La pandemia desatada vino a cambiar no sólo hábitos y costumbres en las formas de relacionarnos con lxs otrxs, expresados en el “distanciamiento social” del metro entre uno y otro en la vía pública, o las nuevas formas de saludarse con el codo. También vino a cambiar la forma cotidiana en que se llevaban adelante muchos trabajos. La tarea educativa es una de las más afectadas ya que a partir de la cuarentena se suspendió el trabajo presencial, cara a cara, cuerpo a cuerpo. Entonces, ¿cómo reemplazar los saludos colectivos, las rondas de juegos y canciones? ¿Cómo aprender normas y formas de solucionar conflictos?
Por Marisol Leoz* y Carlos A. Ricciardelli**
Éstas son algunas de las inquietudes que discutimos por grupos de whatsapp y en llamados telefónicos, porque a pesar de la pandemia y la cuarentena, los trabajadores de la educación seguimos educando. Así como las conducciones de todas las escuelas junto a otrxs trabajadorxs que forman parte de la comunidad educativa concurren a las escuelas a recibir, organizar y repartir las viandas o bolsones de alimentos, también organizan y coordinan la entrega de cuadernillos y diversos materiales educativos que las maestras y maestros producimos desde nuestras casas. Pero el trabajo no termina ahí. Esa es sólo una parte.
Desde las casas, con mayor o menor comodidad para llevar adelante el trabajo, lxs docentes tuvimos que armar contrarreloj listas y grupos de familias en whatsapp y facebook para mantenerlas informadas sobre disposiciones oficiales, actividades escolares mandadas de distintos cursos y también orientar cómo completar y mandar formularios de Anses.
A las tareas habituales se sumaron las nuevas, con el agravante en que muchxs docentes tuvimos que -en muy pocos días- aprender y actualizar nuestros conocimientos sobre programas y aplicaciones educativas. Grandes maratones grupales de videollamadas para aprender y coordinar las formas de usar las nuevas tecnologías educativas. Una vez elegidas las plataformas virtuales hubo (todavía seguimos porque no todxs lxs estudiantes son ubicables con los medios formales de comunicación) que “invitar a los alumnos a ingresar a las apps”.
Un párrafo aparte es necesario para denunciar –cómo tantas veces el colectivo docente lo viene haciendo- la falta de instrumentos básicos como netbooks y la imprescindible conexión a internet que carecen prácticamente la mitad de lxs estudiantes que asisten a la escuela pública de la Ciudad de Buenos Aires. A un mes de la suspensión de la asistencia a las escuelas, muchxs compañerxs expresan con gran preocupación que “nosotros también estamos confinados, estresados y presionados por un gobierno –el de Ciudad- que sigue desconfiando de nuestro trabajo”
Una vez terminadas de armar las aulas virtuales comenzó una nueva práctica de la enseñanza. El ida y vuelta con tiempos disímiles, según las familias y sus posibilidades de conectarse, van alimentando el día a día de nuestro trabajo en esta nueva forma de enseñar y aprender, sabiendo que nada puede reemplazar el trabajo en el aula y que, a pesar del esfuerzo, este tipo de educación a distancia es insuficiente para acercar los contenidos y construir el conocimiento que necesitamos.
*maestra del D.E 5
**profesor de media y delegado de la UTE.
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