Por Ariel Weinman
Está muy interesante la nota de Página/12 “A toda máquina: las terminales del Frente de Todos salen a instalar a sus candidatos”, publicada el día lunes 29 de mayo, justo la jornada que rememora a la tosca Córdoba de antaño. El artículo periodístico presenta un detalle pormenorizado de los precandidatos presidenciales del Frente de Todos y anticipa las iniciativas de cada uno de ellos para los próximos días. Sin embargo, hay un pequeño error involuntario, minúsculo, chiquito -el lector indulgente supone que fue un problema de espacio- toda vez que se saltearon de informar la candidatura de Juan XXIII Grabois. Quizás fue un problema de edición o por ahí para la concepción “soberanista” de Víctor Santa María, el líder de los porteros y propietario del diario, el apellido sonó un poco afrancesado -¿te podés llamar Grabois y aspirar a ser candidato a presidente de una fuerza nacional que hizo del enfrentamiento con franceses e ingleses desde la Baring Brothers, pasando por La Vuelta de Obligado y los ferrocarriles antiscalabrinianos hasta la Guerra de Malvinas y Lago Escondido su razón de ser? Como quiera que sea, el dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), valga la redundancia, fue excluido de un plumazo entre los candidateables del Frente de Todos. Donde debía constar “el eterno okupa de tierras” ahora estaba el vacío. Esto indica que lo esencial en el discurso, lo explicó otro gringo, un alemán medio chiflado, no es el contenido, sino la gramática. Esa que los españoles (¿antecesores de Vox y el PP?) después de vencer a los árabes musulmanes trajeron en las tres carabelas y les sirvió hasta ahora, digamosló, para convencernos y ser felices de que nuestra (la de los pueblos morenos, criollos e indígenas) misión en el mundo es cederles las riquezas que se van por la Ruta del Atlántico desde su misma creación a fines del siglo XV y continúa. Lo esencial es visible a los ojos: podés ser de derecha/neoliberal/conservador o de izquierda/progre/demócrata, pero allí, entre ellos, no hay mayores diferencias: comparten gramática, o sea, ponen en común el mismo modo de enunciar, el que les permite, casi sin que te des cuenta, eliminar un candidato de la competencia, en otras palabras, decir que no existe lo que todavía está en carrera o afirmar que “la crisis causó dos nuevas muertes”. Salute Mordisquito! Ya no sirve leer los diarios.
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