Se cumplen 35 años del momento más aciago de una institución gigantesca. En 1984, Boca Juniors estuvo a punto de desaparecer. La crisis económica generada por la adquisición de Diego Armando Maradona había hecho eclosión. La economía argentina había dejado a un gigante al borde del knock out: Bombonera clausurada, el conflicto con Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca, una tesorería que no tenía dinero para pagar los servicios. Hasta aquel mítico partido ante Atlanta, dónde Boca salió al campo de juego con remeras de entrenamiento y números hechos con fibrón.
Jorge Bitar conoce la historia desde adentro. Hace medio siglo que es parte de diversas comisiones directivas. Se acercó a Radio Gráfica y en una larga charla con Carlos Aira y Diego Cessario brindó un testimonio revelador de aquellos días en los cuales Boca Juniors estuvo en peligro.
“La historia comenzó en febrero de 1981 con la contratación de Diego Armando Maradona. En aquellos días el presidente del club era Martín Benito Noel. Diego llega a Boca por decisión de Josep María Minguella, representante de jugadores catalán. El ya había arreglado con Argentinos Juniors su adquisición al Barcelona. Pero por cupo de extranjeros, tenían que tenerlo un año más acá y decidieron que estuviera en un equipo grande. En 1980, en la revista Goles, Maradona salió en tapa con la camiseta de Boca. En ese día, Próspero Cónsoli – socio y plateista de Boca – se opuso en Comisión Directiva abortando su pase. Pero Minguella tenía la orden de llevarlo a un equipo grande”
“Era una operación muy arriesgada. Eran diez millones de dólares, un dinero nunca manejado en el fútbol mundial. En esos días, el almirante Carlos Alberto Lacoste declaró que mandaría al tanque de la DGI a la cancha de Boca. En ese mismo momento desapareció toda la gente que había asegurado que compraría a Maradona. Como no estaban los diez millones, se aceptó un préstamo muy especial: cuatro millones de dólares, dinero por futura transferencia, y una serie de jugadores que pasaron a La Paternal. Pero no sólo trajimos a Maradona. Vinieron jugadores para armar un gran equipo, pero sobre todo, con la idea de salir de gira por todo el mundo. La realidad es que fuimos a Africa y Japón. Fueron más las salidas que las entradas. Boca se fue hipotecando al ritmo de la hiperinflación de 1982. Cuando Diego es vendido a Barcelona, Boca cobró monedas y le quedó una gran deuda”
“En diciembre de 1983 había elecciones en Boca. Había interna dentro de la Agrupación La Bombonera, que tenía el poder. Se le van tipos valiosos como Domingo Corigliano y Carlos Bello. Se llamó a una unidad opositora en el Hotel Presidente. Se invitó a don Alberto José Armando para volver. Asistí a las tres reuniones. En la primera, Armando pidió tiempo. En la segunda, alguien le dice a Armando que había un socio dispuesto a poner un millón de dolares para paliar una deuda de 800.000 dólares. En esa reunión Armando preguntó quién era esa persona que traía un socio que aportaba un millón de dólares. Domingo Corigliano levantó la mano y dijo: yo“.
Domingo Corigliano tenía una financiera llamada Credibono, esquina de Corrientes y Esmeralda. En la tercera reunión, Armando dijo no estar en condiciones económicas para tomar Boca. Señaló a Corigliano con un dedo y dijo: ahí está el candidato. Mingo Corigliano no tenía el palo verde. Esa plata la aportaba Herminio Iglesias, que en aquellos días era candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el Justicialismo. Herminio iba a ver a Racing pero era hincha de Boca. El 30 de octubre son la elecciones presidenciales que gana Alfonsín. Herminio había quemado el cajón y pierde en la Provincia con un desconocido como Armendariz. Ahí cae en desgracia y desaparece el palo verde de Corigliano“
“Las elecciones la gana la fórmula Domingo Corigliano – Orgambide – Blanco. Todos festejamos porque había perdido La Bombonera. Pero a la semana, Orgambide – que tenía contrato con Aerolíneas Argentinas – pide licencia por dos años por un contrato en Estados Unidos. Había que remarla: había deudas por todos lados. Tanto que aceptamos jugar unos amitosos en Europa. En un perdimos 9 a 1 con Barcelona. Una verguenza”.
“Surge el problema con Ricardo Gareca y Oscar Ruggeri. Nadie les perdona que hayan ido a River. Ese fue el problema. Ellos querían cobrar y en el club no había un centavo. Ruggeri decía que no tenía para comer. Los profesionales declaran la huelga y es el momento en el cual debutan un montón de pibes de inferiores. Comienza la debacle: teníamos clausurada la tercera bandeja por falta de mantenimiento. Había que pagar los servicios con plata que tirábamos todas las noches arriba de la mesa. No había un centavo“
“Con el tema de la camiseta contra Atlanta, estoy cansado que no digan la verdad. Teníamos camisetas, es mentira que no teníamos. Sobraban camisetas. Sucede que venían a embargar todo a Boca, entonces llevaron la utilería a La Candela. Para que se den una idea, en aquellos días de 1984 llegó un oficial de justicia con la orden de embargar las máquinas industriales para lavar. Julia, una empleada que estuvo a cargo del área por más de cuarenta años, lo corrió a escobazos, impidiendo que se lleven las máquinas. ¡Eso pasaba en Boca!. Esa tarde del 8 de julio de 1984 a Boca le tocó jugar con Atlanta. El referee dijo que cambiaba de camisetas el local. De La Candela sólo trajeron camisetas titulares. Atlanta quiso prestar camisetas, pero entrábamos en conflicto con Adidas si las usábamos. Mandaron a dos personas con una camioneta a buscar camisetas a San Justo. Con las remeras de entrenamiento y números hechos con un fibrón, salieron a jugar así el primer tiempo. El complemento se jugó con la camiseta alternativa”
“La situación de Corigliaro era insostenible. Pide licencia y asume Cándido Vidales. El tesorero Martínez Sosa pide una convocatoria de acreedores y la intervención del club. El presidente Raul Alfonsín envía a Federico Polak como interventor. Hombre del rugby quién vino con Daniel Campos, pintado de azul y oro, como empleado. Vidales me pidió que todas las tardes ayudara a Polak para explicarle el manejo interno del club. Pasados unos meses, el interventor me dijo: si se juntan todas las agrupaciones, yo les entrego el club sin elecciones. En esos días el presidente de mi agrupación era Lisandro García, gerente general de Harrods Gath&Chaves. Lo llamo para explicarle la situación y me pide que hable con Jesús Asiaín. Habló con él y arreglamos juntar todas las agrupaciones y elegimos a Antonio Alegre“
“Antonio Alegre fue el tipo más campechano que conocí. Recibió un club armado. Con una convocatoria que abonar cada septiembre. Pero comenzaron a comprar jugadores y a endeudarse el club. En un momento, Asiaín me dice que había que vender la Ciudad Deportiva para que Boca siga existiendo. La oferta era de ocho millones de dólares, una cargada. Me vuelve a llamar Asiaín, nos dice que la oferta era de veintitres millones de dólares. Se salvó Boca, pero mal vendió la Ciudad Deportiva. Año 1992. Mi agrupación mandó a tasar la Ciudad Deportiva al Banco Crédito Argentino y nos dijeron que valía cuarenta millones regalándola. Todos los dirigentes teníamos una responsabilidad. Vale decir que los últimos dos millones de dólares los cobramos en 1996, cuando Mauricio Macri era presidente”
“Carlos Heller tenía una imagen que tapaba la de Antonio Alegre. El manejaba el fútbol y las finanzas de Boca. Un tipo inteligentísimo, pero la gente nunca lo quiso. Somos presidencialistas y nunca gustó que Heller manejara a Alegre. A Heller le dolía el cariño hacia Antonio. En la segunda elección, Heller tomó las riendas del club a pesar que Antonio era presidente”
“Dos de los dirigentes más representativos de la historia de Boca Juniors, como Alberto Armando y Antonio Alegre terminaron mal económicamente. Hoy, Boca Juniors, por gestión personal, ayuda económicamente a ambas familias. Así como digo, también vale decir qué quienes pusieron plata, la cobraron. Desde Mauricio Macri que puso los doscientos mil dólares por la compra de Walter Perazzo en 1988; Martínez Sosa que puso arriba de la mesa cuatrocientos mil bonex y los trescientos mil dólares de Armando. Todo ese dinero entró en la convocatoria y cobraron todos”.
“Yo traje a Mauricio Macri a Boca Juniors. Queríamos correr a Carlos Heller porque entendíamos que era un problema en el club. Un conocido me contactó con Macri. Dudé porque tal vez no era alguien muy conocido dentro del mundo Boca. Días más tarde me llamó Irene, la secretaria de Mauricio Macri, para ponerme en contacto con el. Me tuvo dos meses llamándome todos los días. Le tuve que explicar todo Boca y lo hice entrar a la vida del club. Luego fui asesor de Macri durante años”.
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