Por Nehuén Gusmerotti *
Artista definitivo, explorador, cambiante y vanguardista. David Bowie fue uno de los tipos anacrónicos que hizo de todo. Difícil es definir sus mejores producciones, aunque seguramente entre las posibilidades más mencionadas se encuentre Let´s Dance, el álbum compuesto junto a Nile Rodgers de Chic, que tuvo a un ignoto Stevie Ray Vaughan y que catapultó la fama mundial del Duque Blanco. ¿Cómo se gestó este disco y por qué Bowie declararía años más tarde que odiaba ese disco y lo que generó?
Después de los años más oscuros de su carrera, en los que tocó fondo con su consumo de cocaína y se refugió en Suiza y Alemania para desintoxicarse, experiencia que dio vida a la trilogía de Berlin con Low, Héroes y Lodger, Bowie iba a entrar en los ochenta con un cambio de sonido radical. Otra de las tantas mutaciones del camaleón de Brixton.
Tras un trabajo exitoso como Scary Monsters, que iba a empezar a tener un coqueteo con la cultura pop, Bowie se metió de lleno en el sonido que le daría el disco más exitoso de toda su carrera: Let´s Dance. Este disco le dio la popularidad que lo iba a convertir en un artista apto para todo oído, dejando de ser el músico de culto que había desandado las primeras décadas de su carrera.
El primer paso fue acercarse al guitarrista fundador de Chic, Nile Rodgers, uno de los productores pop más finos de los últimos 40 años. Según contó Rodgers, Bowie le mostró una foto de Little Richard en un traje rojo brillante, entrando a un Cadillac y le dijo “Cariño, así quiero que suene mi próximo álbum”. La dupla creativa profundizó en temas cargados de funk, con vibras a la música disco y la cultura pop, dando como resultado ocho canciones de las que se desprendieron tres sencillos que fueron un éxito total en los rankings: “Modern Love”, “Let´s Dance” y “China Girl” (Coescrita con Iggy Pop y lanzada en su disco The Idiot de 1977), todas con videoclips que comenzaron a rotar en MTV y consolidaron a Bowie, además, como un gran creador de videos, faceta que venía experimentando desde Scary Monsters.
Al sonido pop y altamente comercial de Let´s Dance, le tenemos que sumar que cada una de las ocho canciones tuvo su videoclip, y que algunos como “China Girl” tenían un color absolutamente provocativo (tanto que fue censurado el final que tiene a la actriz asiática y al propio Bowie dándose masa en una playa y a Bowie en culo) y que hizo que MTV le diera alta rotación. De esta forma, el músico que había llegado antes al glam, que había experimentado el soul, el hard y el space rock, abría su abanico sonoro a un público más comercial.
Otra de las grandes cartas de este disco fue Stevie Ray Vaughan. El blusero había encandilado a Bowie en el festival de Jazz de Montreaux. “Me dejó completamente anonadado. Probablemente no había estado tan entusiasmado con un guitarrista desde que vi a Jeff Beck con su banda [pre-Yardbirds], The Tridents”, dijo Bowie cuando lo vio hacer “Pride and Joy” en vivo. Para ese entonces, SRV era una gran referencia en el sur norteamericano, pero no el popular blusero actual. Double Trouble recién comenzaba a existir y este sería motivo de discordia de cara a la gira de presentación del álbum.
Vaughan aportó guitarras en “Let´s Dance”y “China Girl”, y dos solos en “Cat People”, tema en que más se luce del disco. Esta participación le sirvió a Vaughan como vidriera a un mundo más amplio que el blues norteamericano, y como dijimos, si bien era parte del plan, Vaughan nunca pudo sumarse a la gira de presentación del disco.
El problema principalmente fue que Vaughan estaba lanzando su nuevo disco “Texas Flood” (Fue lanzado un mes después que Let´s Dance), disco que terminó teniendo un éxito tremendo, y quería presentarlo en vivo. Al principio el acuerdo había sido, por parte del management de Bowie, que Vaughan toque como una especie de telonero antes de los shows de Bowie, poco antes del comienzo de la gira cambiaron de parecer, le prohibieron dar entrevistas y hacer recitales propios mientras dure la gira. Mientras Stevie aún decidía que hacer, su manager, Chesley Millikin le bajo las cosas del micro y a la mierda. El guitarrista de la gira finalmente fue Earl Slick, que supo tocar con Lennon, Robert Smith, Coverdale, entre otros. Dicen las malas lenguas que el management de Bowie temía que el incendiario blusero opaque a su estrella.
El disco fue lanzado el 14 de abril de 1983 y despertó criticas variadas. Si bien para algunos era una obra maestra que mostraba el mejor momento de Bowie, para otros fue “agradablemente inútil” o “Plastic soul barato”. Aún así, sus tres sencillos llegaron la cima de los rankings más importantes (“Modern Love” fue número 1°, mientras que “China Girl” y “Let´s Dance” llegaron al segundo lugar), quedó relegado por Thriller de Michael Jackson en los Grammy y transformó a Bowie en un ícono de moda pop.
Pese al absoluto éxito de Let´s Dance, Bowie no disfrutó demasiado de su nueva popularidad masiva. “Me esforcé apasionadamente en la primera parte de los 80 para encajar y tuve mi primer éxito en gran escala. De repente ya no era ‘el artista de culto más grande del mundo’ en la música popular”, dijo en una entrevista a mediados de los 90´ que cita en su autobiografía. No le copó ser del mainstream porque en retrospectiva se dio cuenta que lo limitó artísticamente y dijo que le quitó la pasión por experimentar.
“Recuerdo haber visto estas oleadas de personas [que venían a escuchar este disco en vivo] y pensé: ‘Me pregunto cuántos álbumes de Velvet Underground tienen estas personas en sus colecciones de discos”. De repente me sentí muy alejado de mi audiencia. Y fue deprimente, porque no sabía lo que querían”, expresó el Duque años después. Vale aclarar que discos como Tonight y Never Let Me Down no tuvieron buenas críticas e hicieron que Bowie vuelva a intentar formar una banda (Tin Machine), para refrescarse artísticamente.
Un éxito absoluto y masivo, la apertura a un público nuevo, el paso a ser un ícono de la cultura pop. Las cadenas que ataron a Bowie, un constante buscador, a un estilo que lo cansó rápidamente. Una obra que se volvió contra su creador, que terminó despreciándola, pese a haber sido su trabajo más impactante a nivel mundial. Ese era Bowie, un camaleón brillante y anacrónico.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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