“En tanto instrumentos, los medios de comunicación no jugarán otro rol que el que quieran asignarle sus dueños, y así podrán ser instrumentos de la cultura o la incultura; medios de dominio o medios de liberación, elementos para unir al pueblo o para desorganizarlo; para enaltecerlo o para hundirlo”. La frase es del periodista chileno Camilo Chaufic y encabeza el cuarto capítulo del libro “Télam, el hecho maldito del periodismo argentino”, escrito por Ariel Bargach y Mariano Suárez, integrantes de la comisión gremial interna de la agencia pública de noticias. Una frase que interpela tanto como un libro a todo aquel que luche por revolucionar las comunicaciones en nuestro país.
Por Lucas Molinari *
Está escrito al calor de la lucha de 119 días de paro por los 354 despidos definidos por el gobierno de Macri. Una medida de fuerza histórica que ya es un hito en la historia del gremialismo argentino, a la que los autores le pusieron título: “Los que luchan y los que lloran”, recordando al gran periodista Jorge Ricardo Masetti, fundador de Prensa Latina. Cuentan del proceso de organización en el que lograron gestar una “guerrilla comunicacional” para dar la “batalla por el sentido común”.
Esa batalla se dio en las redes sociales e interpelando en la mayoría de las conferencias de prensa con los carteles de fondo negro con letras blancas denunciando “Acá falta Télam”. La resistencia al macrismo con sus diversos escenarios tuvieron un común denominador: el debate por el apagón informativo. Allí trabajadores y trabajadoras de Télam pudieron instalar la denuncia del vaciamiento de la agencia, por todos lados.
Logrando muestras de solidaridad como la de Diego Armando Maradona desde Rusia, expresando que los despidos eran una “vergüenza”, y respaldando la lucha de “354 periodistas bastardeados”. Hasta Mirta Legrand, que contó en vivo que había invitado a Hernán Lombardi “pero no pudo o no quiso venir” e incomodó a la ministra Carolina Stanley al preguntarle por la causa de Télam: “Entiendo que Lombardi dio alguna explicación”, expresó lacónica la ministra, buscando evadir el momento incómodo.
Aputan Suarez y Bargach que esta “guerrilla comunicacional” buscó “saltar la valla de los medios que invisibilizaban el conflicto”, y a la vez articular con medios populares que siguieron el conflicto de manera cotidiana.
También describen una gran solidaridad del movimiento obrero, desde los chóferes de la línea 60 que pusieron los carteles en los colectivos denunciando los despidos hasta la conducción de la CGT que en diversas conferencias de prensa (al calor del debate por la necesidad de hacer frente a la destrucción del macrismo) no podía evitar el tema.
Otros hechos que se relatan en el libro de los más de cien días de paro, como cuando en pleno mundial se dispuso una pantalla grande sobre la sede de Avenida Belgrano cuando jugó Argentina y Francia, para seguir instalando la pelea por la reincorporación. O las múltiples conferencias de prensa que realizó la familia de Santiago Maldonado desde la sede de la agencia, donde se realizada la retención de tareas.
Télam, por la soberanía comunicacional
En el primer capítulo los autores describen el desarrollo de “las agencias de noticias, de las palomas mensajeras a la web”. Desde 1835 con el francés Charles Havas inaugurando la primera agencia, pasando por la creación en 1848 en Nueva York de Associated Press, hasta Prensa Latina con Walsh y Masetti en junio de 1959.
Luego de describir cómo las potencias imperiales utilizaron la construcción de noticias como método de dominación, en el capítulo cuarto se dedican a sintetizar los 75 años de Télam. “Perón, la ruptura del órden informativo”, plantean Suárez y Bargach, para definir la decisión del gobierno de Edelmiro Farrel de crear una agencia pública de noticias el 14 de abril de 1945, con un claro protagonismo de quien se convertiría meses después en el caudillo indiscutido del pueblo trabajador. “En aquel tiempo de periódicos cubiertos casi exclusivamente con cables de agencia, Télam ganó un rápido lugar en el mercado favorecida por una medida gubernamental que prohibió la transmisión de noticias argentinas con fuente extranjera”.
“Después hubo una distorsión de esa idea inicial por la cual se creó Télam”, explicó Mariano Suárez en Punto de Partida por Radio Gráfica, “especialmente a partir de 1955 con la Revolución Libertadora hubo un primer intento de desmantelamiento de la agencia y se convirtió en un organismo público más. Esta etapa oscura se profundiza en 1976 con un espiral de silencio”.
Marcan los autores, en la descripción de la historia, cómo se utilizó de manera “gubernamental” la agencia pública. No sólo en la línea editorial sino también en la distribución de la pauta pública, rol que el gobierno de Macri le ha quitado a Télam a partir de la creación de Renappo. Por eso el desafío está, con el próximo gobierno, en lograr una “agencia no gubernamental con control parlamentario”, como se detalla en el proyecto que está en el Anexo del libro.
En síntesis, “Télam, el hecho maldito del periodistmo argentino”, invita a debatir la comunicación que viene en Argentina y donde los autores se posicionan con claridad en cómo encarar el oficio periodístico: “Como pedía Masetti, entre el bien y el mal, el honrado y ladrón, el patriota y el cipayo, no se excusaron en ese acto de cobardía llamado neutralidad”.
(*) Periodista de Radio Gráfica, conductor de Punto de Partida (lunes a viernes de 8 a 10)
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