El periodista, escritor y militante político Ernesto Jauretche dialogó con Radio Gráfica sobre el presente de la Argentina. Se refirió a la designación de Sergio Massa frente al Ministerio de Economía, y analizó la coyuntura desde una perspectiva histórica y global. “Don Arturo, mi tío, decía, aquel político que no sabe historia no puede hacer política, porque la historia es la materia prima de la política. Sin analizar el pasado es imposible analizar el presente”, sostuvo. Además, dirigió reflexiones hacia la militancia y una mirada hacia el futuro sobre la constitución de un “capital social propio capaz de soportar en el futuro un proyecto político”.
Sobre Massa, dijo que “esto es la conclusión final de un proceso que se inicia con Alberto Fernández en el año 2019 para encauzar el Frente de Todos”. Y opinó sobre lo ocurrido ese año que “la designación de Alberto era en realidad una forma de resignación de Cristina, que aceptaba la derrota definitiva histórica del movimiento peronista, lo que ella ya lo había demostrado durante el último tramo de su gobierno al enfrentarse a los trabajadores, la CGT, al abandonar el espacio territorial, el peronismo de base, al crear la Unidad Ciudadana, que no era Unidad Popular. Estaba evadiendo la palabra peronista, la palabra pueblo. Entonces era lógico que la elección de Alberto significara una alternativa al peronismo”.
“Y el peronismo alternativo del peronismo -siguió- constituía una idea que venía a reflotar la vieja idea menemista de pactar con el establishment. Desaparecida la instancia de dos fuerzas políticas para gobernar la Nación entre, por un lado, un factor social revolucionario: el peronismo, en el que Cristina había dejado de creer, y, en frente de eso, el establishment, organizado y cada vez más poderoso, Cristina optaba por un acuerdo, por la posibilidad de una conciliación con el establishment”. Jauretche evaluó que el momento significaba una suerte de convicción sobre “haber saltado la grieta“.
Y contrapuso que “en el pacto social, los trabajadores eran un factor de poder. Hacerlo en una sociedad atomizada, desorganizada y carente de conducción, y con un movimiento obrero burocratizado, era realmente entregarse a los intereses de la burguesía concentrada. No hay pacto posible. El establishment no quiere ningún acuerdo, y no le ha aceptado a Alberto ni una sola de sus frases conciliadoras. No concilia. Nos siguen masacrando con la formación de precios, con la superexplotación de la pampa húmeda“.
El militante opinó que, entonces, partir de ese momento, “ha habido varias alternativas. Una fue la de los cluster, el momento de Kulfas, la idea de pactar con el establishment entregándole sobre todo la sobreexplotación de los mejores recursos del país, como Vaca Muerta, la soja, el litio, el aluminio, etc. y, a partir de eso, hacer un acuerdo de estabilizar la economía argentina”. Y, luego, “este final, con la llegada de aquel famoso acompañante de cuando Alberto decía vamos a tomar un cafecito con Massa. Esta llegada de Massa al superministerio de Economía viene de algún modo a ponerle broche final a esto que empezó con la designación de Alberto“.
Sobre la situación actual de la sociedad argentina, historizó: “Hay que remitirse a un pasado cercano. Es el resultado de la construcción de una hegemonía política y económica a partir de dos hechos fundamentales:
- “Uno, el aniquilamiento de la mejor tradición política de la sociedad argentina de todos los tiempos que hizo la dictadura militar. Los 30 mil desaparecidos, más los 200 mil exiliados. Prácticamente descremaron la sociedad argentina. O los aniquilaron o se fueron del país. El resultado es partidos políticos que no tienen representatividad, porque no hay cuadros, no hay dirigentes, una distorsión total de la democracia representativa a partir de la creación de puestos en el Estado de tipo profesional y no representativos de la sociedad. Esa fue la primera etapa de esta historia final de la Argentina del Siglo XX y XXI”.
- “La segunda etapa fue la del endeudamiento brutal que hizo el macrismo. Al poner la economía argentina al servicio del Fondo Monetario Internacional, la puso al servicio de los Estados Unidos, que como sabemos es el hegemónico dentro del Fondo”.
Resumiendo: “La primera parte constituyó evitar cualquier tipo de resistencia a una dominación imperial definitiva sobre la Argentina: el aniquilamiento de los mejores cuadros de la política nacional. El segundo paso fue este endeudamiento que define para siempre una economía dependiente sin ninguna posibilidad de autonomía. Esta es la realidad. A esto nos trajeron estos acontecimientos concadenados, que hay que tomar como uno solo, que empieza en el 55 con los bombardeos a Plaza de Mayo y termina en esto. Creo que la firma final se la pone Cristina al nombrarlo a Alberto”.
Consultado sobre el período kirchnerista iniciado en 2003, reflexionó: “Don Arturo, mi tío, decía, aquel político que no sabe historia no puede hacer política, porque la historia es la materia prima de la política. Sin analizar el pasado es imposible analizar el presente. Así como la década del 70 fue el más alto nivel de organización política y de conciencia social del movimiento nacional de la Argentina, conducido por un peronismo revolucionario; la etapa de Néstor y principios de Cristina, en materia de relaciones internacionales, es la más alta de la historia argentina en términos de vinculación con América y el intento de constituir un bloque sudamericano capaz de oponerse al imperio. En ese sentido, la tarea realizada por el kirchnerismo fue extraordinaria. Ese es el momento culminante de la posibilidad de una Argentina constituida a nivel continental para constituir un bloque que permitía ingresar al BRICS, que permitía una nueva relación geopolítica con las economías emergentes, China, Rusia, etc. desde la posición de poder y con un mercado de escala suficiente como para promover un desarrollo industrial competitivo con el imperio norteamericano, con las multinacionales y también con las economías emergentes. Eso lo celebramos todos los argentinos como gran conquista”.
“Pero una cosa es eso y otra lo que políticamente se hizo para sustentar esto dentro del país. La incredulidad, la falta de confianza de Cristina en el campo popular la llevó a buscar acuerdos con el establishment. Y ahí es donde se termina de enterrar todo, no solamente aquel movimiento histórico poderoso de la década del 70, que es el broche final posterior al aniquilamiento de la dictadura del ´76, sino además la perspectiva de la construcción de un bloque antiimperialista con toda América”, criticó.
“Hoy es imposible reconstruir ese bloque -continuó- No solamente por lo que ocurre en el resto de Sudamérica, a pesar de que puede volver Lula, a pesar de Venezuela, Colombia, Chile. La reconstrucción de aquella UNASUR hoy es cosa del pasado, y Argentina tiene que moverse sola en el marco de un debate histórico que termina con la hegemonía de 200 años del imperio anglosajón. Y empezamos con nuevas etapas de reconstrucción de nuevas relaciones internacionales. En esta elección otra vez erramos: terminamos, en vez de con los que en el futuro van a ser geopolíticamente los lugares de poder, terminamos aliados otra vez al imperio decadente. Esa es otra tragedia de la Argentina de este momento, que hunde definitivamente la posibilidad de una nueva UNASUR y además implica la entrega definitiva de lo que quedaba del movimiento nacional, y esto implica otra cosa: ¿Y ahora qué?”
En la pregunta ¿y ahora qué?, Jauretche imprimió su mirada sobre la militancia, la organización política y la construcción de soberanía popular: “Hay una nueva esperanza para la militancia, hay nuevos espacios de desarrollo de una construcción política autónoma en manos del pueblo, y son los movimientos sociales. No me refiero a las estructuras vigentes, no estoy hablando del Movimiento Evita, de la CTEP, estoy hablando de un proceso de base que se está dando en toda la sociedad, y particularmente en el interior del país, de construcción de instituciones que empiezan a acumular capital social alternativo al capital de la burguesía, y que le van a permitir en el futuro, si esto se sigue desarrollando, estoy hablando de mutuales, clubes, cooperativas, empresas recuperadas, ese es el espacio de militancia que le queda hoy día a la militancia revolucionaria: fortalecer ese espacio organizado para construir capital social propio capaz de soportar en el futuro un proyecto político”.
“En esta etapa el proyecto es meramente reivindicativo y defensivo, pero en la medida que eso crezca y se desarrolle y sea competitivo con los formadores de precio, por ejemplo, también va a tener la alternativa de generar cuadros políticos capaces de darle proyección a esa batalla reivindicativa para darle proyección política por la toma del poder. Es un proceso largo, pero creo que es el único camino que tenemos los militantes hoy día, empezar a trabajar en esos espacios desde ya para que, no se en cuánto tiempo, porque la historia tiene sus devenires, de pronto los tiempos se aceleran de una manera impensada, y a veces se alargan los tiempos, la historia no se mide en términos de vida humana”, sumó.
“Creo que ese es el espacio, y esto lo reivindico como nuevo espacio de militancia de la juventud peronista, de los sectores militantes, de la izquierda no peronista, pero fundamentalmente de aquellos sectores que aspiran a constituir alguna forma de soberanía popular, que sin soporte de una economía popular no existe. Entonces hay que constituir una economía popular para construir una soberanía política”, finalizó.
- Entrevista realizada por Úrsula Asta, Leonardo Martín y Valeria Rodríguez en Feas, Sucias y Malas, sábados de 10 a 13 horas, por Radio Gráfica.
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