Por Leonardo Martín
Nueva jornada de San Cayetano en un contexto que le da un valor especial por el acelerado deterioro social durante el gobierno presidido por Javier Milei. Crecimiento de la pobreza, reducción del poder de compra de los salarios, jubilaciones y de los trabajadores de la economía popular y la amenaza nuevamente del desempleo masivo.
La jornada dejó varios mensajes y claves para comprender este presente y lo que puede venir. En primer lugar, la convocatoria fue en un marco de unidad en donde confluyeron la CGT, CTA de los Trabajadores, CTA Autónoma y la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) que confirma el recorrido del último período. También la necesidad de unidad entre trabajadores formales y aquellos que han ido quedando por fuera de ese esquema en las últimas décadas para ganar en volumen y músculo político.
Otro aspecto es el regreso a la movilización callejera con una convocatoria importante tras cierto freno en los últimos dos meses, puntualmente desde la convocatoria en rechazo de la ley Bases el día que se trató en el Senado y en el caso de la CGT en modo institucional desde el paro del 9 de mayo pasado.
Numéricamente hubo un despliegue multitudinario de las columnas gremiales de CGT y ambas CTA, también de las muy golpeadas organizaciones sociales. Fue un reflejo auspicioso de músculo callejero tras la retracción mencionada en los últimos meses y cierto clima social en muchos sectores de resignación e impotencia ante el avance del Gobierno y el feroz ataque a los ingresos.
La línea de diálogo abierta con el Gobierno fue torpedeada por el propio gobierno al desoir cada uno de los reclamos que hicieron un grupo de dirigentes de la CGT al secretario de Trabajo, Julio Cordero. La postura inflexible del propio Gobierno -que va por todo en materia de derechos laborales y ataque a las organizaciones gremiales- genera un inevitable conflicto en donde está en juego la supervivencia.
Alejandro “Peluca” Gramajo en un bautismo como orador en un plaza masiva trazo un panorama muy crudo: “Nos están empujando a la peor crisis humanitaria, nos están empujando al exterminio social. Ha decidido desatar una guerra económica sobre el bolsillo de todo el pueblo trabajador”.
En esa línea, Adolfo Pérez Esquivel expresó: “Estamos viviendo una guerra silenciosa”, a lo cual agregó que “la mayor violencia es el hambre”.
Como parte de la cabeza de la columna, Pablo Moyano afirmó: “En los próximos días va a haber una convocatoria a secretarios general y a delegaciones regionales en CGT y se decidirán los pasos a seguir. Rechazaremos cualquier convocatoria al diálogo porque sabemos que es para la foto, quieren implementar una reforma laboral que va a traer más flexibilización y desocupación.
La jornada de San Cayetano, patrono del pan y del trabajo, apuntaló el perfil confrontativo del cual habrá que esperar la evolución en un contexto social que no hace más que agudizarse día a día, con una posible nueva y brutal devaluación cuando se acaben los dólares “baratos” de las reservas que hoy el ministro Luis “Toto” Caputo facilita para la fuga de los grupos económicos y fondos de inversión.
Hay organización, hay una capacidad de movilización golpeada, pero que aún tiene vigor. Lejos se ve aún la pata política que pueda conducir un proceso alternativo a este proyecto antinacional y antipopular. En esa frontera, le toca jugar al sindicalismo y a las organizaciones sociales: ser el freno y la contención en la primera línea de la batalla en un presente donde ni los gremios etiquetados habitualmente como “dialoguistas” tienen respuestas.
Se verán los pasos venideros, pero como están planteadas las cosas, el escenario marcha a una mayor conflictividad. La “guerra silenciosa”, pero sin pausa del Gobierno sobre los trabajadores y el disciplinamiento de sus organizaciones.
COBERTURA EN PLAZA DE MAYO
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