Con Evo Morales como bastión irreductible de los gobiernos populares en América Latina, las elecciones en Bolivia se convirtieron en otro campo de batalla para las nuevas formas de hacer comunicación política.
Por Mariela Pugliese Lacorte*
Una derecha preocupada por la posible victoria de Evo Morales busca desdibujar el pasado neoliberal del principal opositor, Carlos Mesa (como vicepresidente de Sanchez de Lozada acompañó la Ley de Privatizaciones y tuvo que renunciar a su presidencia en medio de las protestas sociales) y del santacruceño Oscar Ortiz (funcionario del dictador Hugo Banzer que, ¡Oh casualidad!, también proponía privatizaciones tan controvertidas como la del agua en el año 2000) y centra la campaña por redes en la desacreditación del actual presidente.
Uno de los ejes preferidos es la pretendida asociación de Morales al narcotráfico.
Algunas noticias que circularon por WhatsApp y Facebook pueden parecer ridículas para gran parte de la ciudadanía, pero para un sector resulta altamente creíbles. Por ejemplo, un posteo mostraba una supuesta captura de pantalla con la cuenta de Twitter de Evo Morales, donde había una foto en la que aparecía de joven, comiendo con Pablo Escobar y con el Chapo Guzmán a quienes alegóricamente saludaba por el “Día del Maestro” y hacía una referencia a la industrialización de la coca… Ese posteo, como los que circulan mostrando un Evo que dice que va a “legalizar la marihuana” está cruzando fronteras y viralizándose incluso entre lxs posibles votantes migrantes que sin una percepción directa de la realidad de su país de origen, se mantienen informadxs muchas veces sólo por estos medios o por sus contactos cercanos. Acá radican dos de las claves de que estas noticias falsas funciones: por un lado, la red de confianza (familia, amigxs) es mucho más potente que otras fuentes de información; y por otro lado la velocidad y comodidad de las redes va dejando de lado el ejercicio de verificación de la información.
La comunicación por WhatsApp y los posteos en Facebook parecen ser el el mejor campo para las fake news no sólo por la dificultad del chequeo de la información sino, sobre todo, por su recorte y descontextualización. Pareciera no haber hilos conductores entre los candidatos y una historia que despojó a Bolivia de sus recursos y que hundió al país en la pobreza, o entre el MAS y los números de crecimiento y estabilidad económica.
Mucho más fuerte que la veracidad de la información es la apelación a lo emocional (por ejemplo, cuando inventaron un supuesto hijo abandonado por Evo), a lo escandaloso (Evo llamando “maestros” a Escobar y al Chapo Guzmán) y al miedo (“los masistas están infiltrando 500 personas entre civiles y policías para provocar un enfrentamiento y declarar estado de sitio”, dice un posteo atribuido a la Unión Juvenil Cruceñista).
Pero todo sistema desarrolla sus anticuerpos. También en Bolivia (como en Argentina y en México) los sectores ligados al poder económico armaron su propio “portal de verificación de noticias” para “combatir la desinformación en tiempo electoral”. Se llama Bolivia Verifica y lo crearon la Fundación para el Periodismo (FPP) y el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres). La primera es dirigida por Renán Estenssoro y su director ejecutivo es Juan Carlos Salazar, que hizo fomentó la información (desmentida por Morales) de que el presidente tenía un hijo no reconocido y que catalogó al gobierno de “populista”, mentiroso y lo denunció en 2016 ante la ONU por “agresiones verbales, acoso y hostigamiento”. El CERES tiene en su Consejo Directivo a directivos del sector bienes raíces y hotelero, de Compañías Forestales, de Young & Rubicam y de OCA, por ejemplo. El portal aparenta chequear las noticias falsas que afectan tanto a los candidatos del gobierno como a los de otros partidos políticos, pero es difícil pensar que los intereses de sus fundadores van a ir contra los intereses privatizadores y liberales entre los que oscila la oposición al masismo.
¿Cómo se sale de estas noticias falsas, de estas aseveraciones cruzadas en las que es difícil rastrear la verdad? Uno de los caminos es contrastar con la realidad, con el crecimiento económico que efectivamente atraviesa a los hombres y mujeres de Bolivia en su vida cotidiana, haciendo comunicación popular desde las comunidades. Esto es, no atándose al discurso ambiguo de un “manual de estilo del periodismo independiente” gestado en alguna empresa u ONG periodística ni a mensajes sin trama de las redes sociales, sino escuchándose como pueblo, creando comunicación desde las comunidades, construyendo discurso desde las vidas de las y los ciudadanxs bolivianos que pueden rastrear, en su historia y en su presente, el paso de la Bolivia de fines de 2005 a la Bolivia de 2019. El domingo 20 de octubre se verá qué voces se han hecho escuchar más fuerte.
* Comunicadora del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), columnista de Punto de Partida.
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