Por Carlos Aira, enviado de Radio Gráfica a la Copa del Mundo Rusia 2018, desde Nizhni Novgorod
Nizhni Novgorod amaneció soleada. Vacía y soleada. Los gritos y festejos cesaron. La ciudad recuperó su parsimonia habitual, esa donde los pasos se escuchan. Si ayer la peatonal Pokrovskaya fue dueña de la primaria ilusión argentina y luego del festejo croata, hoy tenía una tranquilidad ajena al fútbol. El único rasgo distintivo son las tristes caras argentinas. Pocas. Con bronca. Dueñas de una humillación futbolera que lacera. Encaro hacia el malecón del Volga. La conjunción entre el mate, río y el Nizhni Arena nos ayudará a realizar un enfoque adecuado sobre la noche triste.
Lo afirmamos en la previa de Islandia: el principal problema de éste equipo está en la cabeza. Una selección que hace dos años no puede levantar las piernas. Una generación de muchachos dueños de gloria deportiva europea enojados e incomprendidos. Reiteramos el concepto: el fútbol baja de la cabeza hacia los pies. Si no estás bien del balero, difícilmente puedas cumplir un buen rendimiento.
Sampaoli movió todas las fichas. Armó el equipo que quería. Hizo lo que debía hacer: sacar a los inocuos Rojo, Biglia y Di María de bajísimo rendimiento en la igualdad islandesa. Esta decisión reabrió una grieta interna de un plantel difícil: los subcampeones no se bancaron la salida de su gente, affaire Romero incluido. El martes se vivieron horas tensas en Bronnitsy. Adentro Mercado, Acuña y Pavón. El miércoles, otro cambio de timón con debate interno en el seno del cuerpo técnico: afuera Pavón, sigue Meza. La cabeza a ritmo demencial.
Argentina salió con un 3-4-2-1 con efecto chicle: todos pegoteados. Acuña buscó ser salida por izquierda ante la desaparición del peor Messi imaginado. Argentina al borde del ataque de nervios. Cómo ejemplo, una infantil pifia del casi siempre seguro Otamendi.
Pero el partido se rompió con el inaceptable error de Wilfredo Caballero. Quien fue el desgraciado que implementó la impronta Guardiola en nuestro fútbol? Es obligatorio salir jugando en todas con control? Caballero, supuesto especialista, derrumbó las aspiraciones. Porque éste equipo no puede ni sostener su alma dentro de la cancha. Croacia hizo poco, pero le bastó para golpear a una Selección sin alma, entregada y a la deriva.
No vamos a pegarle a quién está en el piso. Queda el partido de Nigeria con la necesidad de ganar, golear y cruzar los dedos. Si algo se tiene que romper en el vestuario, que se quiebre en diez mil pedazos. El grupo está partido y el cuerpo técnico también. Será cuestión de gallardía deportiva y coraje el partido de San Petersburgo.
Si los dioses del fútbol nos dan una vida, agradecidos. Si no, profunda crítica sin anestesia. Bajar del pedestal a falsos mesías y el aliviador barajar y dar de nuevo. Nuestro fútbol necesita parar la pelota ya mismo.
Discusión acerca de esta noticia