El profundo planteo estratégico turco, plasmado en la doctrina marítima Patria Azul. Aquí, tras haber profundizado en Recep Tayyip Erdoğan y en Hakan Fidan, nos zambullimos en el pensamiento del creador de la estrategia de esa nación hacia el futuro. El texto tiene como objetivo, además de esa trascendencia, indagar cómo evalúan las acciones económicas de Donald Trump los demás protagonistas planetarios. Con ustedes, Cem Gurdeniz.
Por Gabriel Fernández *
Para comprender lo que sucede en el orden internacional, despejar la bruma que oculta la realidad y absorber el futuro mediato, es preciso observar las acciones de los Estados Unidos y la República Popular China, claro, pero también analizar con detenimiento cómo procede el resto de los protagonistas. Esta es una versión trascendente de las Fuentes Seguras; su eje es Turquía, nación sobre la cual hemos informado en reiteradas ocasiones.
El apotegma empleado por ese pueblo sostiene que Una mano no tiene sonido, pero dos pueden aplaudir. La recorrida desplegada para identificar la trama de intereses profundos que determina parte del andar del presidente Recep Tayyip Erdoğan, derivó en un estudio referido al canciller Hakan Fidan, clave en el vínculo con Eurasia y en la aproximación a los BRICS +. Ahora, este narrador resolvió vestir un traje de buzo, con escafandra incluida, para ir más hondo.
Prepárese para conocer, lector, al generador de la “diplomacia civilizacional” y la doctrina de la Patria Azul. Verá que, en coincidencia o en contraste con su decir, es inevitable sentir placer al recibir planteos de gran inteligencia que permiten avizorar el tramo que abre el hueco del futuro. Y, sobre todo, que contribuyen a percibir sin filtros el destino del Occidente central. Con usted, Cem Gurdeniz.
ERDOĞAN, FIDAN, GURDENIZ. Se trata del cerebro geopolítico más destacado de esa nación compleja. Contraalmirante retirado, ha desarrollado la citada doctrina marítima asentado en una visión soberanista que surge del kemalismo. Esta vertiente configura el sentido profundo de las transformaciones impuestas por Mustafá Kemal Atatürk, el estadista considerado padre de la Turquía moderna. Desde aquí podemos sintetizarla sin prevenciones como un movimiento republicano, nacionalista, populista, laico, estatista y reformista.
Como explica la experta en esa nación, Ceyda Karan, “en la segunda década del siglo XXI, profundos cambios geopolíticos impulsaron a las potencias globales a reevaluar la importancia de la posición de Turquía en Eurasia. Esta creciente atención —de Washington a Moscú, de Bruselas a Pekín— no ha hecho más que intensificarse a medida que el bloque occidental intenta recuperarse de una serie de derrotas estratégicas, en particular en Ucrania”.
En ese marco y con la fuerte presencia de Erdoğan, la política exterior del país pasó a ser epicentro de debates que originaron inquietud e interrogantes sin respuesta. Las diplomacias más refinadas siguen con especial atención los pasos turcos y abrevan en el decir y el hacer del jefe de Estado, del titular de Relaciones Exteriores Fidan, y del pensador que se presenta en estas páginas.
Es probable que la secuencia de textos que proponemos re abordar, pueda evaluarse como una de las más sólidas y articuladas que se conozcan en el ámbito internacional. Quienes los recuerdan poseen ya herramientas para afrontar estas nuevas líneas. Quienes no los han leído aún pueden munirse de los elementos adecuados para acceder a este presente.
Fuentes Seguras. Las razones profundas del equilibrio turco. (O de sus vaivenes, como se prefiera)
COLAPSO SISTÉMICO. Al decir de Gurdeniz “Estamos presenciando el segundo gran colapso del orden de seguridad global desde la Segunda Guerra Mundial. El primero se produjo después de 1990, cuando la Unión Soviética se disolvió voluntariamente y Washington expandió rápidamente su influencia por Europa del Este. Pero hoy, 80 años después del fin de esa guerra, Estados Unidos inicia su propia retirada, desplazando su centro de gravedad estratégico de Europa a Asia-Pacífico”.
¿Y Donald Trump? Al decir del estratega la propia administración norteamericana lo reconoce. Es que “Su estrategia ya no se centra en el control global, sino en la reducción de tropas y la preparación para la rivalidad entre grandes potencias en el Pacífico, en particular con China. No se trata de un ajuste táctico, sino de un colapso sistémico. La derrota de la OTAN en Ucrania no fue solo una derrota en el campo de batalla, sino el fin de una ilusión”.
Cómo ha sido posible semejante cambio tras los acuerdos posteriores a la Guerra Fría. “El orden posterior a 1990 se construyó sobre la ilusión de la unipolaridad. Estados Unidos declaró la democracia capitalista liberal como modelo universal. En este sistema, Occidente controlaba las finanzas, China se encargaba de la manufactura y se esperaba que los estados ricos en recursos suministraran energía y materias primas.
“Pero este modelo se topó con contradicciones fatales”, precisa el pensador turco. “El poder militar estadounidense fracasó en Irak, Libia y Afganistán. En lugar de estabilidad, trajo destrucción. Rusia se reafirmó militarmente después de 2008. China prosperó económica y tecnológicamente, desafiando la hegemonía occidental. Y juntos, construyeron un contrapeso euroasiático. Y lo más crucial, el Sur Global vio a través de la fachada. El genocidio de Israel en Gaza, apoyado abiertamente por Washington, destrozó cualquier legitimidad restante. El sistema occidental ahora está expuesto: económicamente sobre apalancado, diplomáticamente aislado y militarmente vulnerable”.
El diálogo de Gurdeniz con Caran, difundido en The Cradle, se relanza con esta pregunta de la investigadora: ¿Cómo interpreta la postura de la administración Trump ante este colapso? La respuesta es significativa y da para reflexionar con tiempo. “Trump no es el artífice de este colapso, sino su producto. Él y su equipo comprenden que el modelo posterior a 1945 ya no sirve para Estados Unidos. La base manufacturera está vaciada. La deuda ha alcanzado los 34 billones de dólares”. Y algo más: “El dólar está siendo ignorado en el comercio global. El poder estadounidense se contrae. Lo que Trump ofrece es una retirada disfrazada de fuerza. Quiere acabar con los enredos de Estados Unidos y centrarse en restaurar la industria nacional. Sabe que la OTAN es una carga, no un activo. Su desafío no es ideológico, sino existencial. Quiere mantener vivo el imperio estadounidense reduciéndolo a un tamaño sostenible”.
ALIANZA ZOMBI. Cabe inferir, entonces, que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), está en serios problemas. Al respecto, el hombre es contundente. “La OTAN es ahora una alianza zombi. Existe más como un mito que como un bloque militar funcional. Su expansión ha sido imprudente. Sus operaciones —desde los Balcanes hasta Libia y Ucrania— han desestabilizado regiones enteras, y su credibilidad se está desmoronando. Mientras tanto, la Unión Europea impulsa una reforma militar de 800 000 millones de euros (864 000 millones de dólares) bajo el nombre de « ReArm Europe ». Pero esto exige una austeridad masiva en el país”.
Así, “Los gobiernos europeos están preparando a sus poblaciones para la guerra, no para la paz. Necesitan enemigos que justifiquen el gasto”. Sin embargo, al caducar el liderazgo norteamericano “la OTAN no puede sobrevivir como una estructura coherente. El Estados Unidos de Trump no luchará por Estonia ni enviará tropas a Moldavia. Europa tendrá que defenderse, y no está preparada”.
Frente al panorama descripto cabe preguntarse si la humanidad se encuentra ante una situación excepcional que puede revertirse o ante un proceso destinado a delinear otro futuro. Cem Gurdeniz no duda: “El cambio es real e irreversible. Los BRICS están creciendo. La Organización de Cooperación de Shanghái se está expandiendo. El comercio se está alejando del dólar. Potencias regionales como Irán, India, Brasil y Turquía se están consolidando. Esto no es un regreso a los bloques de la Guerra Fría. Es un reequilibrio: un mundo donde ningún centro domina”. El lector observará la sintonía con la trama presentada en los cuatro últimos artículos de esta saga.
Transparente: “La multipolaridad no se trata de utopía. Se trata de soberanía. Permite a las naciones alinearse en función de sus intereses, no de la coerción. El reto ahora es construir instituciones que reflejen esta realidad: nuevos sistemas comerciales, marcos de seguridad y bancos de desarrollo que no estén controlados por Occidente”.
PATRIA AZUL. A esta altura, usted se preguntará en qué consiste la Patria Azul. Aunque párrafos más adelante se conocerá la exposición del propio protagonista, este narrador inserta, a continuación, su mirada al respecto, nutrida por quienes han indagado a fondo en su consistencia.
Es preciso admitir y elogiar que Turquía desarrolló hace unas dos décadas su propia doctrina destinada a dibujar los movimientos geoestratégicos necesarios para alcanzar objetivos esenciales para la nación y situarse cual protagonista en el concierto internacional. Gudeniz la expuso en 2006 bajo el título de “Doctrina Patria Azul”.
La misma contiene varios pilares. El fundamental es el de las zonas de jurisdicción marítima que corresponden a Turquía y que ese país valora como vitales para su supervivencia y desarrollo. Estas abarcan espacios del Mar Negro, el Mar Egeo y el Mar Mediterráneo. Mediante la definición de las mismas establece las aguas territoriales, la plataforma continental y la zona económica exclusiva. Según esa mirada, el problema no radica en al Mar Negro, donde se llegó a un acuerdo con la Unión Soviética para establecer los límites de la plataforma. Luego de la desaparición de la URSS se alcanzaron acuerdos con Georgia, Bulgaria y Ucrania.
Lo fundamental se asienta en el Mediterráneo y en el Egeo. Como se verá, es uno de los lugares candentes del presente. Los límites actuales establecidos, han sido impuestos a Turquía por la Unión Europea, afirma Gurdeniz, que los considera perjudiciales. Turquía focaliza en la UE la responsabilidad de impedir el desarrollo turco, lo cual no deja de ser interesante cuando la propia Turquía ha intentado formar parte de la Unión. Entonces, el pensador invita a corregir: “La Patria Azul “desafía y reta notoriamente al mapa actual”.
Sin embargo, ese no es el objetivo final de la doctrina. Ese desafío es el camino para alcanzar su verdadero objetivo, y este no es otro que alcanzar el control y la consolidación de las tres zonas marítimas que rodean al país para, de este modo, ejercer su influencia tanto a nivel regional como internacional, haciéndose con los recursos energéticos necesarios para sostener el crecimiento económico y demográfico de Turquía sin tener que depender de terceros países. Este objetivo ayuda a entender varios de los movimientos recientes del gobierno turco.
DOCTRINA MARÍTIMA. Vamos entonces. Cem Gurdeniz habla de su obra. “La Patria Azul no es un eslogan, es nuestro imperativo geopolítico. Turquía está rodeada de aguas en disputa: el Egeo, el Mediterráneo Oriental y el Mar Negro. Si cedemos estos espacios, nos quedaremos aislados y seremos irrelevantes. Las potencias occidentales, en particular a través de Grecia y Chipre, quieren atraparnos en Anatolia. El Mapa de Sevilla, respaldado por la UE, reduciría nuestro espacio marítimo en un 90 %. Eso es una sentencia de muerte geopolítica. La Patria Azul reivindica nuestros derechos legales, nuestra presencia naval y nuestros intereses energéticos. Junto con el Corredor Medio, que nos conecta con Asia Central y China, formamos un eje marítimo continental. Esta es la columna vertebral de la estrategia de Turquía para el siglo XXI”.
Esa es una fascinante exposición que debe valuarse en su sinceridad. ¿Cómo se sostiene? Bueno, despojándose de idealizaciones y falsas expectativas: “Debemos abandonar la ilusión de que la inversión extranjera directa y la integración en la UE nos salvarán. Ese modelo ha fracasado. Condujo a la deuda, la privatización y la dependencia. Nuestra economía debe basarse en la producción, no en la especulación. Esto implica reindustrialización, soberanía alimentaria y energética, y comercio regional en monedas locales. Debemos proteger los sectores estratégicos de la propiedad extranjera. Nuestro Banco Central debe ser independiente no solo del gobierno, sino también de la influencia extranjera. Sólo entonces podremos hablar de soberanía económica”.
DIPLOMACIA CIVILIZACIONAL. Fíjese en esta parte del diálogo. Caran – ¿Qué hay de la diplomacia? ¿Debería Turquía alinearse con un bloque específico o buscar la no alineación? Gurdeniz – Debemos promover lo que yo llamo una “no alineación asertiva”. Esto significa negarnos a ser satélites de nadie. Mantenemos nuestras opciones abiertas. Cooperamos con Rusia, China y el Sur Global, pero también interactuamos con Europa y Estados Unidos cuando nuestros intereses coinciden. Pero hay límites. No nos sumaremos a regímenes de sanciones contra nuestros vecinos. No albergaremos bases extranjeras que ataquen a otros Estados. Y no nos dejaremos arrastrar a las guerras fallidas de la OTAN. Nuestra diplomacia debe servir a nuestra geografía: equilibrada, firme y soberana.
A partir de allí, la guadaña del estratega denota su filo: “Los valores de la UE son selectivos. En cuanto a los derechos marítimos de Turquía, apoyan el maximalismo griego. En cuanto a Palestina, no dicen nada. En cuanto a los crímenes de Israel, los llaman “defensa propia”. No se trata de valores, sino de poder. La UE quiere que Turquía sea una zona de contención, un almacén de refugiados y una fuente de mano de obra barata. Nunca nos aceptará como iguales. Y no deberíamos querer unirnos a ese club. Nuestra dignidad no está en venta”.
Y aparecen las dudas. (Qué pensará el Kremlin de estas consideraciones): “El mundo turco es nuestro ámbito natural de cooperación. Desde Azerbaiyán hasta Kazajistán y Uzbekistán, compartimos lengua, cultura e intereses estratégicos. La Organización de Estados Túrquicos aún está en sus inicios, pero tiene un enorme potencial. Debemos invertir en transporte, energía y conectividad digital en toda esta área. Debemos crear un entendimiento común en materia de defensa, sin injerencias externas. Y debemos desarrollar narrativas compartidas que rompan el monopolio de la historiografía occidental”. Gurdeniz precisa, con ingenio, que “Esto no es nacionalismo. Es diplomacia civilizacional”.
No afloja, porque las ideas sin concreción devienen en etéreas: “Durante 67 años, Turquía ha esperado fuera de las puertas de la UE, con la ilusión de que algún día seríamos aceptados como parte de Europa. Lo cierto es que nunca lo fuimos, ni lo seremos. La UE nunca ha apoyado ninguno de nuestros intereses geopolíticos fundamentales. Apoyó el Mapa de Sevilla, que nos excluiría del Mediterráneo Oriental. Se alinea con Grecia en todas las disputas marítimas. Se niega a reconocer a la RTNC [República Turca del Norte de Chipre]. Apoya a grupos separatistas a lo largo de nuestras fronteras y guarda silencio ante el genocidio israelí en Gaza”.
El pensador apunta que ahora, en su reciente Libro Blanco, la UE afirma que Turquía es candidata a la adhesión a la Unión y un socio de larga data en el ámbito de la Política Común de Seguridad y Defensa. La UE promete seguir trabajando de forma constructiva para desarrollar una asociación mutuamente beneficiosa en todas las áreas de interés común. E indica: “Esto es teatro diplomático, diseñado para involucrarnos en su deteriorado aparato de seguridad en un momento en que temen ser abandonados por Estados Unidos. La pregunta es: ¿Turquía entregará su autonomía estratégica, la sangre de sus soldados y la dignidad de su nación a una entidad que siempre la ha visto como un puesto avanzado útil, pero nunca como un igual?”.
Europa no; Eurasia, sí. “No debemos mirar a Europa a través de la lente de la eurofilia, ni de los viejos complejos del período Tanzimat, ni de la mentalidad de Sèvres. Debemos verla a través de la lente de la historia: de nuestra soberanía, de la visión de Atatürk y de la realidad de que Europa está en decadencia. El camino a seguir no es perseguir ilusiones en Bruselas. Es retomar los principios kemalistas, integrarnos con el naciente siglo asiático y asegurar nuestro destino geopolítico en Eurasia, en nuestros términos, no en los suyos”.
PERSPECTIVAS, PROPORCIONES, CONVERGENCIAS. En el primer tramo de esta presentación, es posible aprehender la percepción de uno de los grandes protagonistas del presente acerca de la acción proteccionista del gobierno de Trump. Vale subrayar que de la misma no emergen desesperación ni condena. Lejos está Gurdeniz de orientarse por la abrumadora vocinglería de los medios pro financieros occidentales. De hecho, cada punto del Producto Bruto Interno turco alzado en la década reciente, estuvo impulsado por decisiones proteccionistas que permitieron delinear una nación creciente, hacedora y consumidora de las nuevas tecnologías.
Desde la mitad de la exposición, el emisor impone una filosofía anclada en la historia, fuertemente nacional regional y, al mismo tiempo, lista para habilitar el pragmatismo toda vez que resulte necesario a los intereses geoeconómicos y culturales de fondo. Las semejanzas con planteos que se han conocido en nuestras tierras no son azarosas sino que devienen de configuraciones con lazos que elevan pensamientos convergentes. Vendrían bien en el Hoy que padecen las playas desde la cual surgen estas Fuentes. Pero ese es otro tema.
A no dejarse llevar por la marejada.
Nada es sencillo en este planeta. Menos, Turquía.
Pero a través de esta serie, la vamos comprendiendo.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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