Por Gustavo Ng, desde Beijing.
Especial para DangDai. El XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCh) está discutiendo esta semana un informe en el que tiene un lugar neurálgico el concepto de “seguridad nacional”, que involucra los aspectos estratégicos del funcionamiento de la sociedad china.
El documento fue presentado por el secretario del PCCh y presidente de la Nación, Xi Jinping, en la apertura del congreso y propone, para el período 2023-2028, “implementar firme e invariablemente el concepto general de la seguridad nacional y plasmar la defensa de ésta en los diversos aspectos y el proceso entero de la labor del Partido y el país para garantizar la seguridad nacional y la estabilidad social.”
El concepto de “seguridad nacional” que está manejando China no tiene traducción al español ni a otras concepciones políticas. Abarca la defensa de la nación ante ataques externos, la seguridad alimentaria, la garantía de las cadenas de abastecimiento, la soberanía tecnológica y la paz social.
El documento le dedica espacio en varios apartados, y se centra en ella en el capítulo “Impulso de la modernización del sistema y la capacidad de la seguridad nacional y defensa firme de esta y la estabilidad social”.
El trabajo que discuten en estos momentos casi 2300 delegados sostiene que “considerando la seguridad del pueblo como propósito, la seguridad política como fundamento, la seguridad económica como base, la seguridad militar, científico-tecnológica, cultural y social como garantía y el impulso de la seguridad internacional como apoyo, debemos hacer un planeamiento conjuntamente contemplado de la seguridad exterior y la interior, de la del territorio y la de la ciudadanía, de la convencional y la no convencional, y de la individual y la colectiva, y también de la preservación y forja de la seguridad nacional”.
Para el próximo quinquenio propone perfeccionar el “régimen directivo de autoridad”, el “imperio de la ley”, las estrategias de políticas de “monitoreo y prealerta de los riesgos, y de gestión de emergencias” y de “estructurar un sistema de protección que sea coactuante entre todos los ámbitos, multidimensional y eficiente.”
Por otra parte, establece “incrementar la capacidad de defensa de la seguridad nacional” dando “garantía a la seguridad de los cereales, a la de las energías y los recursos, y a la de las cadenas sectoriales y de suministro importantes”.
Los delegados del partido que gobierna el país más poblado del mundo, un partido con 96 millones de afiliados, revisan la propuesta de mejorar “el sistema de la seguridad pública” aumentando la capacidad de prevención de desastres y “emergencias públicas apremiantes”.
El concepto de “seguridad nacional” del PCCh incluye la “protección de la información personal”, así como una gobernanza social que “coedifique”, “coadministre”, ”fluidifique” y reglamente “los canales que facilitan a las masas populares la expresión de sus reivindicaciones, la concertación de sus intereses y la garantía de estos y de sus derechos, estructurándose de esta forma una comunidad de gobernanza social en la que todo el mundo tenga sus responsabilidades, las cumpla a fondo y cuente con acceso al codisfrute.”
En cuando a la defensa nacional, prevé el fortalecimiento del Ejército de Liberación Popular mediante la reforma, la ciencia y la tecnología, y de aumentar la capacidad estratégica para la defensa de la soberanía”, fortaleciendo la “construcción de la capacidad de la industria científica tecnológica de la defensa nacional.”
La seguridad desde la “Doble Circulación”
El signo chino para “centro”, que da nombre al país, 中, divide la realidad en dos. Los dos motores tectónicos que impulsan a China hacia adelante son la prevención de no recaer en desastres pasados (la hambruna, la humillación nacional, la pobreza) y la voluntad de superación. Muy afirmada en el centro de estas dos fuerzas, China se lanzó a un desarrollo que durante 40 años ha resultado imparable y arrollador.
El proceso se basó tanto en las potencias internas de China como en su ingreso en el juego de la Globalidad. China le llamó “Reforma y Apertura”. Reforma interna para abrir el país a la economía mundial.
Hace unos tres años comenzó a usarse el concepto de “Doble Circulación”, que no era otra cosa que la formulación sofisticada de lo que se venía haciendo, engranar en un círculo virtuoso la economía doméstica con la externa.
El documento presentado por Xi Jinping habla de “acelerar la estructuración de una nueva configuración del desarrollo protagonizada por la gran circulación nacional caracterizada por la promoción mutua de esta y la internacional.”
Si la articulación de las economías nacional e internacional fue la base del desarrollo chino desde los años 80, ¿por qué es relanzado?
La crisis financiera de 2008 puso en alerta a China. Su mecanismo requiere tanto de un robusto funcionamiento interno como una estabilidad externa. Desde aquel desastre producido por el colapso de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos, las importaciones y las exportaciones de China fueron decayendo como porcentaje del PIB. Las exportaciones representaban el 26,17% del PIB en 2010 y diez años después cayeron al 17,41%, mientras las importaciones pasaron del 23,18% al 13,89%.
Si bien el crecimiento de China relativiza estos porcentajes cuando son convertidos a cifras en dólares, el país asiático ha ido dependiendo cada vez más de su mercado doméstico.
La idea de la “Doble Circulación” surgió como “tomar el mercado interno como pilar principal, al tiempo que permite que los mercados internos y externos se impulsen mutuamente”. Es una idea cargada de prevención implícita: si el panorama externo tambalea, China debe arreglárselas sola.
Liu Yuanchun, vicepresidente de la Universidad Renmin, explicó que desde la crisis de 2008, las autoridades chinas han desplegado estrategias como la expansión de la demanda interna y reformas estructurales del lado de la oferta.
El documento propuesto por Xi Jinping como secretario general PCCh propone “combinar orgánicamente la aplicación de la estrategia de ampliación de la demanda interna con la profundización de la reforma estructural por el lado de la oferta, aumentar la fuerza motriz endógena y confiabilidad de la gran circulación nacional, mejorar la calidad y nivel de la circulación internacional”.
El apuntalamiento de la “fuerza motriz endógena” se basa en incrementar la “productividad total de los factores”, la “elevación de la resiliencia y nivel de seguridad de las cadenas sectoriales y de suministro”, el desarrollo entre las zonas urbanas y las rurales, las “coordinación interregional”, que incluye el formidable Plan de Desarrollo del Oeste, la expansión del mercado electrónico, la zonas francas piloto y, naturalmente, el fortalecimiento de la capacidad de consumo.
El documento que lleva por nombre “Enarbolemos la gran bandera del socialismo con peculiaridades chinas en lucha unida por la construcción integral de un país socialista moderno”, traza para los años que vienen un “nuevo tipo de industrialización” para potenciar a China como un “país fuerte en manufactura, en calidad, en astronáutica, en comunicaciones y en internet”, teniendo como “punto de apoyo el desarrollo económico de la economía real”.
Asimismo, prevé una “vigorización de las zonas rurales” que permita afianzar la seguridad alimentaria.
En el mismo capítulo se habla de impulsar “la apertura al exterior de alto nivel” ampliando “a paso seguro la apertura en sistemas referentes a las normas, regulaciones, reglas administrativas y estándares, acelerar la construcción de un país comercialmente fuerte, impulsar el desarrollo de alta calidad de la construcción conjunta de la Franja y la Ruta y defender unas relaciones económico-comerciales y una configuración económica internacional plurales y estables.”
En una conferencia de prensa al día siguiente de la apertura del congreso, Zhao Chenxin, subdirector de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, negó sistemáticamente varias preguntas referidas a una supuesta reconcentración de China en su economía, cerrando puertas e imponiendo restricciones al ingreso de capital extranjero.
“China intensificará aún más sus esfuerzos para alentar la inversión extranjera”, dijo Zhao de modo amable y tajante.
De este modo China insiste en jugar el juego global. Con la Iniciativa de la Franja y la Ruta como emblema, apostando a asociaciones como el BRICS, a bancos como el BAII (Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura), con el FMI, el Banco Mundial y la OMC.
El mensaje es que avanza por su camino trazado, pese a la guerra comercial que le ha declarado Estados Unidos, que se juega en el terreno simbólico, en el tecnológico y en el militar, pese al desbarajuste económico producido por la pandemia de Covid-19, pese a las tendencias contra la globalización y pese a los efectos de la guerra de Ucrania.
China se mantiene en el centro de su desarrollo, buscando la doble circulación, intentando crecer con una pata apoyada en las economías externas, aunque esas economías estén envueltas en tribulaciones y ocasos y aunque con su fortaleza, reduzca su dependencia de las importaciones y las exportaciones.
El país que está resurgiendo luego de un largo período de oscuridad, continúa creciendo y solidificándose, para lo cual necesita garantizar su “seguridad nacional”.
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