Por Alejandro “Coco” Garfagnini*
El 18 de mayo se realizará en las calles, rutas y plazas de todo el país una demostración inédita de unidad en la lucha contra el ajuste al que nos condena el programa de miseria planificado por el Fondo Monetario Internacional y que el gobierno ejecuta en forma obediente.
No hay más margen para el ajuste. Las estadísticas pueden sorprender a los que no sufren el drama cotidiano de tener que sobrevivir con los 42 mil pesos por mes que cobran un millón y medio de compatriotas con el ingreso popular del Potenciar Trabajo. La inflación es, apenas, la fotografía de una realidad injusta e insoportable.
Las organizaciones populares, esa genuina experiencia de comunidad organizada que se nutre de la inagotable solidaridad de nuestros humildes y de la síntesis histórica de múltiples experiencias de lucha, venimos advirtiendo hace tiempo que la situación social se aproxima a límites que exigen una rápida y urgente respuesta.
Lejos de eso, las prioridades económicas están puestas en cumplir con las condiciones de dependencia que se acordaron con el FMI. Un programa de miseria planificado diseñado para que la enorme riqueza que produce cotidianamente nuestro país se quede en el extranjero, o repercuta nacionalmente en los balances de un puñado de grandes corporaciones.
Cuatro millones de jubilados que cobran la mínima, la enorme mayoría de los trabajadores registrados que no llegan a fin de mes, los que se inventan la changa y la compañerada que sobrevive en la creatividad colectiva de nuestras organizaciones, somos la mayoría popular que padece con el cuerpo y el bolsillo las condiciones que nos imponen desde afuera.
La unidad en la lucha será clave, entonces, para forzar una voluntad política que asuma como indispensable suspender el acuerdo con el FMI. La organización popular, y la construcción de agenda que nazca al calor de una crisis que amenaza con profundizarse, debe trazar respuestas efectivas para las urgencias que atraviesan las necesidades de los más humildes.
Donde nos falta soberanía, nos falta trabajo. Ahí donde la comunidad padece necesidades, hay una oportunidad para que la producción popular le ofrezca una respuesta. Humildemente, desde la Tupac Amaru, hemos aportado nuestro grano de arena de experiencia con la masiva construcción de viviendas que motorizó la generación de laburo y el ascenso social de miles de compañeras y compañeros.
Y aún con esa experiencia en la mochila, seguimos exigiendo la libertad de nuestra compañera Milagro Sala, presa política en esta democracia que pretende celebrar los 40 años desde que se recuperó el sufragio.
En la calle, con la lucha. Con los humildes, en la organización popular de las respuestas urgentes. En nuestra Patria, forjando su destino de grandeza. Con nuestro Pueblo, construyendo un futuro de felicidad colectiva. Ahí están las únicas certezas en tiempos de desorientación política de una clase dirigente sin rumbo.
(*) Coordinador nacional de la Tupac Amaru, referente del Frente Milagro Sala y del Bloque Social por el Trabajo.
Discusión acerca de esta noticia