Divididos sacó nuevo disco y demostró que está a la altura de su historia

Por Nehuén Gusmerotti *

15 años de espera que no fueron de silencio. Divididos sacó Divididos. Este disco homónimo llega en un momento que muestra al trío en una plenitud humana y artística total que se plasma en un recorrido de doce canciones, casi una hora de rock. Rock, sin cotillón, sin colaboraciones que peguen en las redes sociales, sin guirnaldas digitales. Algunas ya las conocíamos, “Mundo Ganado” salió antes de la pandemia y marcó el comienzo de este recorrido coronado el pasado miércoles 12 de noviembre en un Movistar arena que presenció por primera vez el álbum completo, acompañado de un documental (“Sonidos, barro y piel”, que esperamos este pronto disponible para quienes no pudimos ir), además de una charla mediada por Darío Sztajnszrajber con los protagonistas de esta nueva placa. Un arte de tapa sencillo pero potente lo acompaña, dos telas con los colores de la bandera nacional remendadas como se puede, ¿un deseo o una intención a futuro?

Lo primero que podemos decir es que Divididos propone un recorrido que no puede, ni debe, ser definido en la urgencia de lo cotidiano. Quizás ahí este el eje ordenador de este álbum. El tiempo, el silencio, la calma, lo artesanal y lo manual. Salirse de lo inmediato para contemplar el paisaje. Algo que plantean los propios músicos, no correr detrás de las presiones de la industria. El mismo tiempo que la banda le dio a estas canciones para salir a la cancha, corresponde dárnoslo para ver que nos pasa con ellas. Por ende, lo que leerán a continuación no debe ser tomado como una reseña del disco, sino más bien como un acercamiento inicial que posiblemente mute con cada escucha y cada situación compartida.

Ahora sí, a entrarle. El arranque de Divididos marca toda esa potencia valvular que caracteriza al grupo desde siempre. “Aliados en un viaje” y “Monte de Olvidos” están bañados de esencia zeppeliana, hasta la cadencia de la voz por momentos recuerda a los juegos de Plant. Esa mezcolanza entre rock bluseado y rabioso que la Aplanadora conoce bien. “Abriéndose a nosotros, Cuidando aquello que nos hace bien”, canta Mollo en el primer tema, declarando por dónde va la esencia de un recorrido que tiene letras bastante claras para la usanza tradicional del trío para escribir. Otro dato de color es que este tema fue compuesto junto a Pedro Irigaray, letrista de MAM, banda primigenia de Mollo. Las raíces y la historia presente, después de más de 40 años. En “Bafles en el mar” la cosa se pone más onda peppers, guitarras funkys, Arnedo desplegando todo el groove del que es capaz (mentira, no sabemos de cuánto es capaz el Cóndor cuando agarra un bajo). “Volver al centro, volver al silencio”, mensajes claros en un disco que se le planta a la digitalidad y la hiperconectividad. De hecho, un dato fue la elección de grabar todo en cinta (hay un tema grabado en digital que Mollo no quiso revelar, veremos quién lo descubre), temas largos, comienzos que se toman su tiempo. Si estás apurado, no es un disco para vos.

“Doña Red” retoma mucho de lo que vimos en Amapola del 66 como consolidación de una búsqueda de años de Divididos. “La que queda es continuar, En este mundo veloz, Donde la Luna será canción, Donde el enemigo está en vos”, ¿quién decía que las letras de la Aplanadora eran boludeces? No llegamos ni a la mitad y ya tenemos el disco líricamente más potente de la banda en términos críticos. “El Faro” es llamado a despertar agites fuertes en los recitales del trío, un sonido que conocemos, la escuela sumera presente y una maquinita demoledora que no necesita descubrir nada nuevo para sentarse en la mesa chica. Después tenemos los primeros dos viejos conocidos. “Mundo Ganado”, un redescubrimiento para este periodista que de repente se encontró con uno de los mejores temas del disco, una letra anticipada a su tiempo (“No creo en la suerte de un mundo robot”), solemne, oscuro y con unos solos que recuerdan a las épocas de “El Arriero”.

“San Saltarín”, otro de los conocidos, aparece para posiblemente comenzar el lado B del disco. Ese pseudo homenaje a Luca con esencia pop que trae las gaitas y un mensaje positivo, “Imaginemos lo mejor”. Un respiro conmovedor en “Vos ya sabrás” mezcla la intimidad y sensibilidad de Mollo con una acústica, que se fundirá con un solo digo de Hendrix (Si Hendrix hubiera pasado noches de vino y peñas con Atahualpa Yupanqui). Una de las piezas más bellas del disco, una letra que entra en la médula y genera un nudo en la garganta, seguramente desprenderá varias lágrimas en vivo.

En “Revienta el Mi Mayor” tenemos una de las canciones más Era de la Boludez del disco. Rock visceral, cortes y contratiempos, Catriel llevando la máquina, haciéndose cargo definitivamente de ser el baterista de Divididos. Tema de vivos y pogos. “Insomnio” y “Cabalgata Deportiva” siguen la línea rockera clásica del trío, noventosos y a los dientes, fueron dos de los sencillos que conocíamos y que ya fueron probados en los vivos. El primero atravesado por un tramo instrumental endemoniado, el segundo estribillero y radiable. La Aplanadora en su máxima expresión.

El cierre lo tiene la canción más corta del disco, la única en que se apaga completamente la distorsión. “Grillo”, suave, acompañada de la orquestación de Nico Sorín, único invitado en el disco, que le da un tinte más épico que no va en desmedro de la intimidad y el despojo de una letra profundamente conmovedora que suena a despedida.

Casi una hora, un disco sencillo, rockero, mucho más rockero que su predecesor. La propuesta de Divididos es de temas largos, casi todos rondan los cinco minutos de duración o más. Antagónicamente con su tiempo, el trío nos propone parar, enfocarnos en lo artesanal, en el bienestar, en la calma, disfrutar sin prisas. En este sentido podemos pensarlo como un disco contra cultural desde su génesis. 15 años que no fueron de silencio, sin responder a las urgencias de la época ni de la industria. Divididos muestra que está a la altura de su historia, que no perdió la magia y que en un presente de tanto cotillón ellos pueden sacudirnos haciendo algo muy sencillo: Rock.