Por Gabriel Fernández *
Cuando todo suena a antiperonismo, lo que suena es el antiperonismo. La muerte de Beatriz Sarlo permite confirmar la desesperación en los medios argentinos por hundir este movimiento nacional. Aunque para conseguir ese sueño resuelvan menoscabar a las figuras que lo combatieron, de un modo u otro.
Hoy, el periodista Facundo Chaves, de Infobae, destaca dos episodios de bajo vuelo en la vida de la ensayista: su tenue esgrima con Orlando Barone en el marco de 678, y su negativa a recibir la vacuna contra el Covid “debajo de la mesa”. Ambos sucesos son presentados como ejemplos de una postura ética en contracara del agravio y la corruptela.
Al leer el artículo se percibe que los factores negativos en ambas pulseadas están representados por el peronismo. Ni siquiera importa que aquél espacio televisivo mereciera polémicas internas sobre su filiación, o que la campaña de vacunación impulsada por el cuestionado Ministerio de Salud fuera la más importante de la historia. Nada: la idea es evidenciar el recto andar de la homenajeada en oposición al sucio comportamiento de quienes ya sabemos.
A qué vienen estas líneas. Sarlo desarrolló interesantes estudios sobre la vinculación entre socialismo y democracia, así como apuntes sobre la sociedad civil -se la puede considerar promotora del progresismo-, la cultura argentina; acerca de Jorge Luis Borges. Vale repasar algunos de sus libros, como Escenas de la vida posmoderna, Las dos torres, Siete ensayos sobre Walter Benjamin para entender el mérito de su obra.
Quien esto redacta no comparte las miradas allí expuestas, pero sabe que la tarea realizada por Sarlo supera holgadamente aquellos dos entreveros que ahora parecen esenciales para brindarle realce. Sucede que este lumpen liberalismo brutal está muy direccionado. El objetivo que se ha trazado es desaparecer al peronismo, y la tarea no exige debates hondos sino falsas afirmaciones contundentes como las proferidas por Milei en su asunción. Y toda la retahíla de sandeces emitidas este largo año por el oficialismo.
La fallecida pensadora brindó elaborados argumentos que podrían ser estiletes de filo a la hora de combatir lo que llamó populismo. Infobae y el mileísmo no los pueden absorber ni siquiera para adensar sus campañas; necesitan recurrir a la direccionalidad de la demagogia honestista, del sabés cuánto gana, de lo hizo pasar primero, de viste como son los peronistas y de los insultos vía twitter.
Así, buscan espolear la acelerada contundencia que exige su cruzada para desmembrar el sentido social conjunto de la nación. Al punto de transmutar a Sarlo, apenas horas después de su fallecimiento, en el Gordo Dan. E imaginarla, pletórica de espíritu cívico (claro), dando garrotazos a diestra y siniestra, y burlándose de quienes prefieren los textos de don Arturo Jauretche a los suyos.
Este periodista sabe que su identidad está en baja. El peronismo tiene las dificultades que los lectores conocen y sobre las cuales, en estas líneas, no cabe abundar. Sin embargo, por debajo de la preocupación y la tristeza, se desliza un sentimiento de orgullo. Pues resulta comprobable el volumen de la bronca generado por este magnífico y extrañamente perdurable movimiento configurado por la industria y el ascenso social. Por las grandes masas y por Jauretche. Por los libros, y las alpargatas.
No estuvo bueno acercarse al liberalismo argentino, Sarlo. Mirá en lo que te han convertido.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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