Henry Boisrolin es Coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina y dialogó en Radio Gráfica con Lautaro Fernández Elem, sobre el terremoto en Haití que ya se cobró más de 2000 vidas humanas. Además, el vocero del Comité relató la situación en la Isla, aunque la crisis humanitaria y política es de larga data y luego se agudizó con el asesinato del ex presidente Jovenel Moïse.
LFE: Esperemos que tus seres queridos estén bien. ¿Qué es lo que se sabe de esta situación? ¿Qué es lo que ha sucedido en los últimos días?
HB: Bueno, son varios sentimientos encontrados. Es difícil encontrar un hilo conductor lógico para expresar todo lo que uno tiene adentro, desde bronca, dolor profundo, frente a la irresponsabilidad de los gobernantes haitianos y sobre todo de sus tutores. Haití es una isla atravesada por distintas fallas (geológicas), eso todo el mundo lo sabe. Son más de 10 fallas, 14 algunos dicen, pero 4 o 5 que son muy importantes y amenazan siempre. La falla que entró en acción se la conoce como Enriquillo. ¿Qué pasa? Es evidente que en una situación así, como la que se vive en Japón y en otras partes, nosotros tendríamos que tener construcciones parasísmicas o sismo-resistentes, lo que no se hace. Además, tiene que haber una indicación para el pueblo, para saber cómo actuar ante semejantes situaciones, sobre todo, en un terremoto que no puede ser detectado antes, como es el caso de un huracán. Sabemos que en algún momento va entrar en acción, pero no se puede determinar la hora exacta, por ende, tiene que haber protección civil, educación de la gente, estructuras adecuadas, hasta poder enfrentar esta situación. Después del terremoto del 12 de enero del 2010, que nos costó, según ellos oficialmente, 300 mil muertos, se había decidido tomar algunas medidas. Pero al poco tiempo no pasó absolutamente nada. Lo único que se hizo fue poner algunos elementos para rastrear las zonas sísmicas, pero nada más, algo informativo, pero no de defensa. Después de ese terremoto, se creó una Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití co-presidida por el ex presidente norteamericano Bill Clinton. Pero se robaron todo ese dinero: todos los centros hospitalarios que fueron destruidos en el 2010 no fueron reparados ni reconstruidos. El Hospital Central que le pertenece a la Universidad, tampoco fue reconstruido. Entonces, es obvio que en un país así, con un estado tan irresponsable, ahora estamos lamentándonos. Por eso te decía al principio, que hay bronca, hay sentimientos encontrados. Y hay que evaluar siempre la capacidad de resistencia del pueblo haitiano. Que siempre fuimos los primeros en tratar de socorrer a la gente que se encontraba debajo de los escombros, antes que llegara cualquier tipo de ayuda internacional. Ahí se ve el cinismo y la hipocresía de las grandes potencias que controlan Haití, porque no hicieron nada. Yo siempre resalto el valor de la ayuda de los médicos cubanos que se encuentran en el Sur del país desde el sábado pasado. Entonces, hay un sin fin de cosas, no hay ninguna maldición. Lo que nosotros tenemos es una situación que otros países sí saben cómo organizarse para poder afrontar. Ahora para colmo hay una amenaza de una tempestad tropical.
LFE: ¿Cómo ha quedado el orden institucional después del asesinato del presidente Jovenel Moïse? ¿Cuál es la línea sucesoria y quién está a cargo de todo esto?
HB: Habría que ver que antes del asesinato del presidente de facto Jovenel Moïse ya no había orden institucional. En el año 2020, este hombre había decretado la caducidad del Parlamento, entonces, no funcionaba el Parlamento haitiano. Todo el poder estaba concentrado en manos de él. El Poder Judicial también estaba avasallado por el ex presidente. Y además el presidente de la Corte (de Justicia) había fallecido de coronavirus una semana antes del asesinato de Moïse. La Constitución haitiana dice “que cuando muere un presidente, por la razón que fuese, en su ausencia, a partir del cuarto año de su mandato, tiene que asumir el presidente de la Asamblea Legislativa”. Pero no había Asamblea. “O el de la Corte” dice el texto constitucional, pero tampoco había. Lo que había era un primer ministro designado, pero no había asumido. Entonces, el mismo día que iba a prestar juramento el señor Henry, habían asesinado al presidente.
Bajo tutela internacional, un grupo formado por embajadores de Estados Unidos, Canadá, España, Francia, Brasil y representantes de la Unión Europea, la OEA y la ONU, decidió que “el Ministro designado tenía que asumir”. Ellos ordenaron eso fuera de la Constitución haitiana. No respetaron la Constitución. Por ende, cuando hablan de institucionalidad en Haití, eso no existe: hay una violación de derechos muy fuerte. No hay legitimidad ni calidad, difícilmente va a poder actuar de manera coherente para que la gente siga las indicaciones. Entonces, es un elemento más que muestra no solamente la fragilidad del sistema, sino también la descomposición del sistema neocolonial.
LFE: Haití es un territorio casi considerado extraterritorial de sí mismo, tanto en las catástrofes naturales como en la soberanía política. Recuerdo en el 2010, cuando todos los países de la Región enviaron ayuda humanitaria y Estados Unidos había enviado tropas para “ayudar”. Y ahora, con el asesinato de Jovenel Moïse, que habría tenido relación directa con paramilitares colombianos y la operatoria, obviamente, de Estados Unidos, es decir, se ha vuelto un territorio que es muy difícil para el pueblo haitiano. ¿Cómo hace el pueblo en su organización de base, en su vida cotidiana, para intentar cambiar las cosas?
HB: Tu reflexión es acertada. La actual razón fundamental de la lucha en Haití es la recuperación de nuestra soberanía y de nuestro derecho a la autodeterminación. Retomar el camino trazado en 1804, donde Haití se proclamó independiente, la primera república negra independiente en el mundo, la segunda en América, la primera en América Latina. El único lugar donde triunfó la revolución antiesclavista, anticolonial, antirracista, antipatriarcal y anti capitalista. Es la revolución. Esta revolución tuvo un golpe en 1806, cuando asesinaron a nuestro libertador Jean-Jacques Dessalines. Y sobre todo con la ocupación militar norteamericana de 1915 hasta 1934. A partir de ahí, nuestro país pasó a ser una colonia de los Estados Unidos. Todos los demás son “árboles que tapan el bosque”, el verdadero bosque te lo acabo de decir. ¿Qué se puede hacer? Recuperar nuestra soberanía, la solidaridad misma que nosotros reclamamos a nuestros hermanos y hermanas de Latinoamérica y el mundo. Es esto: que realmente no vayan a cometer el mismo error del 2004, cuando secuestraron al presidente Jean-Bertrand Aristide. Y después mandaron tropas internacionales a través de la llamada “Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití” (MINUSTAH). Allí varios gobiernos latinoamericanos aceptaron enviar tropas, que no solamente estaban al servicio de los intereses de los Estados Unidos y de la elite haitiana, sino que participaron en violaciones de niñas de 12 años e introdujeron el cólera que nos costó más de 30 mil muertos. Ojalá que ahora entienden que los haitianos tenemos que resolver nuestros problemas. Tenemos capacidad para hacerlo, porque lo hemos demostrado a través de toda nuestra historia. Un pueblo que supo llevar esta gran epopeya, que es liberarse de las cadenas de la esclavitud para poder proclamar una libertad plena. Creo que merecemos un cierto respeto y confianza como cualquier pueblo. Yo tengo confianza plena en la capacidad de lucha del pueblo haitiano. Pero el camino sería menos doloroso si nosotros pudiéramos encontrar esta solidaridad en los hermanos y hermanas de Latinoamérica.
- Redacción Lucía Izaguirre
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