Por Nehuén Gusmerotti *
La apuesta estaba jugada. La Mono eligió arrancar la gira de presentación de su nuevo álbum en una parada jodida, el mítico Teatro de Flores. No hace falta que repasemos la simbología que tiene para una banda tocar en el recinto de Avenida Rivadavia. Así lo entendieron los fieles seguidores de la banda, que desde temprano ya copaban la zona y minutos antes de las nueve se encendían al tiempo que las luces se apagaban. El trío Benegas-Naguil-Argomedo tocaba por primera vez los temas de su tercer disco y en Flores el teatro estaba colmado.
En sintonía con la oscuridad y mística de Buen Finde, lo primero que sonó en la noche de sábado fue la icónica “Así habló Zaratustra” de Strauss, para dar paso a “Última Estación” y comenzar el recorrido rockero. El raid de Buen Finde fue casi completo. El trío desplegó casi todos los temas del disco con una prolijidad de reloj. “Tempestades”, “Arsenal”, “NN”, el hitero “Respirar” se sucedían uno a uno mientras las pantallas acompañaban el show con un trabajo visual muy cuidado. A la esencia grunge Stoner del sonido de La Mono se le entremezclan las influencias de casi veinte años junto a Carlos Solari. El mix que logra la banda en este punto es exquisito, un recorrido que invita a conocer el lado más bello de un apocalipsis tan tangible, como próximo. Mención aparte para las pistas que acompañaban a las canciones y les daban otro vuelo, como si estuvieran pasando muchas cosas que escapaban a las miradas durante el recorrido.
Antes de la primera hora de música, La Mono ya había desplegado sobre el escenario casi todas las canciones de Buen Finde. Más oscuras, sonaron “Licor de Ayer”, “Amargo Obrero”, y las dos relacionadas con la madre de Gaspar, María Cantilo, “Flores” y “Parte de tu Ser”. El público acompañaba casi hipnotizado el desarrollo de un show inmersivo y sensorialmente demandante. Las primeras canciones habían pasado la prueba y La Mono retrocedió en el tiempo para comenzar a desandar sus dos discos anteriores, Experimento (2016) y Anomalía (2019).
La vibra rockera se sintió mucho más cuando el trío salió de los temas más recientes. Hay un cambio de sonido en La Mono que queda explicito en ese tándem. “No-Líder”, “Diosa Natural”, “De Tu Mano”, “Sueño de un Perdedor” o “Semidios” fueron algunos de los elegidos por el grupo que agradeció más de una vez el respaldo del público en la patriada que se estaban jugando. Pero todavía quedaban algunas balas en la recámara.
Cerca de las once de la noche, con ya dos horas de show encima, el grupo retomó el presente con “Encrucijada” mientras anunciaba que había cámaras grabando lo que estaba sucediendo e invitando al agite. Y si de agite hablamos, uno de los predilectos de los seguidores del grupo, o monkeys, es “Autodestrucción”. Se encendió el pogo, volaron algunos vasos de cerveza que bañaron las noveles remeras estampadas por la obra de Serafin y La Mono tuvo su climax en vivo. Elección rara pero interesante fue elegir “Buen Finde” para cerrar el telón. Oscuro, denso, reflexivo, pero con un despliegue musical impactante, los músicos finalizaron su presentación con esta canción que condensa en cuatro minutos el presente artístico de La Mono.
El show dejó un sabor de algo que es mucho de muchas cosas que conocemos, y sin embargo es difícil de definir. Puede ser un reggae melancólico, puede ser un grunge pesado o un rock alternativo. Es todo eso, y es original a la vez. El puntapié a futuro está bien dado, deja esa sensación de querer volver a verlos en vivo. Hablan poco, a través de sus canciones dicen lo que tienen que decir, y la apuesta visual y sonora es completa. La Mono arrancó su gira presentando este tercer disco y tiene claro el norte. Voy detrás, nos vemos allá.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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