Por Rodolfo Pablo Treber *
En las últimas cuatro décadas, nuestra Patria sufrió un brutal proceso de extranjerización de su aparato productivo que, junto a la imposición de un estatuto legal colonial, en franca profundización, generó una brutal dependencia económica y su consecuente pérdida de soberanía política. Liberación nacional, soberanía e independencia son tareas urgentes en un contexto de sometimiento político y empobrecimiento popular.
El hito de 1976 marcó un antes y después en la historia política argentina. La dictadura militar llegó con el principal objetivo de destruir un modelo de desarrollo soberano para imponer uno que solo atiende intereses extranjeros, posicionando a nuestra Patria como factoría colonial proveedora de materia primas y energía.
El modelo de desarrollo, que dio sus primeros pasos con la revolución de 1943 y tuvo la presidencia de Perón como etapa principal, logró reconvertir la matriz productiva nacional con el objetivo de librarse de todo factor que genere dependencia a una potencia extranjera.
Lejos de creer en la posibilidad de que ese proyecto se ejecute a partir de inversiones externas, el gobierno peronista planificó la economía utilizando al Estado como medio de promoción y regulación desde el control de los sectores estratégicos. Como pilares fundamentales, en ese sentido, se nacionalizaron el Banco Central y el comercio exterior, con el objetivo de administrar los recursos financieros y tomar el control de la compra venta internacional. Además, se crearon empresas del Estado en aquellas, indispensables, áreas industriales aun no desarrolladas.
El modelo argentino de producción sentó bases sólidas a partir de una economía mixta, con la conducción de un Estado que cumplía la función de garantizar un mercado interno protegido y en permanente expansión para el desarrollo exitoso del capital privado.
Todo eso acabó mediante la dictadura más sangrienta de nuestra historia y, desde ese momento, nuestra Patria sufrió una profunda transformación de su matriz económica y productiva con el objetivo de reinstalar el modelo colonial, a partir de la incorporación al mercado global como exportador de materias primas, energías y alimentos, e importador de manufacturas industriales.
Tanto las grandes, medianas, como pequeñas empresas nacionales, inmersas en la libre competencia, se vieron paulatinamente debilitadas hasta su mayoritaria desaparición. Al mismo tiempo, producto del enfoque netamente agro exportador, se inició un proceso de encarecimiento de los precios internos con el objetivo de aumentar los saldos exportables. El combo, decadencia industrial + incremento de precios, demolió el mercado interno argentino y, con él, a millones de puestos de trabajo formales.
En síntesis, impusieron un modelo de economía primarizada, anti industrial, con el objetivo máximo de saquear nuestros bienes comunes naturales e impedir el desarrollo endógeno.
El retorno de la democracia no entorpeció este proceso sino que, al contario, lo profundizó estableciendo las bases legales que permiten el brutal saqueo de nuestra Patria. A modo de resumen:
- Permaneció intacta la ley de entidades financieras que promulgaran Videla y Martinez de Hoz en 1977 que le brinda la administración del ahorro nacional a la banca privada y extranjera.
- Se desreguló el comercio marítimo en 1991 y así, se destruyó la flota mercante nacional dejando nuestra soberanía logística en manos de corporaciones transnacionales.
- Desde 1993 en adelante se promulgaron leyes de promoción para la inversión extranjera directa que garantizaron el giro de dividendos a sus casas matrices (fuga de capitales), generando un permanente quebranto económico nacional en materia de insuficiencia de divisas. Este mismo esquema es el que profundiza el RIGI actual.
- Se privatizaron los puertos, la aduana y el Estado se desligó del control estricto del comercio exterior dejándolo en manos de un puñado de corporaciones extranjeras que definen, año tras año, el modelo productivo en pos de su beneficio y en detrimento de lo nacional.
- Se privatizaron y/o cerraron todas las empresas del Estado que ocupaban los sectores estratégicos de la economía (acero, energía, telecomunicaciones, logística) para liberar el control total de la economía nacional a manos privadas y extranjeras.
- Fundamentado en el quebranto económico que genera el legal giro de ganancias al extranjero (fuga de capitales), se tomaron, y validaron, extraordinarios montos de deuda externa como método de aceleración del esquema de saqueo y dependencia.
Todo lo mencionado se mantuvo sin sobresalto alguno durante toda la democracia, como fuertes políticas de Estado que terminaron por diseñar una Patria sometida.
Así, y luego de casi cinco décadas, dejaron una Argentina con hambre a pesar de producir materias primas para abastecer a 10 veces su población, un pueblo desempleado aun cuando esta todo por hacerse, un país sin industrias y lleno de productos importados, una Patria hermosa y rica naturalmente, pero oprimida y empobrecida por la implementación de un proyecto político que atiende a intereses foráneos.
Una economía liberal, con el comercio exterior en manos de un puñado de transnacionales que fijan precios y deciden que entra o sale del país, dejando el absurdo saldo anual de 6 millones de puestos de trabajo importados en manufacturas, mientras nuestro pueblo sufre la ausencia de empleo genuino y la aberración de ser exportadores de materias primas mientras padecemos hambre.
Una Patria dependiente de la logística extranjera, por no contar con buques de bandera nacional, mientras que supimos tener la quinta flota mercante más grande del mundo y la segunda en tamaño de Nuestra América. Una situación financiera de dependencia a una moneda extranjera y endeudamiento permanente a causa de la fuga incesante de capitales a pesar de que, en los últimos 40 años, tuvimos un superávit comercial de 200,000 millones de dólares.
Una nación sin crédito para la producción ni la vivienda, por la vigencia de la ley de Entidades Financieras de facto de Martinez de Hoz que permite que un puñado de Bancos y Fondos de Inversión determinen la política monetaria.
Por eso hoy, a 208 años de aquella acta de independencia a la monarquía española y renuncia a cualquier otra dominación extranjera, debemos volver a construir una organización política que levante las banderas históricas de la lucha popular que se encuentran tiradas en el piso, abandonadas, por una dirigencia que compite por ser los administradores de una argentina colonial y dejó de pensar en la necesidad de que la soberanía política y la independencia económica son esenciales para conquistar un futuro con justicia social.
Organizar al pueblo argentino detrás de consignas claras del quehacer con el comercio exterior para administrarlo en beneficio de la producción nacional y recuperar el trabajo; quehacer con el sistema financiero para cesar la fragante fuga de capitales legalizada y administrar el ahorro argentino al crédito productivo; quehacer para industrializar la Patria y dejar de lado, de una vez y para siempre, la dependencia a una potencia extranjera. Quehacer para expulsar al FMI, y a todo fondo de inversión extranjero, y que nunca más vuelva a circular el veneno del dólar en nuestra economía.
Todos esos debates se encuentran ausentes, no porque no sean de interés popular sino porque desde la dictadura militar se encuentran silenciados por una dirigencia que los asume saldados a favor del extranjero y en detrimento de lo nacional.
Es tarea urgente pensar la Patria para reconquistar la soberanía política y la independencia económica.
(*) Analista económico, dirigente del Encuentro Patriótico.
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