidarios. La verdad que también mucha gente de la clase media se está sensibilizando con toda esta situación y nos están ayudando. A lo mejor, hay vecinos que se juntan para recolectar alimentos y nos lo traen, otros que te hacen una transferencia bancaria, otros que hacen una rifa, en fin, pero se mueven y creo que eso es importantísimo.
No tiene porqué ser con nosotros, pero si es con nosotros pueden entrar a Fundación Isla Maciel (www.fundacionislamaciel.org) y ahí van a tener nuestro teléfono y formas de ayudar. Sea con nosotros o sea con la olla popular de la esquina, pero demos la mano. Hoy tenemos, la verdad, un Estado que está presente, pero con eso solo no alcanza porque la situación es muy difícil.
-Veía unas estadísticas respecto de la donación de plasma de las personas que ya habían sido infectadas por el coronavirus. Y habla de un enorme porcentaje de mujeres y dentro de eso, de un enorme porcentaje de mujeres empobrecidas, de los sectores más humildes.
No lo sabía, pero te hablo de Betina, del barrio, una vecina que es super humilde y que empezó a hacer la merienda en su casa, con leña, me pidió una olla y yo pensaba, ¿pero de dónde va a sacar? El marido, que se iba a cartonear, con lo que juntaba, lo que le daba alguien, con eso hacía la merienda. Y yo decía, voy o no voy, al final fui y le dije “mirá Betina, yo no quiero concentrar las cosas en la capilla, en nuestro comedor, pero, ¿no te conviene más hacerlo en el comedor que por lo menos tenés una garrafa, tenés una cocina y que podemos conseguir con más facilidad las cosas?”, y me respondé “uy, sí, Padre, pero yo no se lo quería decir”. Ella no quería darme trabajo y seguro se estaba sacando el pan para compartirlo en el barrio. Entonces, vos decís, frente al pobre de rodillas, pero frente a Betina, hay que ponernos a aplaudir, como aplaudían antes a los sanitarios.
-Se me ocurre decir, a veces, que si vamos a salir por la misma puerta a la que entramos a esta misma crisis, nos vamos a encontrar con lo mismo, que hay que imaginar nuevas puertas de salida y nuevas ventanas. Y se habla mucho de la nueva normalidad, ¿cómo imaginas la salida de esto? ¿cuáles son los requerimientos? ¿cómo salimos de esto?
Siendo cura debería ser más optimista frente a aquellos que dicen que vamos a salir mejores. La verdad, es que siempre los derechos se consiguieron peleando, siempre se consiguieron en la calle, se consiguieron luchando. Santiago Maldonado apareció muerto, pero apareció porque salimos a la calle, sino no aparecía. Lo mismo con Facundo Astudillo. No es por arte de magia. Los ambiciosos y los fugadores de guita y los compradores de muchos dólares van a seguir haciendo eso. Por eso necesitamos que no vuelvan los neoliberales, por eso necesitamos un Estado que esté presente y que les guste o no, redistribuya. Esas cosas las hacemos peleando, tenemos que pelear para que la vacuna sea para todos y no para los países que puedan pagarla.
En fin, vamos a salir luchando, como antes de la pandemia.
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