Por Carlos Aira
El martes 25 de marzo de 2025 quedará grabado a fuego en la historia del clásico Argentina-Brasil.
No solo por una goleada con gusto a perdona-vidas. En el césped del Monumental, el equipo campeón del mundo expuso el famoso fútbol total. El equipo y el funcionamiento por sobre los nombres y los hombres. Rotación permanente. ¿Cuál fue la disposición táctica de la Scaloneta? Cuatro defensores. Si, estamos de acuerdo. Pero cuatro defensores que se movían buscando claros para ser salida. ¿Cinco mediocampistas? Enzo Fernández, Rodrigo De Paul, Alexis Mac Allister, Thiago Almada y Rodrigo Paredes no tuvieron posiciones fijas. Sin la pelota, los cinco trabajan para generar claros. Ante Brasil, el equipo de Scaloni tuvo las bajas de Lionel Messi y Lautaro Martínez. En menor medida, la ausencia de Paulo Dybala. ¿Alguien los recordó en la noche del Centenario o en la goleada ante Brasil? Argentina es una Selección con funcionamiento de equipo de equipo de club. Carácter y contundencia.
¿De qué juega Julián Álvarez? Busquemos un paralelismo con Alfredo Di Stéfano. Hace una punta de años, el rubio delantero de River y el Real Madrid recibía en campo propio y definía en el arco rival. El delantero cordobés, al igual que la Saeta Rubia, riega con su transpiración su quinta de 115 metros por 75.
En la noche del Monumental, ante Brasil, con lo que significa enfrentar a los penta-campeones mundiales, la Selección Argentina jugó un partido para poner en un marco y exhibir en Bellas Artes. Pero hay cuestiones que exceden el juego. Tienen que ver con el sentimiento y el compromiso. El liderazgo de Lionel Messi marcó un rumbo. Hasta 2021, el 10 tenía todos los títulos de clubes que podía conseguir, pero le sabía que le faltaba lo más importante. Aquella noche del Maracaná, Messi abrazó la Copa América como algo que realmente se quiere. Ya tenía su título con la Selección Argentina y si el futbolista más importante del mundo entendía que un título con la Selección Argentina valía más que cualquier Champions League, no había dudas del norte. La Selección Argentina volvió a ser el equipo que realmente aúna a todos los futboleros argentinos. Más aún luego de la Copa del Mundo Qatar 2022.
Ahora, ¿Qué pasa con Brasil? La imagen del Monumental fue penosa. Brasil sin la pelota no es Brasil. Pero el problema es de fondo. El fútbol brasileño atraviesa una profunda crisis de identidad y valores. El pedido de la presidenta de Palmeiras de competir bajo la órbita CONCACAF es un claro ejemplo que la clase dirigente brasileña está más pendiente del mercado que del deporte. Mientras algunos políticos y periodistas se embelesan con el modelo SAD brasileños y su supuesta supremacía continental, en enero de este año, Argentina derrotó 6-0 a Brasil en el Sudamericano Sub-20 disputado en Venezuela. Si, Argentina le ganó 6 a 0 en el juvenil y pudo derrotar por el mismo resultado en la mayor. ¿No son datos para tener en cuenta? ¿Quién tiene problemas con el modelo?
Brasil tiene grandes jugadores, pero transformados en jugadores globales. Su Selección está en crisis. El último campeonato mundial fue hace 23 años. El fracaso en la Copa del Mundo de 2014 sigue siendo un karma. Una nueva generación de futbolistas brasileños abandonaron su orgullo por la camiseta verdeamarelha y abrazaron la comodidad de sus títulos a nivel clubes. Es lógico: una corriente eurocentrista plantea que la Champions League es un torneo más importante que una Copa del Mundo. ¿Por cual razón? Supuestamente, el torneo de clubes europeo lo disputan los mejores futbolistas del mundo y los equipos tienen más jerarquía que cualquier selección.
En Brasil las críticas son salvajes. Paulo Silas, aquel crack del San Lorenzo campeón de 1995, señaló que a los jugadores brasileños les falta amor por la camiseta y la patria. Por su parte, Neto – ex jugador del scratch – pegó en la tecla: los Raphinha, Rodrygo o Vinicius ponen por delante sus éxitos europeos y no la Selección. Por su parte, los jugadores argentinos dejan la vida por la camiseta albiceleste y sus logros con el equipo nacional son los máximos logros de su carrera. El fútbol europeo también cambió el esquema tradicional de Brasil. ¿Dónde hay un 10? ¿Dónde están los Raí, Rivaldo, Ronaldinho o el propio Neymar?
Mientras Brasil discute la falta de compromiso de sus cracks, la impronta Messi está más vigente que nunca: un título con la Selección significa mucho más que cualquier otro campeonato en el mundo.
Volviendo a la Selección Argentina. Habría que remontarse al demasiado lejano 1940 para encontrar una superioridad tan apabullante de la Selección nacional sobre su par brasileño. En aquel verano, hace ya 85 años, nuestro seleccionado le convirtió seis goles una noche en el Gasómetro, cayó 2-3 en Avellaneda – en una derrota sospechada para generar un nuevo partido – y una victoria aplastante 5-1 en el Cemento de Independiente que consagró a un estilo de fútbol. Nacía La Nuestra. Un concepto de vida en aquella Argentina que vivía y reía lejos de la guerra interimperial europea que pronto se convertiría en mundial.
La Nuestra es transversal a Menotti, Bilardo, Bielsa o quién cuadre. Conjuga a todos ellos con una base: partido lento, toque, cambio de ritmo, precisión en el contragolpe, atacamos y defendemos todos.
Lo dicho, pasaron 85 años y en esos 85 años pasaron demasiadas cosas. Entre otras, nuestra fútbol se nutrió de muchas nuevas fuentes. Aparecieron los tacticistas, pero, sobre todo, los dogmas. El fútbol argentino – como un reflejo de la sociedad – se transformó en un fútbol de dogmáticos. Cada entrenador que pasó por la Selección aportó lo suyo, pero también impuso sus dogmas. Vale destacar que Lionel Scaloni y su cuerpo técnico tuvieron la inmensa virtud de erradicar a los dogmas y los dogmáticos.
En 1975, Carlos Peucelle escribió un libro maravilloso llamado Fútbol Todo-Tiempo. En sus tiempos de jugador, Peucelle tuvo el apodo de Barullo porque era delantero, pero aparecía en cualquier lugar de la cancha. Subcampeón del Mundo en 1930, Peucelle fue el primer futbolista por el cual el profesionalismo porteño pagó una fortuna. $10.000 en 1931. Pero sobre todo, fue un maestro excepecional. En los años 40s del siglo pasado, River Plate tuvo un gran equipo que fue bautizado como La Máquina. Un engranaje maravilloso de fútbol macerado por dos maestros, como fueron Carlos Peucelle y Renato Cesarini. Esta Selección Argentina es La Máquina del Siglo 21.
Periodista / Abrí la Cancha / Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames.
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