Por Gabriel Fernández
La negociación con el Fondo Monetario Internacional ha comenzado. El objetivo de patear hacia adelante las discusiones se logró, aunque con la presión que implican las auditorías trimestrales. La Argentina pagó el año anterior cuatro mil 500 millones de dólares y a partir de ahora deberá afrontar durante el período en curso 19 mil millones. En medio, se desplegarán infinitas reuniones para discutir palmo a palmo cláusulas de lo más variadas que pueden ayudar a reducir parcialmente varios de los desembolsos. Los dos puntos entrelazados que han desatado el debate interno son: Cómo garantizar el crecimiento económico y cómo re dimensionar los ingresos populares para desplegar el mercado interno.
No hay garantías de éxito. Es cierto lo que dijo horas atrás el presidente Alberto Fernández: dentro de un año tendremos un panorama distinto. Hasta ahora las acciones económicas oficiales brindaron resultados atractivos. Las tasas de interés y el volumen de crédito se orientaron a la producción; hubo modificaciones tributarias en la misma dirección; también, asistencia para las empresas medianas y cooperativas; aumentaron las exportaciones y, sosegadamente, la capacidad nacional para aquilatar divisas. Importante: Se sostuvo la negociación paritaria y una ayuda social incompleta. En un marco de pandemia, todo esto y el raro impulso silvestre de la economía nacional, permitieron el esbozo de una recuperación.
La misma, que no alcanzó para revertir las enormes cifras de pobreza, se asentó en un gasto público sostenido y razonable, un déficit fiscal manejable, y un atraso cambiario afincado en las necesidades productivas locales. Todo, acompañado por un nivel de emisión justo, que sin embargo colisionó en varias oportunidades con algunos de los factores anteriores. En ese marco, la monopolización por actividad que padece el país ha sido uno de los factores que atoró el despliegue de los avances sobre el conjunto de la sociedad. Para sintetizar sin técnica y con política: el desarrollismo le sacó una luz de ventaja al peronismo. El interrogante radica, entonces, en si el acuerdo inicial difundido el viernes permite la continuidad del crecimiento y, en sintonía, la mejora de la realidad social.
Por lo pronto las precisiones ofrecidas por el ministro Martin Guzmán son alentadoras. Nada de recortes, nada de reformas laborales, nada de ajuste sobre jubilados, nada de privatizaciones. Ahora el desafío radica en enfrentar las indagatorias del Fondo y resolver qué hacer cuando, periódicamente, exijan alguna de esas decisiones. El Estado nacional no carece de herramientas para contrastar. Si por un lado cuenta con el respaldo de los movimientos obrero y social, y de las empresas vinculadas a la actividad interior (todos listos para movilizarse contra medidas antipopulares), tiene un equilibrio financiero relativo, ha ratificado los acuerdos con acreedores privados, abrió el sendero para la concreción de las inversiones chinas condicionadas al entendimiento reciente y, sin alardear, cuenta con un volumen de reservas apreciable.
Si se logra transitar este período gambeteando las presiones fondomonetaristas, las nuevas negociaciones arrancarán en 2025. El tramo 2026 – 2032 emerge muy oscuro en el horizonte pero en ese mediano plazo el panorama internacional puede ser bien distinto. En medio, habrá un montón de tires y aflojes con nombres sólo conocidos por los expertos financieros y cada paso convocará operaciones de bancos, monopolios y medios. Antes, el país tendrá que atravesar una campaña electoral en la cual comandará la realidad que los trabajadores perciban en sus bolsillos.
Las objeciones al reciente acuerdo merecen un puñado de comentarios. Los temores son fundados, ya que la sombra de la cesación de pagos estará presente. También los interrogantes acerca de ciertas exigencias puntuales de los auditores y de las réplicas gubernamentales. Al mismo tiempo, si bien será saludable que la administración rechace las iniciativas de ajuste, nadie ignora que la recesión macrista dejó una deuda social profunda que no sólo necesita de ese freno sino también de una mejoría profunda del ingreso promedio y, por tanto, de la distribución de un PBI creciente. Las exportaciones no relevan el mercado interno y una meseta salarial en un marco inflacionario puede desplomar los indicadores más interesantes.
Hay otras críticas que no se sostienen. No es asunto menor la expansión del frenesí anti albertista en una parte del activo frentetodista; deja la sensación de un anhelo de fracaso insólito, pues el país invisible no cuenta con otro Gobierno que el presente. En ese flanco es pertinente evaluar los problemas formativos de una región militante anclada en idealizaciones de algunos pasados, el empleo irresponsable de consignas de izquierda que sólo poseen vigor en las redes, pero también una política educativa y comunicacional oficial que brindó aire a esas miradas oblicuas y, en otro flanco, a los medios liberales de tradición e intereses antinacionales.
Asimismo, quienes demandan lisa y llanamente el no pago pretenden ignorar la perspectiva de un bloqueo, sus consecuencias, y la importancia de presentar una economía sin sanciones a la hora de buscar nuevos actores internacionales. En línea, los que señalan que las autoridades no indagan sobre las responsabilidades de los endeudadores olvidan que en el Decreto 239/2021, el presidente Alberto Fernández instruyó a la Procuración del Tesoro a que “se constituya en parte querellante” en la causa 3561/2019 “Macri Mauricio y otros s/ defraudación por administración fraudulenta y defraudación contra la administración pública”. Si el Poder Judicial tomó nota del asunto es otro cantar, y por eso, entre tantos temas, se realiza una marcha este 1 de Febrero ante los Tribunales.
Como se observa, el panorama es complejo. Si algo faltaba para obturar el despliegue de una información fluida, los sonidos del silencio kirchneriano están facilitando las hipótesis de división que aprovechan quienes necesitan debilitar al gobierno de Alberto Fernández, cuya vicepresidenta es Cristina Fernández de Kirchner. Ahí son otros los números que influyen. Es probable que tras el cierre del artículo que usted está leyendo se conozca algún pronunciamiento al respecto. Allí se reforzaría la idea de la lapicera, y se destacaría el haber evitado una catástrofe.
No estaríamos planteando esta situación si su blanqueo no hubiera surgido, recién recién, del seno de la gestión: Tres funcionarios indicaron que existen tensiones, matices y distintas miradas. El asunto no tiene porqué ser grave. Suele suceder. Pero.
La construcción del sentido de Patria implica banderas, consignas, energía. Nada brinda más entereza a esa construcción, sin embargo, que la inteligencia. Una inteligencia dinámica y situada.
Domingo hacia la tarde – noche. Es tiempo de matear y pensar, lector. Con las ideas claras, la acción surgirá en el momento exacto.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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