El pasado 29 de abril se llevó adelante, de forma virtual, la primera reunión del año de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano. El Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié, participó de la misma, y brindó algunas explicaciones acerca de la tarea de su gabinete, así como de las perspectivas de su gestión. En su informe destacó la necesidad de reveer las condiciones productivas, y llamó a la unidad federal para combatir los problemas ambientales.
Por Juan Patricio Méndez (*)
En el informe presentado por Cabandié se dejan ver ciertas perspectivas de la “agenda verde” gubernamental. Estos lineamientos de trabajo tuvieron la particularidad de llamar, urgentemente, a la revisión del aparato productivo, a la acción inmediata y a la unión nacional. “El desafío es tener una gestión con todos, en cada uno de los lugares”, destacó el ministro. “Lo primero que debemos llevar adelante es avanzar con lo pendiente, tener diálogo y crear participación”, añadió.
En primer lugar, Cabandié celebró el encuentro, y destacó la oportunidad de la “experiencia legislativa” para iniciar “un diálogo fructífero que se traduzca en buenas leyes ambientales”. En este sentido, señaló que esta instancia generará un “futuro más propicio para las próximas generaciones”. En relación con la actualidad, y en virtud de lo acontecido frente a la pandemia del COVID-19, expresó: “Quizás tengamos que hablar de una nueva normalidad”.
La pandemia y el ambiente.
El primer tema mencionado por el ministro fue el de la relación entre la pandemia por el COVID-19 y la crisis ambiental. “Pandemia y ambiente tienen una gran relación. Cuando los virus que anidan en las cuencas forestales, así como la fauna que vive en su hábitat, y dichas cuencas son degradadas, hay un perjuicio alrededor de que esos virus que anidan en esos lugares pasan a humanos”, indicó el funcionario gubernamental. En este marco, la relación que establece Cabandié explica la importancia que tiene, para cualquier ambiente, el equilibrio: cualquier desvío altera la normalidad de las cosas. La simbiosis, aquella dinámica especial que tienen las especies con su entorno, al ser modificada, el esquema externo e interno también se da vuelta.
Por otro lado, destacó que “hay temas ambientales que tenemos que empezar a revisar: nuestros métodos de producción, la cultura del descarte, la cultura de consumo, el consumo innecesario, los recursos naturales en un país tan rico, el problema de acceso al agua, las emisiones de hidrocarburos, los problemas con calidad de agua, los agroquímicos y venenos”. La enumeración de estas problemáticas es un llamado a una necesaria modificación del esquema productivo, y también a una reflexión: necesitamos escuchar a la naturaleza. “Todos estos temas están conectados con la situación que estamos viviendo”, indicó.
Basurales a cielo abierto: un gran pendiente
Dentro de su exposición, Cabandié advirtió que “en Argentina tenemos algunas cifras alarmantes: 2.500 municipios y unos 5.000 basurales a cielo abierto. Por eso, estamos encarando con las provincias, un plan integral para el tratamiento de los residuos”. En este sentido, el ministro realizó una vital diferencia: una cosa es erradicar los basurales, y otra distinta es tratar los residuos.
“Tenemos que tener otro tratamiento de los residuos en el marco de una economía circular, la cual es una salida muy positiva en el marco de lo sostenible y sustentable”, declaró. La importancia de la economía circular se inscribe en una imperiosa necesidad de vincular los sectores vulnerables, y comprender que la estructuralidad social llama a unir a los sectores en búsqueda de un plan integral de saneamiento. “Establecimos un ministerio de puertas abiertas, no importa quién gobierne el municipio”, puntualizó Cabandié.
En lo que concierne a los residuos peligrosos, el funcionario aseguró que “el sistema está muy bien contemplado en el marco de emergencia por COVID-19. La capacidad está al 50 por ciento de tratamiento de estos residuos”.
Agroquímicos y veneno: una urgencia nacional
Juan Cabandié destacó la urgente necesidad de tratar la contaminación por agrotóxicos. En primer lugar, indicó la extensión de la frontera agropecuaria producto de los agroquímicos: “La contaminación también se produce en alguna zonas agropecuarias, ustedes saben lo que significa la utilización del glifosato, el paquete tecnológico en la Pampa Húmeda y más, porque producto del transgénico y el glifosato, la frontera agropecuaria se extendió por las Provincias del NOA y del NEA”.
En segundo lugar, reflexionó sobre la fumigación en territorios habitados y en pueblos: “Ese glifosato o veneno, según como quieran llamarlo, contaminan las napas freáticas, se fumiga en la cara de los niños en las Escuela Rurales y se fumiga en los centros urbanos. Hay muertes por el uso de glifosato”. Es clave la visión del ministro de Ambiente en estas temáticas, puesto que las denuncias provenientes de organizaciones civiles y ambientalistas son numerosas, y en todos los casos preocupantes.
No es novedad, y tampoco son casos aislados: en 2016, el Dr. Damián Verseñassi, médico y docente universitario, denunció a Monsanto por estas prácticas en la Corte Internacional de La Haya. En el mismo año, un niño de corrientes murió por pisar un charco con endosulfán. En la actualidad, 107 agroquímicos prohibidos son utilizados para la producción agrícola. El agronegocio, más que producir alimentos, produce muerte. Y el llamamiento es valioso cuando proviene de la dirigencia nacional, y con vistas a modificar el presente calamitoso.
En añadidura, el funcionario gubernamental mencionó que “si hiciésemos un estudio de glifosato en sangre, nos alarmaríamos. Esto no tiene geografía: se hace en todos lados,en la Pampa Húmeda, llega a la ciudad de Buenos Aires, al oeste de la Argentina, ‘al norte donde no se fumiga’, llega a todos lados. Entonces, la contaminación tiene esas características, no tiene lugar físico”. La mención de “alarma” es necesaria en un contexto donde la urgencia llama a modificar el esquema de producción del agronegocio, más teniendo en cuenta la existencia de prácticas alternativas que conviven con la naturaleza y con el entorno, y que mantienen en su consigna la sustentabilidad de los ecosistemas.
Ley de bosques, COVID-19 y “la casa común”
Cabandié mencionó que se destrabaron fondos para las provincias ligados a la ley de bosques, que se correspondían a los períodos 2018 y 2019 y que constituyen “uno de los engranajes para impedir la deforestación”. Además, añadió que se ha “reducido a 20 días el tiempo de elaboración de los informes de deforestación, que era de alrededor de 70 días. Esto es una política prioritaria. Los bosques no solo preservan la biodiversidad sino que captan carbono. Y esto está atravesado por la discusión en el mundo en relación al cambio climático”.
En otro sentido, añadió que “el COVID-19 nos da una oportunidad para pensar en nuestras prácticas, plantear reflexiones, y a la vez funciona como preámbulo de lo que nos puede pasar, a consecuencia del cambio climático”. Asimismo, aseguró que “el ambiente no es un obstáculo económico, es parte de la solución”, y advirtió que “las prácticas productivas y de la vida doméstica tienen que empezar a virar, en el marco de la transición ecológica”
En la misma línea, destacó la importancia de la globalidad en el marco de la contaminación: “Lo que se contamina en otra parte del mundo también afecta a nuestro País, por eso no se regionaliza el daño ambiental. Por eso el Papa Francisco habla de la “Casa Común”, porque nos afecta a todos de igual manera, independientemente de donde se esté degradando el ambiente”. El “Laudato Sí” se expresa en este sentido.
Finalmente, señaló: “No podemos hacernos los distraídos. El cambio es ahora, la oportunidad es nuestra”. Y concluyó: “Creo que tenemos que poner en discusión un nuevo paradigma, donde la calidad de vida esté en el centro. Después de esta pandemia, creo que tenemos la oportunidad de volver mejores”.
(*) Columnista de Abramos La Boca / Radio Gráfica 89.3
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