Por Nehuén Gusmerotti*
Calor en la Ciudad de Buenos Aires. Un viernes de febrero como cualquier otro, con las calles de San Telmo atravesadas por turistas y trabajadores que parten a sus hogares o se acercan a algún bar. En Balcarce 860 Dancing Mood vuelve a La Trastienda tras más de 15 años. La pequeña armada musical comandada por Hugo Lobo tiene otra espalda y otros combates librados en sus 25 años de carrera. Traen su más reciente disco, Forever, primero editado de forma integralmente independiente y con una gran recepción crítica. Ska, viernes, San Telmo, verano. La lata de birra se destapa sola, la mesa está servida.
El show comenzó un rato antes de las 21:00, marcándole el off side a algún impuntual. “The Chicken” puso primera a una noche que tendría una decena y media de canciones en las que imperó su más reciente trabajo de estudio, Forever, pero qué, como marcó el inicio, le daría lugar a algunas perlas infaltables de la banda de ska-reggae más popular de la Argentina.
Engalanado en un rojo deportivo casi de entre casa, Hugo Lobo comanda una armada de vientos a la que adjetivarlos con precisión suiza sería faltarles el respeto, los suizos no tienen groove. Improvisando por momentos, con exactitud quirúrgica por otros, Lobo da indicaciones, arenga, disfruta, interviene, dirige ese frente unificado musical que es Dancing Mood. El grupo en cuestión está compuesto por batería y bajo, teclas, dos guitarras, y un frente de bronce brillante con dos trombones, tres saxos, una flauta, una armónica y, claramente, la trompeta contemporánea por excelencia, Lobo.
En la lista se mezclan sus característicos covers, o reversiones, ya que cobran una identidad muy distinta al pasar por las manos de Dancing, y temas propios. “Adiós Nonino” cobra una belleza novedosa y fresca que sale de los claroscuros porteños para llevarnos a las playas caribeñas. En “Just the Way You Are” y “You Baby” Lobo invita a Alex Gotlieb, cantante de otra de las grandes propuestas del género en escena, Palta & The Mood. El propio trompetista cierra esos temas con un “Banquen a los talentos nuevos, aguante la cultura independiente”. Lobo no es de intervenir demasiado, pero cuando lo hace es mordaz, (Cómo en “el qué no salta se coge a la hermana” que arengó sobre el final del show).

De Forever también pasan “Musicology”, “I’m Gonna Come Back to Brixton”, “6 de 5”, “The Killer” y “Last Chance N.G.”. La lista engañosamente corta no contempla los largos tramos de improvisación que la banda realiza dentro de cada canción. Cada quien tiene sus fragmentos en que despliega algún solo que enciende los varios pogos criollos, que con poco empiezan a corear los riffs, estribillos y melodías. Algún solo de saxo incendiario, varios tramos de guitarras, una armónica demencial, Lobo que parece entrar en el mismo trance del público y da indicación de estirar esos despliegues musicales únicos que se generan en las tablas de La Trastienda. Hubo lugar para clásicos, obvio. “2031”, el triplete Skatalites con “Confucius”, “You´re So Delightful” y “Police Woman”, con el punto final emotivo de “A Mis Abuelos”, cerca de las diez y media de la noche.
Antes de despedirse, Lobo dejó marcado en el calendario el día y lugar del próximo encuentro porteño para Dancing. La Trastienda nuevamente, el 22 de marzo.
La jornada terminó con la dosis precisa de la formula Dancing: ska, reggae, improvisación y mucho groove para mimar un presente que no por ser oscuro debe prohibirse los destellos de goce. Para sostener esos espacios está Dancing Mood, un frente unificado para darnos refugio y permitirnos disfrutar, aún en este infierno.

(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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