En este mes de octubre se cumple una década de la decisión democrática de plasmar una ley de Medios, trabajada por amplísimos sectores y consensuada en la casa del pueblo: el Congreso de la Nación. Comenzaba a quedar atrás la convivencia institucional con un parche proveniente de la dictadura cívico/militar. A poco de asumir la primera magistratura, Mauricio Macri, por decreto, borró de un plumazo la ya sancionada ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la 26.522, que había logrado jerarquizar a la comunicación informativa. El bombardeo mediático, una vez blanqueados sus intereses corporativos, tras el conflicto del campo en 2008 frente al primer gobierno democrático de Cristina Fernández de Kirchner y la zonceras provenientes de los confines de la historia nacional, propulsaron a la Casa Rosada al hombre que por dos décadas venían gestando desde la presidencia del país dentro de otro que es Boca Juniors y la ciudad portuaria y distrito capital de más alto incremento per cápita. Tras la actual crisis financiera, social, política y económica que deja el macrismo…es indispensable trabajar en un “nunca más” engañoso en democracia.
Por Emiliano Vidal*
Si el resultado de las PASO se repite el domingo 27 de este mes, Mauricio Macri dejaría el gobierno al igual que cuando llegó. Un Presidente enrejado, con una Plaza de Mayo vacía, lejos de la despedida de su antecesora en diciembre 2015. Toda una postal de un gobierno que hizo demasiado daño. El corte historiográfico comienza hace 209 años tras la caída del virrey Cisneros encerrado en el Cabildo. El tejido narrativo comienza en esa Plaza. La que recibió esperanzadora a Raúl Alfonsín o vitoreo el reclamo de la soberanía de Malvinas ante la invasión inglesa –no a Galtieri, altamente repudiado-, la que despidió a Cristina Fernández de Kirchner, la que enfrentó la violencia estatal en las sangrientas jornadas de los días 19/20 de diciembre de 2001, luchando para que se vaya el entonces mandatario Fernando de la Rúa o a veces, para reclamar una llegada, como el 17 de octubre de 1945.
Mauricio Macri se ha convertido en el peor presidente tras el regreso de la democracia hace 36 años. Recientemente, una encuentra de la Celag, lo sintetiza: Macri supera en crisis a todos sus antecesores.
¿Qué conclusión obtendrán los argentinos y argentinas de las desventuras de un personaje que es la antítesis de la política? A esta altura de los acontecimientos, Macri es una anécdota, la cara visible de un gobierno de dueños de grandes empresas y altos gerentes de bancos y financieras, incapaces de saber los menesteres de un emprendedor pequeño o mediano o de un trabajador o trabajadora.
Las declaraciones de Javier González Fraga, un ortodoxo moderado, fueron en su momento, reveladoras: “Le hicieron creer (el populismo/kirchnerismo) al empleado medio que podía comprarse celular, un plasma y viajar al exterior”…alguna vez la Unión Cívica Radial tendrá que explicar los motivos por los cuales un personaje como González Fraga formó parte del binomio presidencial junto al hijo de Raúl Alfonsín –Ricardo-, en las elecciones de 2011.
Para el filósofo José Pablo Feinmann , en el país existen hordas de “odiadores”. Quien odia por odiar, reboza sus opiniones de odio. “La oligarquía argentina siempre tuvo a quien odiar; primero a los negros, los gauchos, los indios, los inmigrantes, los anarquistas, los cabecitas negras, todos ellos”. ¿Mauricio Macri fue el canalizador de esa tradición o sintetiza el complejo por ser lo que no es de una clase demasiada encandilada por lo que viene de afuera, en desmedro de los de acá, aturdida de tanto bombardeo mediático funcional a los intereses foráneos del poder financiero internacional con asiento en los bancos?
No se trata de malos y buenos. Así como la primera fase democrática, en un escenario difícil, latente, tanto en los estragos de toda índole de la dictadura cívico/militar como en la guerra de Malvinas, supo pergeñar el “nunca más” pos Juicio a la Junta Militar, este es el momento de encarar un absoluto negativo a un títere de las corporaciones de turno. Un “nunca más” civil.
El neoliberalismo es individualista y soberbio, el peronismo es un movimiento carente de rencores. Fue bombardeado y fusilado en los años 50. Censurado y perseguido por décadas. Pero sigue empeñado en persistir. “Compañero, por todas tus conquistas, los días más felices siempre fueron peronistas”, escribió multifacético, Julián Mandriotti para la grafema que compuso al entonces candidato Néstor Kirchner, hace diez años, en los comicios legislativos frente al luego triunfante y hoy retirado, Francisco De Narváez, cuando el hijo de Hugo del Carril prohibió la utilización de la Marcha durante los actos del entones ex presidente de la Nación.
Cualquier sea su formato, el peronismo, siempre regresa. Y en esta oportunidad, tras una jugada maestra de Cristina Kirchner, sería el momento de Alberto. Si Macri ya fue, como dice la pegadiza canción que se canta y se baila en todo el país, ¿cómo se podrá evitar que se repita este retroceso?. Ya lo dijo un experimentado Lula: una mala decisión política en los máximos cargos de un Estado, atrasa cien años.
En 2015 una certeza acaparaba la atención: además de odiar por odiar, los votantes del futuro mandatario transitaban en dos ejes: los que eran como Macri o querían imitar lo que el entones jefe de Gobierno porteño aparentaba. En el país del fuerte sistema presidencial, el gobierno de la Alianza Pro/UCR, ha fracasado. El hoy mandatario/candidato está obligado a competir contra sus principales errores, en una inmersa soledad. Duele el abandono del poder y la traición de quienes hasta hace meses, apoyaban al actual Presidente, envuelto en la peor inflación, con un incremento de la pobreza descomunal, con miles de indigentes en las calles del país endeudado por décadas.
El “nunca más civil” tiene que radicar en el triunfo cultural. La tarea de deseducar y volver a comenzar. En el apoyo estatal a los medios de comunicación populares y no a los empresarios aventureros y funcionales al poder de turno. En la muñeca política, desde el Presidente y los gobernadores. Enfrentar al poder mediático consiste en apoyar a los espacios comunitarios, en ir desmenuzando el odio de la clase media colonizada a conocer para saber, saber para querer y querer para ser. A esa tarea, este nacido hacia el final de la última dictadura cívico/militar y criado en democracia, se ha lanzado. La batalla cultural continua, y aunque en política no suele haber los Nunca…jamás otra vez este período de retroceso 2015/2019.
(*) Conductor de De Acá Para Allá (sábados de 12 a 13hs)
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