Por Nicolás Podroznik (*)
A pesar de la pandemia que no da tregua y que millones de vidas se ven amenazadas por ella, la Conmebol dio el visto bueno para que se desarrolle la Copa América Brasil 2021. No hay que darle mucha vuelta al asunto. Las quejas de los propios integrantes de la verdeamarelha -jugando bajo una protesta poco clara- determinaron que si debían jugar, a la Confederación de Fútbol Brasileño no le iba a salir gratis. La cabeza de su Presidente rodó, tal y como hizo la pelota en el día de ayer, cuando en la inauguración del torneo el local venció a Venezuela por 3 a 0. Al trote y sin despeinarse, el conjunto de Tite superó ampliamente a un conjunto vinotinto que sufrió una docena de casos positivos que mermaron el plantel y que estuvo rodeado de misterio.
Para la Selección Argentina, esta Copa América será el punto final para el proceso de renovación que viene atravesando desde el arribo de Lionel Scaloni.
En estos casi tres años se han recuperado dos puntos clave a la hora de conformar un equipo serio, algo que quizás no ocurría desde la época del siempre recordado Alejandro Sabella: una idea de juego y bloques por líneas. La propuesta del entrenador rosarino está plasmada: menos tenencia de pelota y elaboración, más pases que rompan líneas y más paciencia para recuperar. Para lograr esto también contó con su buen ojo para elegir los jugadores para cumplir esos roles. A diferencia de otros ciclos, hoy en la Selección juegan los que están en buen nivel, algo que no queda exento para quienes les toca ir al banco.
Con esas dos premisas cumplidas, solo queda afinar la última pata de la mesa: los rendimientos individuales. Si se corrigen esos pequeños errores, Argentina habrá cumplido con éxito la transición. Quedará en el aire las exclusiones de la lista final de Lucas Ocampos y Juan Foyth, quien hasta aquí habían cumplido bien las veces que les tocó jugar. El primero cayó en detrimento de una nueva convocatoria de Ángel Di María, en lo que podría ser su última competencia oficial jugando con la celeste y blanca, mientras que el ex Pincha paga un precio muy caro por el error cometido en Barranquilla en el 2 a 2 frente a Colombia por Eliminatorias.
No será para nada extraño ver una Copa América pareja, tal y como se juega por este lado del mundo. Así como Argentina viene a consolidar su recambio, selecciones como Chile, Colombia, Ecuador y Bolivia vienen a sentar confianza en sus nuevos procesos. El mejor ejemplo se puede ver con el conjunto del altiplano: la llegada de Cesar Farías parece haber cambiado como por arte de magia la forma de encarar los partidos del seleccionado boliviano. Así lo demuestra su buen rendimiento en la última fecha doble de eliminatorias, donde venció a Perú 3 a 1 y rescató un puntazo frente a Chile como visitante.
Al igual que Argentina y Brasil, Uruguay se posiciona como candidato a ganar la Copa, con varios jugadores en altísimo nivel como Luis Suarez y José Giménez, campeones de la Liga Española con el Atlético Madrid. La única diferencia con respecto a los otros dos candidatos es que el conjunto de Oscar Tabárez está iniciando el recambio generacional, lo cual de algún modo genera que no tenga el recambio que hoy por hoy tienen tanto Argentina como Brasil.
Para el final, no olvidamos el VAR. Para aquellos que aún creen que es una herramienta para brindar justicia en el fútbol, será trascendental que no vuelva a ocurrir lo mismo que en la anterior edición de la Copa América, donde los errores, las demoras y el elocuente favoritismo para Brasil deformaron la potencial ayuda que las repeticiones podrían brindar. El fútbol actual, de una dinámica abrumadora, no puede permitirse más de dos minutos para dilucidar la sanción de un penal o la convalidación de un gol.
La pelota empieza a rodar. Y aunque sea una copa que jamás debió disputarse, la Selección Argentina deberá jugar como si no fuera a haber otra. De aquí a Qatar, ya no habrá excusas.
(*) Periodista. Abrí la Cancha.
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